lunes, 25 de abril de 2011

Sarita

Para Clío




tenía la mirada perdida en un café cargado de mañana mortuoria. Flotaba en el secreto de la mujer ballena, todo con un tono de Rayuela, un beso morfínico de Cortázar en su boca de canela.
Yo le decía, no te vayas, regocijémonos en la errónea estética de la peluca rubia de año nuevo, en las escarchas de mi pena y el alcohol bajo la cama.
Sarita tenía 
mil doscientos años 
... nacimos del mismo sarcasmo, de la vena artística fecundada por el polvo de las novelas. Tiemblo, tiemblo mucho, porque la veo dos veces al año y se marchita mi risa. Ella, con sus espejos indelebles, los pianos británicos de sus bolsillos vacíos y el caminar invisible calle abajo, entre fórmulas literarias y bibliotecas nacionales.
Sarita, extraño
tu voz como murmullo de viento
los ojos limpios como de santa
todo en tu adorable ateísmo
con sabor a vicodina.

2 comentarios:

Ian Moone. dijo...

Es la primera vez que leo esto.
Gracias.
No tienes la más mínima idea de lo que significa para mí.

Te quiero </3

Ian Moone. dijo...

Ya he dicho que te adoro?
siento que debería hacerte un blog de gracias.

Gracias.