No tengo pues, nada qué decir
el mutismo me explica, el dolor me fundamente
no tengo un discurso triunfal
en una escena sin sentido, fraccionada
¿Qué ha sido de aquello? pensaría
al pie de un escenario de sombras curiosas
bajo las luces fatales, mortecinas
siento el limbo cuando la miro,
lúnulas de dolor sin sentido, detestable
No tengo pues, agallas para caminar
dirigirme hacia el averno de un abrazo,
lo amargo de un saludo
¿Debería sorprenderle?
Ojala muriese en una mirada indiscreta
ojala me dejase en paz
¿Qué ha sido de ella? preguntaría
en medio de una duda nocturna,
una ratonera tan extensa como un cielo
siento el rencor de sus manos blancas
siento que odio su odio
y amo su fuerza de mujer
No tengo pues, melodía fúnebre de velorio
me hace falta una tumba para mi silencio
algo dulce para lo agrio de mi espíritu
lo observo reír en serenidad
¡Cuánto le odio, cuánto le amo!
¿Qué va a pasar con ella? Preguntaría
en medio de la muchedumbre, en la indiferencia
en la mitad de una pretensión perfecta
ya nada me importa, ya no le amo más
No tengo pues, excusas para mi agonía,
moriría entonces, esperando la respuesta
de su recuerdo tan fugaz, punzante, sangrante
¡Cuánto le espero! ¡Cuánto le lloro!
Más es inútil, pensaría, silente, callada
lágrimas de mujer
ante el amor de un hombre amado y cruel
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