miércoles, 26 de agosto de 2009

B.F.F

En mi escuela, se le llaman Students a los alumnos que cumplen ciertos requisitos, como notas altas, buena conducta, portadores de compañerismo, voz de mando y sobre todo, aceptación entre sus compañeros de clase. Desde primer grado hasta los de último año, hay dos Students por salón, elegidos mediante pequeñas votaciones.
En circunstancias quizás no tan gloriosas, terminé siendo una Student (por segunda vez en mi vida) junto con otra compañera, que estoy segura no creemos ser un ejemplo perfecto, cosa que un Student debería de ser. Pero esa clase de cosas se pierden en primaria.
Comprobado.
Nos entregaron los distintivos esta mañana (unas placas casi destruidas que mandaron a pintar en dorado para que luzcan bonitas pero siempre han sido las mismas) y fuimos hasta el escenario del auditorio para que nos tomen la fotografía.
Y no, tal como lo esperaba, los aplausos de los Reds 2011 fue opacado por el entusiasmo y compañerismo de las demás promociones, que nos guste o no, son perfectas a comparación de la nuestra, donde cada salón para su lado y nadie existe después.

Así somos, la gloria de una promoción que nunca fue y que cada salón es como una familia.
Una sección con la otra no se soportan (por lo menos no todos). Como familias incapaces de vivir juntas. Así ha sido hoy y en el pasado.
Nadie aplaude con tanta fuerza como las demás, no hay gritos, ni hurras, ni abrazos ni saludos en público.
¿Hacia donde vamos?
¿En quienes confiamos? ¿En los Students, los maestros?
O quizás la verdad es que no confiamos en nadie.
Ni siquiera en nosotros mismos.

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