veo una luz blanca, un despertar de madrugada
un llanto tan invisible,
que nadie le tiene lástima alguna
Hay tanta oscuridad profunda, en esas lúnulas brillantes
unas lágrimas sin sentido
escupitajos de un corazón negro
Hay tanta belleza muda, en mi rencoroso espíritu
busca mi alma el abismo para tropezar
y dejar rastros brillantes de dolor sacrificado
busca ser un mártir,
la mujer que sufrió, la valiente que no lo logró
Hay tanta belleza muda, en mi sonrisa sin sentido
tengo la felicidad tan enferma
que vomito versos sangrantes / versos oculares
estoy que me muero, de a pocos, de a pedazos
Hay tanta belleza muda, en mis oraciones adoloridas
rodillas en la tierra, heridas de a muerte
cicatrices que nadie borra, Dios me escucha, ya no obra
tengo la fe tan fuerte y enferma
que espero a que sanen mi alma
que logren tapiar los agujeros gusaneados de mi órgano solitario
abandonado / lunático
Hay tanta belleza muda, en mis melodías polvorientas
me carcome la sabrosa sensación de desconocer el perdón
viviré entonces, en mi rencor
estaré muda de por vida, en la belleza de ese dolor
¡Tan absurdo!
¡Tan inmortal!
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