martes, 30 de noviembre de 2010

Dos

Quisiera disculparme
si alguna vez fui tu Dalila
si te corté el cabello de noche
y te quité los ojos, mientras murmurabas
¿No me querías, no me amabas?

Si alguna vez te dije, déjalo todo
si te pedí que renunciaras, que caminaras
hacia adelante, atrás, según mi antojo
perdón si tomé un baño de luna
y destruí tu tranquilidad
con deseos tácitos
Si ofrecí mi mano para luego quitarla
si te miré con ganas, sin intención ni misión
si fui actriz, una muy buena ¡Tan capaz...!
pediría entonces, por tu perdón
lavaría tus manos en esa lluvia
de mi crudo arrepentimiento
cuando quiebre tu Iglesia, tu pensar
cuando te pida volar, sin saber yo caminar
perdóname

Nota #7 (Music)

Mi primera presentación de orquesta fue ésta noche, la última para muchos de mis amigos y conocidos. A veces miraba a ese grupo en los escenarios y me preguntaba cómo sería, convencerte que de verdad un instrumento se hizo parte de tu cuerpo y ahora es como un brazo o una pierna, y de manera más sentimental, como el hijo o hija que por el momento no podemos tener.
No hay nada mejor que tocar un instrumento, que poder sentir la música. El Culto de Navidad es uno de los más importantes del año, quizás porque también es el último en donde participa la orquesta y el coro. Por el momento, se me cierran mis ojos, pero yo aún sonrío con ese sabor dulce de saber trabajar en grupo, de haber hecho un buen trabajo.
Lo cual me hace pensar mucho en que el próximo será mi segundo y último año en la orquesta, quisiera mucho haber podido ingresar hace años, para disfrutarlo a manera lenta, deliciosa. En fin, ojalá todos tuvieran la bellísima experiencia de tocar en una orquesta o en grupo o incluso de hacer un simple dúo con alguien.
¿Saben qué? La música es vida, en sí.
Me muero de sueño, de hambre y de satisfacción.
¡Buenas noches!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Verano Utópico

Después de poner el tocadiscos nos quedamos tumbados mirando a las musarañas, labor muy interesante para otro viernes de verano, de cielos anaranjados y helados de colores. Aire tibio, eso es lo que se busca después de un invierno tan crudo y pasado, de esas tardes después del colegio tan aburridas y llenas de fantasmas de aburrimiento.
La música antiquísima despertaba muchas memorias, quizás de infancias incompletas o una que otra filmación con manchas sonoras y quemadas.Afuera las calles se iban apagando, dándole espacio a la loca noche, al libertinaje de Enero y sin embargo, ninguno de los dos se movía.
Parecía una comunicación telepática, la música sonaba y sonaba, nadie decía nada, salvo el vocalista. Extraño, me ponía a pensar, que haya llegado el momento en donde se nos acabaron los temas.
Quizás no era así. Quizás solamente había llegado el momento de callar, de esperar, de disfrutar del silencio por primera vez, porque hasta el silencio tiene un significado y uno muy grande. En éste caso, yo solo podía sentir la paz, paz de atardecer y de música vieja de tocadiscos. Habían unos vasos encima de la mesa con restos de jugo, un olor frutal inundó el ambiente. Sentí entonces que tarareabas una vieja nana, mi nana.
Apoyé mi cabeza en ese tibio hombro tuyo...
...y así, nos quedamos dormidos.

Nota #6

No tengo mucho tiempo, tengo algunas cosas que terminar y un sábado muy agradable por delante. A pesar de todo no dejo de mover nerviosamente la pierna, parece que algo me molesta o me inquieta, ya me estoy portando como algunos de mis amigos músicos con tics en todos lados.
Anoche me vendieron las películas de Resident Evil, cosa que nunca me atreví a ver en mi pasado y curiosamente a media hora del final, la primera se colgó. Tengo una suerte brillante, en serio.
Terminaré mis tareas (que raro suena eso, ahora que lo veo bien) y me pondré a leer. Me consiguieron "El fantasma de la ópera" y la novela es increíble, quizás hasta superior a las películas. En fin, siempre las novelas son mejores que las películas.
A una semana y algo más de acabar el colegio.
Necesitamos todos unas vacaciones locas.
Req.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Poema al Amor Moderno / Dulzoides

Ésta noche me río del romance
de los colorinches dulzoides de una atmósfera contaminada
con efectos invernaderos tan ardientes, carentes
me burlo, me revuelco de carcajeos como un animal
del romance tan actual, de los amores de caja de cereal

Me mofo del manto absurdo
que entibia esos lechos carentes
esos nudos de piel, rasguños y mordidas
salvajes que atan
hacia pilares de esclavitud
llamados tan erróneamente, amor

Si hay papeluchos de colores, musicales
pegados como moscas en ese cuadrado del calendario
esa figura plana que marca una salida, un horario
una llamada de tres horas y un regalo
Sorna envenenada, contra parejas de cajas navideñas
¡Quién dijo que una canción
parida de radio manoseada, puede ser amor!
¡Y hasta la dedicación más absurda,
es considerada ternura encarnada!
/Y a nadie le repugna/
Regresaríamos a las cogidas de mano
de veinticinco horas, la mano del amado
se ha vuelvo marroca metálica
¡Más no es óxido, solo el dulzoide error!
¡Ésta noche me río del romance,
desprecio como nunca antes, el cursilisísimo
el almíbar derramado, desperdiciado, tóxico
con el que se asfixian hasta la moradez
aquellos jóvenes alegres
de mi triste entorno!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Aclaración:



"No me agrada que le pongan cursilerías a mi relación,
somos los dos humanos, no
caramelos"

Bárbara R.

