domingo, 17 de junio de 2012

Verborrea En Plasma Gris III

Irme corriendo la próxima vez. Hace unos años encontré a la vuelta de la esquina una escena en la cual no debí de intervenir y simplemente salí corriendo, tomé el ascensor más cercano y desaparecí. Entonces el plan es, irme corriendo. 
Inútil, entre todas las posibles alternativas. No va a funcionar. Las cosas no se arreglan corriendo y aunque lo intente, mis pies están unidos en ramas de carne y sangre al suelo. Tengo más razones para quedarme, sonreír un poco, repetir frases y sentir tan a gusto. Una mezcla venenosa entre dolor, felicidad, una tranquilidad que se ha dado revolcones en un peñasco de bipolaridades. Sin embargo me quedo, siempre me quedo. Ramas sangrantes por todos lados que al romperse solo traerán la mejor de las hemorragias.
Esta mañana soñé con algo bello y desperté con el sabor amargo que tienen las cosas bellas que no tienen cómo encajar en los escenarios oscuros. Pensé entonces en qué sencillo sería arreglar las cosas con una llamada telefónica y  una idea vaga y desinteresada. Mañana podría despertar y decir que nada tuvo el mínimo sentido, que ninguno de nosotros flota y mas bien estamos pegados a la realidad y al suelo con la misma frialdad con la que se narra un informe jurídico. 
En los últimos días tengo esa necesidad de buscar flores y comérmelas como hacía de pequeña. Me quité el hábito porque a la larga trae una sensación dolorosa en el vientre, quizá las flores estuvieron envenenadas todo este tiempo y solo después de unos once años los efectos comienzan a aparecer. Si pudiera comerme una flor ahora mismo, me comería una rosa, sin importar las cosas terribles que represente. 
Tengo un lienzo vacío colgando de la pared en mi habitación, tengo pinceles, tengo pinturas y hojas llenas de trazos en un cuaderno. No quiero tocar absolutamente nada.
La idea de pararme frente al lienzo a pintar por horas con la misma sensación de hace unos meses es capaz de consumir la poca tranquilidad que me queda.
Estoy perdiendo el control de las cosas. 
Ya no distingo el escenario y la vida real.



PD: Este fin de semana he comprado una caja de velas. Todos los días prenderé una por cada alma solitaria que conozco. 

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