Salí del teatro después de aplaudir a una de las mejores obras que he visto. No es fácil de entender para alguna personas, pero para mí estuvo mas clara que la propia agua. Subí a un bus y encontré asiento al lado de un joven que leía un libro con serio interés. Estaba usando mi capucha negra en ese momento, y aproveché para leer desde mi posición. Miré la cara del joven y me entró una oleada de melancolía. ¿Cuantas veces, entras a un bus y encuentras a alguien leyendo? Cuantas veces... me pregunto, encuentras a personas como ese joven. Su libro era muy interesante, y en ese momento sentí algo de vergüenza al no tener nada que leer a la mano. Afortunadamente mi madre me prestó lo que habían repartido antes de la obra, donde decía como estaba originada. Cogí el papel lleno de diminutas letras y me puse a leer, sonriéndome al ver que el joven y yo éramos curiosamente observados por todos los que estaban en el bus. El joven dejó de leer, para imitar lo que yo hacía antes, y quiso saber que estaba leyendo en ese momento. No lo pudo conseguir, pues en ese momento bajé, y protegiéndome del crudo frío, caminé hasta mi casa junto con mi madre. Ah si... si tan solo hubieran más como ese joven... que distinta sería la vida.
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