XX


Entrometida
¡Pérfida, deshonrosa y casi cercana a lo inmundo!
Así llaman a las genios
a las incomprensiones del mundo,
cuando se encarnan en mujer


Rebeldías instantáneas
(orates)
pornografías y siluetas obscenas
nos llaman, las llaman
vulgaridad del siglo
cuando son, somos, solamente
la sensual figura de la libertad

Nota Familiar



"En el despacho de mi papá hay una mesa enorme que tiene una
luna encima. Debajo de ésta, yacen papeles, recuerdos, estampas y anotaciones.
Mientras hacía mi (inútil) tarea de matemática y repasaba al mismo tiempo el
hermoso curso de Historia, vi que habia un papel rosa debajo del vidrio: 'Papi
te extraño. TE QUIERO MUCHO'
decía en unas letras infantiles, familiares, letras que fueron mías.
Al lado de eso, estaba garabateado el número telefónico de un cliente.
Gracias papi"

martes, 23 de noviembre de 2010

Sermón a Tu Siesta Hormonal

Nunca comprenderé el silencio
aquella mortuoria compañía
que siempre llevarás en tu regazo
en la inyección fría de tus ojos
y la calidez tímida de tus brazos

No entenderé porqué eres un beato
aunque uno muy abstracto
porqué tus manos yacen tan tranquilas
estando rodeadas de tanto pecado
tantas carnes y tequilas

Eres un enigma, en tu pasividad de santo
inmaculado yaces, con la mirada perdida
¿Será solo una sospecha mía?
Quizás, tenga que ver con tu hombría
¡Pero no! Eres enigma, en puro
con una naturaleza celestial

No entiendo. No anhelas errar como humano
no tienes escarchas de lascivia
tu organismo parece estar durmiendo
y sin embargo, en mi despiertas
los más paganos sentimientos

I (still) Love You


"Tenemos que hablar. Hace mucho tiempo que ésto era
necesario, ya llevamos más de diez años juntos, aquí, creo que ha llegado la
hora de conversar, como los grandes que imagino que somos. A ver cariño, Frida,
esposa mía ¿A qué le tienes tanto miedo? Porque hace mucho que noto que estás
asustada. No me mires como si fuera un loco, porque sabes que no miento en nada.
Frida ¿Cuál es el problema?¿Tú problema? Ya no puedes tocar una de Chopin en el
viejo Yamaha de la sala sin confundirte en las notas y volverte histérica,
queriendo destruir con golpes los bemoles imposibles. ¿O soy yo, Frida? Hay algo
que quieres decirme y veo que te lo callas, te lo ocultas muy mal, porque tu no
sabes mentir, eres transparente.
Eres incapaz de pasar una noche sin llorar mientras duermes.
!Sin dramas, Frida! Te pido que hagamos ésto sin dramas.
Charlemos por nosotros y por Lorenzo, nuestro hijo que colorea en su habitación,
por el que ahora mismo duerme en tus entrañas y por tu hija, mi hijastra que
nunca me aguantó y nunca lo hará.
¿Me amas, Frida? ¿Quieres quedarte o salir corriendo? Yo te
amo, mi esposa, mi Frida, si me he quedado tantos años a tu lado, es porque te amo.
Pero el día en que tu ya no me ames y yo no te ame más, te
prometo, que ésta empresa se habrá terminado"

Alocución


El profesor E tomó asiento, luciendo agotado por primera vez en mucho tiempo. Lo imité y con Vladimir en brazos, acariciando su piel de madera charolada, me dediqué a escuchar. ¡Era tan evidente mi distracción! ¡Mi incapacidad de concentrarme, reconocer en dónde estaba y lo que hacía! Tantos errores en tan solo dos pentagramas tan simples eran suficientes, algo me ocurría, y el hombre sentado en frente de mí lo sabía con seguridad. La cálida habitación de música se llenó de un asfixiante silencio mientras el profesor paseaba sus ojos negros por aquel lugar tan conocido, donde se había memorizado la ubicación de cada lapicero, cada partitura y cada atril. Aquel cuarto iluminado, rebosante de memorias.



-Yo creo- comenzó a decir –que tú tienes problemas de comunicación.


Asentí, con tanta hambre de sus sermones. Mi profesor pensó unos segundos con las manos entrelazadas y se dedicó a hablar varios minutos, sin tapujos ni ligeras delicadezas, indirectamente dándome ánimos después de mi fin de semana tan y apocalíptico. Aquella pena inyectada por mi padre se fue desvaneciendo con una rapidez muy tierna, no correspondida a la firmeza con la que hablaba el profesor.
Habló de su hijo, el pequeño que más de una vez encontré durmiendo en el sofá o intentando explicarme porqué su disfraz del hombre araña era el mejor. Para tener solo tres años, decía, sus cualidades musicales eran excepcionales, el profesor E hablaba como un padre orgulloso, que se moría de amor por aquella criatura que llevaba y siempre iba a llevar su sangre musical en las venas. Me sonreí.


