sábado, 9 de junio de 2012

Respiro

Anoche mi papá no recordó mi nombre completo. Más allá que la desaparición-robo de mi billetera haya arrastrado el caos hasta mi casa y eso haya resultado en una media hora de gritos que probablemente se escucharon hasta Timbuktu, el único detalle doloroso fue que mi padre no se acordó de mi nombre. 
Pero en algún momento iba a suceder. 
La semana se termina en situaciones catastróficas, muchos trabajos por delante y Horacio con la cuerda la hecha pedazos misteriosamente. Ayer abrí mi estuche para pasar las horas con Johann Sebastian Mastropiero y solo encontré desafinación y una cuerda que en algún momento de la semana (eso me pasa por reemplazar a mi violín con cojudeces) se suicidó para hacerme recordar lo mucho que nos hacemos falta.
Los instrumentos musicales de esta casa tienen vida propia, un espíritu altamente revoltoso y sobretodo, rencoroso.
Vivo entre libros, mandarinas, mi partitura de Air From Suite no.3 de Bach y mi capacidad de ignorar y cerrar mis oídos a todo lo que me sume en intranquilidad.
De repente siento esta necesidad anómala de creerme una mariposa intoxicante y chupar la nicotina de todos los cigarros que encuentre; quizá salga más tarde a autodestruirme por unos minutos. No lo sé. Hasta el día martes, nunca había fumado un cigarro
Esta noche viene Clío después de mucho tiempo de ausencia.
Siempre me alegra que los verdaderos amigos vengan, hace que este lugar se vea menos infeliz.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Bárbara Beatriz Yulissa ;)