Se ríe la golondrina tatuada en su nuca de nácar
perdida ente los nudos de su cabello de océano
como la tristeza que dormía bajo su cuello
En el desierto de sus manos de guerras pasadas
sonríe la huella de una pisada afligida y nocturna
como la torcida luz de su mirada hacia el vacío
y ella nunca supo, lo mucho que fue recordada
Como el alma que camina entre las páginas del libro
como el agujero infinito en el izquierdo del pecho
ella nunca supo, lo mucho que fue soñada
nunca,
jamás recordó, lo mucho que amada.
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