-Y si cuando él crezca, me dice que odia el violín- dijo de manera solemne -Diré
que si quiere, lo rompa, porque jamás perdería a mi hijo por obligarlo a mis
caprichos e ilusiones.




Con un brillo triste y efímero en sus ojos, se puso de pie, indicando que ya era hora de tocar.
Me paré frente al atril, en silencio, rejuvenecida. Me alegré para mis adentros y esa clase, Vladimir brilló como nunca.




domingo, 21 de noviembre de 2010

Mi papá & Yo / Final

Me siento como un cadáver. Anoche, tuve la visión desastrosa, penosa, enormemente triste de lo que probablemente sea mi futuro. Bárbara Ramos, la joven que escribió, que tocaba el violín en la ventana, que ganó concursos a nivel nacional donde se escribía, la poeta sin esperanza por la humanidad... transformada en otra persona que se dio por vencida.
Mis sueños se quebraron anoche durante el frío almuerzo familiar. Las cosas no funcionan, por favor, no podemos ser una familia feliz no lo vamos a ser nunca y nadie en especial tiene la culpa. Un amigo me llamó por teléfono buscando ayuda, eso fue lo que le ofrecí, sentí su pena, como de costumbre me pongo a succionar sensaciones que me rodean. Sin comentarios de mis padres, siempre. Durante el almuerzo mi papá comenzó a hablar que tenga cuidado con los dramas falsos, con los imbéciles hijos de puta que te pintan cuentos. Gracias papá, de seguro es por eso que he crecido sin amistades de verdad y ya no tengo pena en decirte lo infeliz, la absurda soledad en la que suelo vivir. Todo eso fue el comienzo de un sábado de tortura, de mi asesinato espiritual total. Hablamos del futuro.
Seamos claros, por favor, mi papá se muere por que yo sea abogada. Penal, como él. Que me dedica al derecho, que gane mucho dinero y pueda mantenerme sola cuando sea grande, me pone como ejemplo a mis hermanas, me cuenta lo duro que era con ellas y yo me pregunto ¿Hay alguna diferencia entre yo y ellas? ¿No es acaso de manipular mi vida así como lo hizo ya antes? El único problema, es que yo nunca le pido nada, si mi padre decide no hablarme en tres meses, créanme que me importa un reverendo bledo.
Dejé de quererlo como antes cuando me enteré que no me considera nada especial, a penas sabe lo que me gusta, siempre me ha criado como quiso, como lo criaron a él, sin amor, sin sensaciones tiernas, solamente con una visión destructiva de lo que es la vida. Cuando yo tenía cuatro años comenzó a hablarme de la maldad del mundo, pero nunca, NUNCA, me ha contado cosas bonitas de allá afuera.
Entonces fue que crecí y me volví una persona siniestra, negativa, pesimista, triste. Solitaria, sobre todo, porque cuando no me bromeo ni me codeo con mis amistades, me siento un ser miserable, infeliz. Si mi propio padre me dijo que soy una vergüenza para la sangre, para la familia ¿Cómo demonios me debería de sentir? Si mi papá me dice que la vejación y la humillación es la mejor manera de disciplinar ¿Qué debo de entender? ¿Que soy algo más que un animal al cual se puede maltratar como si no fuera pensante? Papá, papá... todos los problemas mentales que tengo, están en tus manos, todo, absolutamente todo, es tu culpa.
Si llego a ser la abogada penal que quieres que sea, si dejo mis sueños de Literatura y me arranco todo lo que amo del espíritu, lo más probable es que me muera siendo infeliz, muy infeliz. Y para ese momento, iré a verte y te diré que nunca te perdoné por haberme malogrado la existencia, porque por tu culpa me lleno la garganta de bilis y los ojos se me enrojecen por un llanto de frustración.
Estoy sangrando, siempre he sangrado por dentro, papá.
Y toda esa sangre, tiene tu nombre.

martes, 16 de noviembre de 2010

Demencia

Meses antes de convertirme en lo que soy ahora yo tenía una vida normal. ¿Si quiera puede decírsele a una vida normal? ¿Es en serio? No sé que entenderán ustedes con normal, quince años cumplidos en un maldito día de Junio, una fiesta en donde ninguno de mis amigos (¿Eran mis amigos?) fue y donde me mimaron con toda clase de regalos para que me olvidase de mi triste existencia. Y es cierto, porque mi existencia es triste, no tiene sentido, es la cosa más efímera y maldecida que ha podido tener éste mundo alguna vez, no tengo pena en admitir lo salvaje de mi origen, lo ilógico. Mi madre me abrazó toda la noche tratando de calmarme, porque me deprimo en mis cumpleaños, al día siguiente tenía colegio y mi fobia escolar no ayudaba en nada. Mis padres nunca entendieron de verdad qué era ésto de la fobia escolar, creían que todo se basaba en mi flojera (?) por ir al colegio, leer, calcular y hacer vida social. Siempre he sido un introvertido, un antisocial, asquerosamente solitario, a pesar del dolor que me causaba ver a todos jugar.
Es que soy un enfermo, nada más.
Iba, me tropezaba como siempre en las escaleras, gracias a los cabes de mis compañeros del colegio. Me insultaban en cuanto me veían, nunca les pregunté porqué y pedir que se detuvieran era acabar vomitando sangre como siempre. Yo no quería, la sangre es metálica, sabe mal, muy mal. Mis cuadernos pintarrajeados con palabras obscenas eran mis únicos amigos en ese entonces, valían más que todas las basofias que me rodeaban, malditos todos los que se burlaban, los que me miraban con pena y no podían hacer nada ¡Porque no querían, porque les divertía mi agonía, malditas porquerías! Y así fue pasando el tiempo, fui pensando en qué hacer, ya me aburría de tanta violencia, de ser un objeto para patear y escupir.
Regresé a mis tiempos de silencio, mis notas empeoraron, los profesores también me odiaban. Todos me odiaban, todos me odian, todo el mundo está en mi contra, porque yo siempre he estado y voy a estar solo. Los miraba todo el día, analizaba a dónde iba, qué hacían y cómo reaccionaban, mi plan estaba en proceso, iba a haber una fiesta antes de Navidad y todos estaban invitados.
La primera fiesta de mi vida en donde iba a divertirme de verdad.
¿Y mi vida era normal? No sé, no me importa, de todas maneras. Solo sé que era infeliz, soy infeliz, siempre lo seré porque la soledad te vuelve un loco, el hecho de no hablar de verdad, de mantener una doble vida. El niño bueno de mamá y el enfermo burlado y escupido del colegio. ¡Ya basta, por favor, déjenme! Y todo en vano, tantos gritos gasté para que nunca se detuvieran... pero sé que se divirtieron. Todos tuvimos una fiesta ¿Verdad?
Pasado los meses me levanté un lunes feliz y besé a mi madre en la frente, miré a mi papá con poca compasión, él era el que menos se interesó en formarme, en decir cómo defenderme, qué hacer cuando la sociedad vuelve tu vida una basofia total. Alisté mis cosas, partí al colegio en silencio, por fin el oxígeno no me dolía, los ojos no me ardían, estaba tranquilo, muy sereno y sobretodo, complacido con la fiesta de esa mañana. Entré, me tropecé como de costumbre y aguanté durante media hora la sorna de mis compañeros. Fue así, hasta que sonó el timbre y me acerqué a cerrar la puerta con seguro. Me preguntaron qué hacía y nunca llegué a responder.
Recuerdo el sabor metálico, asqueroso pero satisfecho de la sangre de mis compañeros en todo mi cuerpo. Fue como una ducha, un bálsamo, sentirla que me hacía bien, ya era hora que se callaran, solo se escuchaban balazos por todos lados, olor a aceite, llanto, lágrimas y sangre, sobretodo, aquel líquido tan anhelado. Intentaron forzar la puerta, interrumpiendo mi éxtasis de placer, pero no lograron abrir. Todo estaba yendo muy bien, perfectamente bien, ya nadie iba a molestarme ¿Ves, mamá? Pude defenderme, pude ser el hombre que siempre quisiste que fuese, tranquilo, sin iras contenidas. Las sirenas de la policía inundaron mis oídos y me quedé ahí, de rodillas, a la mitad del salón asfixiado en cadáveres frescos, ojos abiertos, vísceras pegadas en las paredes y charcos debajo de mis pies. Me toqué el rostro, manchándome como un salvaje, cerré los ojos y me abandoné a la música de la policía, de la paz infinita, muy buena.
Mi padre ha sido el único que se ha olvidado de mi. Soy otro, mi vida ya no es normal, si es que alguna vez lo fue, vivo aislado, en silencio, alimentándome de mis fantasías y mis buenos recuerdos de aquel día en donde la fiesta fue un éxito total. Todos nos divertimos, finalmente como amigos.
Aunque no quede nadie, a veces me gusta pensar, que hubiera sido tierno tener un amigo de verdad...






Continuará, pese a la adversidad...

Nácar

Entre rosales espinosos, tácitos
caminaba la nívea
como fantasma, como una ajena
¿Reclamaría yo, alguna vez,
un beso ponzoñoso de tu boca salvaje?

Nívea silvestre, de pechos perlados
ojos de demencia, caninos afilados
¿Merezco yo, una caricia,
una noche suicida? Fundiéndome contigo
en un lecho corrompido

Perla ¡Aléjate! Más no te hagas niebla
no me plantes tus lagunas grises
¡Sonríes, tan cínica! Tan tierna...
tan cercana a la muerte

lunes, 15 de noviembre de 2010

JIC


Aunque borres y no quede huella de lo que escribiste aquella
vez, de todos modos ya has gastado tinta.
Y escúchame bien: Eso NADIE lo va a
cambiar.


