No soy una persona de memoria frágil. