Estás tan presente como mi mala manía de dejar botellas en el freezer y al regresar dame cuenta que son enormes masas de hielo colorido que han perdido toda clase de sabor. Tan presente como mi incapacidad en la cocina y que además de freir esos pedazos de pollo en forma de dinosaurios y echarles demasiada sal sabiendo que podré sufrir de hiper-tensión cuando crezca.
Hoy conocí a mi nuevo profesor de psicología y mueve los ojos como tú cuando piensa, tiene esos cachetes tan curiosos que hacen que tu sonrisa y risa sean las cosas más bonitas de la tarde, se que suena cursi, que suena estúpido, pero son cosas que pasan... créeme.
Estás presente cada vez que como un helado y se me chorrea por los bordes, cuando el jarabe abandona el hielo de mi cremolada y se deposita en el fondo del vaso para empalagarme hasta la muerte. Estás presente cuando salgo con María a buscar un café tranquilo con una barra donde podamos tomar algo y reírnos de nuestras infancias. Cada vez que paso frente a una librería, cuando entro y me pongo a husmear en todos los estantes libros interesantes, entonces encuentro los autores que te gustan, los que se te son indiferente y los que detestas porque te parecen poco interesantes, faltos de todo, comunes... tan normales, que son aburridos.
Estás presente cada vez que me pongo a llorar como una tonta por una película y la sala termina repleta de Kleenex, también cuando me río de las desgracias del villano, las reflexiones del héroe poco convencional y los interminables créditos que nunca he visto completos.
Son recordatorios de ti, cosas que quién sabe porqué hacen que todo vuelva a mi mente, a hacerme sonreír, a torturarme, a fastidiarme como hadas traviesas y malignas para finalmente dejan mi mente en blanco y mi día gris. No puedo si quiera ver una botella de alcohol sin acordarme de tu poca fuerza, tus frases perdidas cuando a penas puedes mantenerte despierto y ese rostro de niño bueno, de devoto ingenuo, que no corresponde con todas las cosas que guardas en ti. De las que me he enterado.. quizás nunca te conocí, quizás solo te conozco poco o mucho.
Que ridículo, que psicótico, que increíblemente musical es pensar por unos segundos en tu existencia.
El verano pasó llevándose todas nuestras tonterías así como el mar se roba las gaseosas de las personas cuando las olas se retiran, pasó borrando todos nuestros pasos, nuestras caídas, nuestras chocadas contra la puerta y las derramadas de refresco.
Pensar en ti por tu ausencia ya no me duele, me divierte.
Creo que es hora que te quedes ahí donde estás....
Así puede que te extrañe más seguido.
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