Por eso te ruego que dejes de intentar ser alguien nuevo
cuando aún no has enfrentado tu pasado.
Digamos las cosas como son, siempre serás el mismo.
... aunque cojas tu borrador y te creas feliz.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Embrassade

Tengo una bahía astillada
y engendro orillas saladas con muchas palabras
todo tiene un significado
hasta las olas de mis playas desoladas

¿No lo crees?
Correr descalza
sobre los hielos y glaciares
de un llanto tan cálido
tan anhelado, entre letras y números
entre notas y hojas suculentas


Tengo unas gracias y unas disculpas
tengo irracionalidad, risa a flor de labio
lágrima a ojos diáfanos
nos tengo a nosotros
¿No lo crees?

viernes, 12 de noviembre de 2010

Distopía

No nos queda mucho. Ya no basta pasarse cuarzo frío por el cuello. No me voy a bañar en flores, no voy a decirle a Flora que siga orando por mi por las noches. Se acabó, no nos queda mucho. Me lagrimean los ojos porque todo está lleno de humo, me ahogo en fragancia de cigarro, pero no les puedo decir que se detengan, nunca me escuchan. Se acerca el final ¿No? ¿Ya va a amanecer? Todas las ventanas están cerradas, hace calor, pero allá en la esquina las gemelas tienen frío, están de negro, como para un velorio, todos estamos de negro, todos bailamos, reímos, pero a mi nada me hace la más mínima gracia. Hay una mujer desnuda, curvilínea, hecha de madera y cuerdas que descansa en los brazos de mis amigos, se carcajean, la tocan, la rasgan con violencia y todo es por nada, ni siquiera la puedo escuchar gemir de dolor o de excitación. No puedo gritar que se detengan, no puedo ni siquiera caminar derecho, estoy sentado en una silla a punto de romperse ¿O el que está a punto de romperse soy yo? No sé, alguien me acaba de botar humo encima del rostro, huele a algo floral y tóxico, una de las gemelas o es la chica de pelo rojo ¿Se ha sentado en mi pierna? ¿Es hombre o mujer? Me pongo de pie cogiéndome de los muebles ¿Son muebles? Me tiembla el piso, me sangran invisiblemente los tímpanos, la música es infernal, la mujer de cuerdas y madera se ahoga entre esos manoseos tan vulgares. Salvajes, todos salvajes, todos con rostros pintados, me sonríen, me llaman por mi nombre, si es que es mi nombre ¿Cómo regreso a casa? ¿Es de día o de noche? No nos basta nada, no nos queda mucho. Acá están todos, los amigos de mi infancia, las niñas con muñecas que ahora se arrancan la ropa sobre la mesa, alguien se quedó dormido allá abajo, no lo pises, no le escupas, no le tires alcohol porque ya ha sido suficiente. Acá están los enanos que jugaban fútbol, aún tienen hoyuelos en las mejillas, sonríen como los de siempre, tan inmaduros, frescos, con los ojos inyectados de sangre y los dedos oliendo a nicotina, menta, perfumes baratos. ¿Cómo estarán mis padres? ¿Dónde estarán? ¡Saltan, saltan! Me pisaron, pero yo salto con ellos, esa masa de desconocidos, de muertos vivientes que alzan los brazos y se chorrean en cremas, en agua, en cerveza debajo de la mesa. Y todos de negro, como procesión del infierno, como los engendros de aquel tiempo tan violento en el que vivíamos, los hijos de la violencia, de la guerra en televisión y de una educación carente, fallida ¿No nos queda mucho, cierto? ¿Ya va a amanecer? No encuentro el baño, tengo náuseas, me duele mucho la cabeza, voy a estallar y todos los bastardos que saltan a mi lado se mancharán de mis vísceras rebeldes. Arriba alguien golpetea contra el muro ¿La habitación al lado del baño? Moriré, voy a morir, ésto es el inframundo más perfecto del mundo, mi distopía, mi dolor placentero y nunca voy a salir, condenado por siempre ¿Donde estarán mis padres? La mujer de madera se ha roto, la han asesinado, se comen sus partes y todos ríen, todos saltan sobre sus restos, la música nos domina, estamos endemoniados, todos de negro, todos mareados, todos hermanos...

domingo, 7 de noviembre de 2010

Des Crachats

Todos llegamos a un momento en donde pedimos perdón y exigimos disculpas. Es el borde, definitivamente, la frontera, porque las personas como tu y yo, difícilmente accedemos a éstas cosas. Somos muy orgullosos ¿No lo crees? Muy egoístas, nos creemos superiores, incluso entre nosotros, competimos sin darnos cuenta, nos damos puñaladas silenciosas, porque buscamos nuestra propia felicidad. ¿No es eso, algo malo? ¿No es una razón para que dejemos de estar juntos?
Perdóname, porque nunca fui más que aquella sombra púber de tus contactos colorinches. No alcancé a brillar ni siquiera como la sangre seca que se quedó pegada en tu oscuro pasado. No nos hagamos los tontos, tú crees que no lo sé, que no escucho, que no siento, que no existo, salvo para escuchar y soportar tus problemáticas. ¿Se supone que así funcionan las cosas? Yo aguanto, tu vives feliz. De verdad, nunca lo pensé de una manera más realista que ésta. Perdóname porque siempre voy a ser la pequeña, la menor del grupo, quizás la intrusa. Otra Merlina Adams que nunca debió cruzarse en tu camino ni en el de nadie que tiene tus características tan crueles. Perdón porque no tengo una figura agradable, porque no soy apetecible ni me asemejo a las fantasías carnales de ningún ser humano en éste planeta. Perdón porque tengo miopía y sin gafas soy tan ciega como un topo, no te puedo observar, ni intentar buscar tus manos a la mitad de un tumulto.
Pero yo sí te exijo unas disculpas. Quiero que te disculpes, por tu insensibilidad tan espantosa y enfermiza. Porque primeramente, me creíste una infante, me subestimaste, allá, al fondo de todos tus halagos. Me querías hacer creer que puedo ser como las demás y lucirme, que puedo ser mariposa cuando seré una oruga verde toda la vida. ¡Así me subestimas! Me crees una crédula, una tonta, una niña.
Quiero que te disculpes por fingir que significo algo. De verdad, de verdad, de verdad ¿Creíste que iba a ser tan sencillo? Llegar, desaparecer, reaparecer. Son tres cosas sencillas, tres cosas que me hubieran asesinado, si no hubiera sido porque no te amo y nunca te amaré. Espero que lo entiendas, que lo asimiles, yo no puedo amar a lo dañino, a lo que algún día me dejará. ¿Y por qué me dejarás? Porque así está escrito todo. ´
Tú no naciste para estar a mi lado.
Dentro de un corto tiempo, de un intervalo feliz, cuando los dos sonriamos y cantemos sin nada en qué preocuparnos, sin darnos cuenta... vamos a olvidar todo.
Y entonces será cuando no recuerdes mi apellido.
Entonces verás que tengo razón cuando digo: Tú no naciste para estar a mi lado

