domingo, 24 de junio de 2012

Glow


Hora Real: 02:30 a.m 

La madrugada antes de una presentación por el Día de la Juventud en el colegio, me levanté de la cama muy tarde con los ojos cerrados y me fui caminando por todo el pasadizo, haciendo gestos y exclamaciones sobre Oliver Twist. Mi madre se levantó alarmada, me bajó los brazos, me llevó hasta la cama e intentó hacerme reaccionar pensando que me burlaba de ella. Al día siguiente en el desayuno me contó lo sucedido y hasta ahora no recuerdo que ninguna de esas cosas haya sucedido, pero creo en su palabra. Esa noche había salido la luna llena y todos saben lo que sucede cuando se pone redonda, circularmente perfecta e irradia una luz que podría deshacerle la piel a los vampiros en un giro de traición. 
Hace unas semanas, un viejo amigo de la familia me preguntó tímidamente, quizá creyendo que me burlaría de su idea y me pondría a aullar, lupus, con sorna, si yo también “me ponía rara” en las noches de luna llena. Le respondí que sí, que solo conocía a pocas personas que pasaran por lo mismo y que era y sigue siendo algo inexplicable. 
Durante las noches de luna llena mis sueños, de por sí abstractos, simbólicos, anómalos y detallistas, todo al mismo en su mayoría, evolucionan hasta niveles terroríficos, quedándose plasmados en las córneas cerradas e invisibles de la memoria. Hablo muchísimo más, a veces río, un par de veces lloré hasta despertar y pateo como si en mis sueños algún ente intentara sofocarme con sus ramas chorreando de brea. Si he gritado, nadie me lo ha dicho. 
Lo más curioso es que despierto con los brazos arañados y en los casos más graves, con manchas de sangre en la nuca. Quién sabe cómo demonios he llegado a hacerme largos y profundos arañazos hasta allá arriba. 
Agradezco no ver una luna llena desde hace casi una semana y al mismo tiempo la extraño con una mezcla de nostalgia, amargo respeto y curiosidad. Me gustaba contemplarla desde el balcón por largos minutos, congelándome de frío y sintiendo que en esos canales inexplorados de las arterias, algo anónimo me calaba todas mis ruinas de tranquilidad. 


No hay comentarios: