Me pregunto dónde habrá quedado la mejor poeta, la que hacía llorar con sus escritos, esa, la del blog bonito que en fin, siempre había sido fascinante. ¿Dónde quedó esa chiquita de lentes, la que entraba a clases en silencio y luego se iba, tropezándose torpemente con su estuche? No sé, no tengo la menor idea, pero lo último que escuché, era que había cambiado tan radicalmente que nadie la reconocería. Lo único que hasta ahora porta, es esa terrible frialdad de su mirada cuando da reojos a las cosas que hirieron su vida como fierro caliente. Qué desagradable, a veces me gustaría saber qué carajo pasó con ella, se supone que la exaltaste mucho, que era muy especial, muy divertida, muy todo.
El todo se convierte en nada, todos se van al demonio y en fin, parece ser que no es culpa de nadie. ¿No? No. No es culpa de nadie salvo de un término llamado mutismo e indiferencia, las dos mejores armas de la persona que desea escapar de un pasado doloroso. ¿Un crimen? No, mas bien es solo una estrategia para gente débil de corazón. Gente débil como tu, como ella, como yo. Nadie puede culparlos a ustedes, se supone que el destino decidió hacer una atrocidad que dejó a todos sus amigos con la boca abierta, a sus amigas con la mirada brillante, tapándose el rostro y diciendo "¿Por qué hacen eso?"
Sería bueno que fueras tú a responderles, amigo mío, tú deberías de tener todas las respuestas a las dudas. Pero parece que no es así, también eres parte del enigma, qué decepcionante sería para ella saber que las respuestas han desaparecido del todo. Ella la no llora, tenlo por seguro que lucha mucho, ella, la poeta que era tan amada, tan soñada, que se veía tan pero tan pálida en la esfera nublada de la luna.
Patrañas.
Lo único que puedes explicar, amigo mío, son los detalles de esas patrañas. Es una pena, porque hasta yo te creí cuando me llamabas por teléfono y tenía escuchar, juro que te creí, fui igual de ingenuo que la alondra que mataste de un tiro. ¿No te gusta que te lo repita, amigo mío? Es una pena, porque así como te dedicaste a decir verdades al aire cargadas de pólvora, te toca escucharme, te toca reconocer una vez más, porque sé que ya lo sabes, que has hecho algo horrible.
¿Dónde quedaron esas hojas de las que ella me habló? Dijo que se demoró una noche haciéndolas, pensándolas. Apuesto media alma que las has quemado, las has botado después de unas lágrimas de hombre, sí, porque no he venido a burlarme de ti, amigo mío, solo a refrescarte la memoria.
¿Dónde quedaron los colores anaranjados del cielo? ¿Los atardeceres? ¿Tus patrañas gráficas? Perdón, no me quiero reír de ti, no quiero, pero en mi mente no entiendo lo que hicieron, lo que hiciste, qué carajo pasó, nadie me responde.
A ella le ha dado amnesia, está más indiferente que nunca, no me habla, no me contesta, evade las respuestas y tiene un chocolate en platina arrimado al fondo de sus libros. ¿Lo dejará hasta que el polvo y las arañas se lo devoren? Ojala, porque si lo come, moriría envenenada por el hambre del pasado.
Me acuerdo que le dijiste algo muy curioso. "Nunca me digas adiós".
Ahora sí me río, porque eres uno de mis pocos amigos que contradice de una manera tan drástica.
Ojala que la poeta se sane, de verdad, qué fatal, así es la vida, todo fue por el bien de los dos, lo comprendo.
Ojala la poeta ore mucho por tu vida, para que Dios no te castigue como te lo mereces.
Buenas noches, amigo mío.