Mi Abuelo

Me hubiera gustado saber cómo era mi abuelito paterno. También el materno, pero él murió cuando mi mamá era chiquita y ni siquiera sé como es su rostro... pero mi abuelo paterno vivió hasta el año 2003 y sin embargo, nunca lo conocí. Iba a su casa en navidad, preguntándome porqué estábamos prácticamente obligados a asistir, porqué nunca me miraba de frente ni me mimaba. Yo siempre me acercaba a mi abuelo con miedo, durante las fotografías, como si fuera un señor extraño, alguien que de todos modos, comparte un lazo (o mejor dicho compartía) conmigo. Me ponía seria a su lado, al lado de su silla de ruedas y esperaba al flash para luego correr y minutos más tarde, llorar, por los fuegos artificiales que dejaron de asustarme recién a los diez años.
La última navidad que pasé con mi abuelo, me regalaron un telescopio. Soy mala en números, yo solo recuedo que debía de tener siete años o algo por el estilo, quizás menos. Un telescopio que ya no sé en donde está y que usé solo un par de veces, en el escaso espacio de mi balcón y en el polvo de mi azotea. Hasta ahora me da algo de nostalgia recordar esa navidad, creo que se debe a que es el recuerdo más vívido que tengo de él. Siempre sentado en su silla de ruedas, mi abuelo no tenía piernas, las perdió en un accidente mientras iba a una fiesta, por lo que yo sé. Debió de ser horrible despertar y darse cuenta que no iría solo a ninguna parte nunca más. La casa del abuelo Ruperto siempre me pareció especial, yo a veces entraba a su cuarto cuando él no estaba, los maderos rectangulares del suelo solían salirse y yo los acomodaba, como un rompecabezas. Su baño era estrecho, de un color verde agua muy enfermo y siempre olía a jabón, no entraba casi nada de luz. Había una señora que lo cuidaba, tenía una hija llamada Karen que siempre me pareció lindísima, pero ya no recuerdo nada, salvo que siempre andaba con uniforme y tenía una voz casi inaudible.
Abuelo Ruperto nunca me sonrió ni me acarició la cabeza como los abuelos comunes. De alguna manera, yo no sé lo que es el amor de un abuelo, la única que sí lo demostró fue mi abuela materna, pero ella murió cuando yo tenía dos años y no recuerdo nada de ella. Las fotografías demuestran que me quería... aún me querría, a pesar de todo. Mi abuelo me miraba frío y al mismo tiempo, con un brillo triste en su mirada, como si yo le recordara constantemente, lo cerca que estaba de morir. Todos lloraron cuando se fue, pero yo no, a penas me sentí triste porque mi papá andaba apagado.
Vamos a verlo cuando podemos al cementerio, mayormente los domingos. Está enterrado con su esposa, a quien no conocí nunca, salvo por un retrato en sepia en el escritorio. Le dejamos flores, gladiolos rojos y yo dos rosas, una para cada uno.
En la casa del abuelo había un jardín con muchas flores muertas y cordeles para la ropa mojada. ¿Alguna vez logré jugar en ese sitio? ¿Lograré ver que aquel jardín, siempre representó y representará, el estado tan triste de mi abuelo?
Ay, Ruperto... mi papá te extraña.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La Barca Sin Pescador

Dirigida por Manuel Rojas, hoy se acabaron las presentaciones de la obra "La barca sin pescador" de Alejandro Casonas, en donde participó el elenco de los alumnos de cuarto año. Increíblemente es cierto, todo se ha terminado, todos éstos meses ya pasaron, las tardes y noches en el colegio, los dolores de garganta, de pies, el maquillaje, las bromas durante los almuerzos y esa oportunidad única que teníamos de conocernos a pesar de todo. Soy incapaz de hacer una crítica constructiva o destructiva de nuestra presentación, se me es imposible, pero de alguna manera creo que hicimos nuestro mejor esfuerzo y que lo logramos.
¡Hey, profesor, director Rojas! ¡Lo hicimos, lo logramos! ¿Ve que no hubo ningún fracaso? ¡Nos vemos el próximo año, no se vaya a escapar, que tenemos mucho que hacer en la próxima obra! ¡Hasta luego, director Rojas!
Cuando era pequeña esperé mucho por éste año, éstos días. Miraba a los grandes de cuarto actuar y pensaba qué tan emocionante podría ser estar allá arriba, en escenarios, dominar la escena, ser alguien más por dos noches de gloria.
¿Pero saben qué es mejor que la gloria? Las experiencias que pasamos detrás del telón. Las discusiones y carcajadas y maldiciones que lanzamos juntos, el elenco de "La barca sin pescador", mis queridos amigos del colegio a quienes muchos yo no conocía y ahora me he dado cuenta que son excelentes. Me alegro, porque hemos atado lazos muy fuertes en éstos dos últimos meses, todo gracias a los pequeños problemas que teníamos, esas situaciones en donde necesitábamos unos de otros. ¿Me ayudas a ensayar mi parte? ¿Tienes un guante negro? ¡Oye, oye, sales por el otro lado en esa escena!
Gracias al director, al profe, por su tremenda paciencia y dedicación. Gracias a todos los que fueron a tomarnos fotos, filmarnos, criticarnos o simplemente vernos.
Ha sido una de las mejores experiencias del año. Gracias, definitivamente, gracias, a los que trabajaron tanto en ésta presentación.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Tragédies et des scènes

