Una vez alguien me dijo y comprobó que cuando las personas crecen se vuelven menos amigables. Por lo menos eso sucede la mayor parte del tiempo.
Tienen vergüenza de saludar, de hacer una llamada, contestar un mensaje de texto o decir HOLA en una reunión.
Son una versión distinta de lo que eran cuando tenían tres años y hablaban a la gente de la calle de forma amistosa, con preguntas ingenuas y hasta tontas.
Lo tonto es cuando crecen y se vuelven de esa manera tan penosa.
Pocas personas siguen saludando de forma amigable aunque los años pasen.
De esas, suelen ser las que quieras mucho.
Las que te miran y luego salen presurosos, son las que solemos odiar sin razón convincente.
Ok.
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