domingo, 20 de mayo de 2012

Once

Dejarte ir como las flores arrojadas contra el vidrio 
las ramas solitarias y los pétalos de cementerio
solo porque la espina de mi amor no es suficiente 
y no haría sangrar la luz negra de tu tristeza 

La huella lejana, el labio partido y una sonrisa extraña
desapareciendo en un silbido silencioso 
que arrastra tu voz como el viento del Bosque
y duerme a patadas en un gesto ausente 

Guardarte bajo la cama como los libros de la inocencia 
la mentira hecha mirada y un silencio acurrucado 
sobre el beso hecho polvo, el abrazo inválido 
y el vidrio que separa tu amargura de la mía 





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