Por lo menos me estaban pagando. Eso era lo único que me hacía recobrar la cordura, después de cuatro ensayos de pesadilla. Y me estaban pagando a manera razonable, supongo, suponía. Veía a aquellos jóvenes talentosos del colegio cristiano sentarse en el escenario, con risas escandalosas y llevándose todo a la broma, quizás eso hacía la mayoría... "¿Funcionará?" me preguntaba mientras marcaba pasos y tonalidades "¿Lograrás que ésto funcione de verdad?" Encontré un positivismo en todos, en fin, era gente joven, actuaban tan tranquilos y al mismo tiempo emocionados, ansiosos, con sus malas palabras que yo fingía ignorar. Y entre aquellos púberes locos estaba Ana. Probablemente nunca me la vuelva a encontrar, hasta el próximo año, si es que decido regresar, si es que ella decide involucrarse en los escenarios. Otra chica, bajita, sin ninguna coquetería especial, al lado de sus amigas, parecía un árbol otoñal junto a tanto cerezo en flor. Ana tenía algo, siempre lo tuvo, era extraña desde el día mismo que comenzamos los ensayos. ¿Sería la tragedia que arrastraba, detrás de su uniforme sin recortar?
Ella no hablaba, más parecía un constante canto carente de dulzura, la voz de una capitana o quizás de una líder fuerte y sin sesos, Ana hablaba en humor negro y en un sarcasmo que llegaba a ser cruel.
Me sorprendía, me sorprende, que todos carcajearan al escuchar.
Nunca me expliqué porqué me molestaba de manera tan peculiar su presencia. Es decir, no era incómodo, pero si muy extraño, enigmático. Su mirada era difícil de llevar, de eso me di cuenta las pocas veces que ella miraba a alguien a los ojos. Tenía las iris oscuras, carecía de ese brillo de la juventud, el que les gusta a los viejos, el de las películas, caminaba con los hombros caídos, siempre seria y su sonrisa era sinceramente terrible. ¿Alguna vez a Ana abrir la boca para sonreír? No, eso nunca ocurrió. Una de esas tardes me dijo que simplemente no lo hacía nunca, ni en las fotos. Bueno, Ana, si así lo deseas, si así lo piensas...
La noche final, la despedida de todos, se respiraba tensión. Yo los maquillaba, los admiraba, mezclándome en su estrés y ansiedad, pues todo terminaba dentro de unas horas. Me tocó maquillar a Ana-Tragedia y comenzó a quejarse de aerosol, de las pinturas y de mis crueles experimentos colorinches que ejecutaba sobre su rostro. Se quejaba, Anita, entre polvos y lápices, pregunté entonces qué había pasado en su corta vida, a sus diminutos dieciséis para que pudiera actuar tan trágica y comportarse tan hostil cuando algo la molestaba. "Me quedaría acá toda la noche si le contara" respondió cerrando los ojos, con su voz de cantos fúnebres.
Ana era consciente desde los siete de lo que era la tristeza. Cosa peculiar, casi nula, casi llegando al límite de lo enfermo y lo trastornado. Sospeché entonces que era cierto, sus amigos giraron a decir que siempre fue igual, aquella chiquilla no me estaba jugando, de verdad era Ana-Tragedia, siempre, por siempre.
Por lo menos me pagaron. Ese fue el último pensamiento absurdo que salió de mi mientras cruzaba la calle iluminada por colores semafóricos. Hacía frío, no iba a regresar a ese colegio cristiano por mucho tiempo, iba a extrañar a todo mi elenco, a pesar de todo.
¿Lograría extrañar la pena de Ana, la manera tan apasionada con la que tocaba el piano por las tardes, con ese amor que nunca demostraba abiertamente hacia los demás? Cuando la vi consolar a una chica a quien ella le había perdido toda clase de esperanza, pensé que los árboles que se pelan en otoño, siempre seguirán siendo árboles.
Ana-Tragedia la del colegio cristiano, la que leía en vez de reír, la que me detestaba mientras la maquillaba y respondía con rudas grocerías a los amigos que de todos modos quería, la que al final...
¡Taxi, taxi! ¿Cuánto me cobra hasta...?
[...]

jueves, 4 de noviembre de 2010

La Sonrisa (Trailer)

