jueves, 14 de junio de 2012

Alice

Bajo la luz amarilla de la ciudad, la palidez de Alice se manchaba de un tono enfermizo y supe que podría desmayarse cuando levantó el rostro, se limpió el vómito de la mejilla izquierda e intentó sonreírme. Esa noche nadie la reprendería en casa; no había una madre regañona ni un padre extremista. Ella no era como nosotros. "¿Qué hora es?" me preguntó buscando mi brazo en la oscuridad. 
Sentí sus huesos frágiles, casi de cristal, sostenerse en mi y le dije que pronto sería la una de la mañana, que era muy tarde y que teníamos que regresar. Alice se rió de mí con su risa de escándalo intoxicado y escupió con fuerza hacia otro lado. Su cabello morado y pajoso tenía el olor de una noche entristecida. Cuando busqué sus ojos solamente vi un par de pupilas dilatadas que flotaban en el arco iris de la muerte que resulta cuando mezclas el alcohol, la nicotina y el ácido con azúcar. "Estoy hecha un vómito de unicornios" me dijo y su aliento era como la soledad que habitaba en sus entrañas "Llueve sangre y estrellas sobre esta maldita ciudad". 
Alguien me ofreció ayuda para llevarla a casa pero me rehusé.Yo la cuidaba todos los viernes por la noche, los sábados por la tarde, el día y la hora que a ella se le ocurriera buscar y arrastrarse por las calles buscando un chorro de felicidad momentánea. Caminamos por media hora en silencio hasta que ella estalló en una risa tan fuerte que cayó al suelo; me senté a su lado y la escuché mientras se sacaba una botellita de Vodka medio llena del bolsillo de su abrigo. 
"La vida es simple, Requiem" me decía dando un sorbo "Todos estamos muertos desde que comenzamos a vivir. Mírame a mi, hecha mierda en esta ciudad de putas, monjas y buenos amigos. Moriré joven, muy joven y allá a donde me vaya me encontraré con Joplin y con Hendrix y todos los demás hijos de puta que hicieron de mi vida un lugar mejor. Mira, Requiem, esta noche llueven sangre y estrellas". Alice señaló al cielo oscuro y comenzó a reírse de nuevo "Mi padrastro está siendo asfixiado por las flores y mi madre ni siquiera merece que la maten de manera poética, sabes..." y vomitó de nuevo. Me llevé a Alice y dejé que pasara la noche en mi casa. Llamé a su madre, dije que se nos había hecho tarde y por la mañana siguiente preparé té con tres de azúcar. Ella tenía ojeras de mapache embarradas en maquillaje, el cabello morado solo era una maraña furiosa de cansancio y su sonrisa estaba más frágil que nunca entre mis almohadas cremas. 
A veces pienso en ella y la extraño. Tuvo razón cuando dijo que moriría joven, pero no pensé que la muerte llegaría tan rápido, de manera tan inesperada. Alice murió de sobredosis en su habitación como siempre se lo imaginó, estaban repitiendo Cry Baby de Janis Joplin en su radio. Dejó una nota para mi debajo de su libro favorito, una obra de Kaysen. Me escribió "No pudieron conmigo, Requiem. Yo no le pertenezco ni le perteneceré nunca más a nadie". 



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