Dejarte ir como las flores arrojadas contra el vidrio
las ramas solitarias y los pétalos de cementerio
y no haría sangrar la luz negra de tu tristeza
La huella lejana, el labio partido y una sonrisa extraña
desapareciendo en un silbido silencioso
que arrastra tu voz como el viento del Bosque
y duerme a patadas en un gesto ausente
Guardarte bajo la cama como los libros de la inocencia
la mentira hecha mirada y un silencio acurrucado
sobre el beso hecho polvo, el abrazo inválido
y el vidrio que separa tu amargura de la mía
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