Por tareas del colegio tuvimos que hacer un cortometraje. Desde acá agradezco a mi profesor, siempre memorable, Juan Yangali por darnos la oportunidad de experimentar lo que es grabar y sudar la gota gorda para obtener un buen trabajo.
¿Les voy a mostrar el cortometraje en ese video de allá abajo? No.
Es solo una avance, un "trailer" aunque se aleje de ser un trabajo de verdad profesional, un rasgo de misterio, a ver si van imaginando de qué es. Disfrútenlo, si es que les gustó y si no, olviden que lo vieron.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Post-Natalicio

Decidí entonces, sentarme al borde del pequeño muro de la terraza, con los pies en vaivén, con la posibilidad de caer cinco metros abajo e interumpir a los niños susuki que tocaban el violín con un ánimo inagotable. Qué lindos desafinaban, esos enanitos perfumados, con sus clases individuales y las loncheras de plástico al lado del estuche. Cómo me gustaría tener un hijo violinista, quizás pianista, no sé... artístico hasta el tuétano, así me gustaría que fuera, el único heredero de todo.
A cinco metros del huerto del colegio, muchas cosas pasaron por mi mente. Ni idea, prefiero pensar en los sueños del futuro que en las tonterías del presente. El estreno de la obra, mi nueva participación en la orquesta, mi violín desafinado que no tiene quién lo arregle para los ensayos del domingo... el hecho que siempre me estoy muriendo de hambre.
Y también de sed. Anoche tomé mucha sangría, con pedazitos de dulce manzana que nunca consumí, mi papá es el que se come la fruta, siempre, desde siempre. Dormí como lirón en clase, ensayé como salvaje por la tarde y en ese momento, meditaba como si no tuviera algo mejor que hacer, a cinco metros del solitario huerto, con los desafinados, con el frío de miércoles de una primavera limeña, tan triste, tan desubicada...
Tengo dieciséis. ¿Es en serio? ¿Así de rápido pasaron los años, que ya me duele algo la espalda, que ya tengo miopía y recuerdos que valen la pena? Las cosas no fueron tan malas ¿No? No lloré, no me sentí mal por el clima, tampoco por las clases, el cansancio, las pseudo-prostitutas aristócratas o por la aparición de la Domadora de Caballos, mi nuevo personaje, mi villana sorpresiva. Aquella mujer tan misteriosa.
Cené, bebí, hablé por teléfono y dormí. Setenta y cinco felicitaciones y otras llamadas telefónicas, promesas de libros y cosas tecnológicas. Me basta, estoy satisfecha, no he pasado un mal natalicio después de todo. Las cosas no están perdidas.
Yo solo sé que tengo dieciséis y que me creo mi edad, como nunca, cronológicamente siempre, por supuesto.
Aún sigo riendo cuando mis amigos pasan y con una palmada en la espalda me dicen "Tendrás quince o dieciséis, en fin... tú siempre pensarás a la antigua, como abuela sabia".
He sobrevivido a éste cumpleaños.
Definitivamente, me queda mucho por recorrer.
Pero primero, bajarme del muro, porque ya me dio vértigo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Happy (?) Birthday

Sinceramente no hay nada más triste que pasar tu cumpleaños en el colegio. Repito a manera mejorada: Sinceramente no hay nada más triste que pasar tu cumpleaños en un colegio como el mío, en un universo como el mío.
¿Saben qué? Mañana voy a tener los mejores 16 del mundo asistiendo a clases, escuchando esas basuras inútiles y científicas que me sirven tanto como unos patines a un nativo.
Y después bueno, me quedo a un ensayo de teatro que por más emocionante que haya sido, me ha sacado de mis casillas todos éstos meses. ¿Y después, Barbarita, te vas a almozar?
No. Me voy a mis clases del inglés a escuchar, hablar, escribir en ese idioma que sí es útil. ¿Y de ahí, algo interesante, fiesta, mariachis, amanecida?
Sí claro, una emocionantísima cena con mis padres que bastante me conocen...

No le aseguro a nadie estar de buen humor para mañana, porque por el momento, estoy al borde del llanto colérico, porque los cumpleaños no deberían de ser así. Sinceramente debería de haber libertad y tortas (que no como), gaseosas, colesterol, comida insana, sí, aunque sea quisiera seguir auto-aniquilándome con todas las cosas que como y no, apuesto a que ni siquiera voy a poder llegar a ese límite.
Ésto me hace acordar a cinco años atrás, cuando mis cumpleaños eran (y quizás sigan siendo) las fechas más grises y ridículas de la primavera. Para el sarcasmo de mi vida, mi cumpleaños es en primavera y es el día de los muertos, dos de noviembre. Si no me creen, busquen en Google y déjenme en paz.
¿Y hoy?
El hoy da igual porque me van a mandar a dormir temprano ¿Por qué? Porque hay colegio, luego a levantarme temprano, pero ¿POR QUÉ? Porque hay colegio, a tomar mi desayuno insípido y estúpidamente saludable, llegar, hacer el devocional, dos hermosas horas de matemática en donde ojalá que devore algún monstruo infernal y subterráneo.
Y mi violín, el único ser de ésta casa en quien me desahogo, está desafinado y olvidado en su eterno estuche.
Feliz cumpleaños, Bárbara.
Con suerte, la única que se va a joder la existencia mañana,
vas a ser tú.