
Sin estar contenta, busqué cigarrillos para ver cómo era fumar pero no encontré nada.
En vez de eso saqué la botella de Brandy de mi papá y tomé poquitísimo, porque mi mamá llego y tuve que tumbarme contra el sofá a fingir que no había ocurrido nada.
No tomé pastillas, no me quería matar, no quería enfermarme ni hacerme sufrir.
Pero simplemente lo hice. Sin siquiera saber porqué, lo hice.
Si mamá no hubiera llegado quizás hubiera tomado un poco más y la combinación habría sido brutal.
No importa. No me importa.
Estoy cansada pero no puedo dormir.
Ya no puedo dormir.
No más.
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