jueves, 13 de agosto de 2009

Cortes Innecesarios

Lo peor de odiar no es el simple hecho de sentir esa sopa de sentimientos malignos. No. Lo peor de odiar es cuando ni siquiera sabes porqué lo haces. Cuando no tienes buenas razones, solo sabes que la odias porque lo quieres y nadie te hará cambiar de opinión.
No son cosas naturales.
No es lo que siente el mundo que odia a Hitler.
Las anorexicas que odian los carbohidratos.
Los niños que odian el dentista.
Yo que odio a Paris.

Todos esos ejemplos son de personas que saben PORQUÉ detestan. Pero qué ocurre cuando odias a alguien sin si quiere conocerlo, no sabes absolutamente nada de ella, pero la has visto y sabes que jamás le desearás cosas buenas...
Eso me ocurrió hoy día.
Odiar sin tener razones es algo tonto, inmaduro y que de verdad solo termina confundiéndote. Las personas quienes yo pensaba que no eran agradables terminaron siendo muy amables, hasta conmigo que soy una desconocida.
El mundo no es tan malo. Hay un 1% donde están las personas que valen la pena confiar, querer y extrañar.

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