martes, 9 de agosto de 2011

Cuando estaba Johny...

"Yo y Johny eramos iguales. Casi iguales. Nacimos en el mismo día en el mismo año y en el mismo hospital. Su madre, Teresa, estaba acostada y agobiada por los dolores del parto al lado de la mía. Se hicieron amigas después de dar a luz, la incubadora donde descansaba el semi desnudo y pequeño Johny estaba a tres pasos de la mía y estoy seguro que dormíamos mirándonos a través de lo transparente.
Teresa y mi madre, Helena, salieron del hospital el mismo día, se dieron sus teléfonos y prometieron reunirse algún día a tomar un café, a comprar cochecitos, a hablar mientras nos daban de lactar. Yo vivía a diez cuadras de la casa de Johny, mi casa era crema y la suya era roja, yo no tenía un jardín, pero él sí. 
Johny creció como un niño solitario y a mi me pasó lo mismo. Siempre leíamos en vez de jugar, mirábamos a los pájaros volar en vez de una pantalla de televisión, contábamos los cables de luz que cortaban el cielo en los paseos en auto y derramábamos la leche en el desayuno, siempre fuimos algo torpes. Estudiamos en distintos colegios, pero comenzamos el mismo día. Me gustaría decir que pasó lo mismo con la graduación.
Johny tenía una visión normal, yo era miope. Él era pálido, color morgue, yo me ponía pálida en las mañanas, y cuando me daba miedo, cuando estaba enferma y con las luces de las cámaras fotográficas. 
Yo vestía de negro, Johny también gozaba del luto diario. A mi se me murió un abuelo, a él le ocurrió lo mismo con su abuela. Yo tenía un gato llamado César y Johny otro llamado Brutus. Jamás me enteré si alguna vez nos pusimos de acuerdo o fue una simple coincidencia.
Johny lloraba pocas veces y yo siempre he sido una tormenta. Éramos pacíficos y conflictivos cuando era necesario, yo era la que gritaba, Johny era el que me ponía una mano en el hombro e intentaba calmarme, incluso cuando él también se sentía cabreado. 
Éramos buenos en letras, éramos malos en pasar desapercibidos y terriblemente desgraciados en el amor. Los dos vivíamos heridos por experiencias negras, romances pesados que nos marcaron y quizás nos volvieron un poco insensibles, un poco tontos, más locos. 
Me di cuenta que yo y Johny ya no eramos iguales cuando tres meses antes de terminar el último año escolar, me dijo que tenía suficiente. Entonces nos volvimos casi iguales. Yo quería vivir, Johny comenzó a ansiar la muerte poco a poco.
Tres semanas antes de Navidad se suicidó.
Y aveces yo pienso, que debí de pasar más tiempo a su lado"



B. 

1 comentario:

Fabián dijo...

Esta historia no me gustado por su final muy trágico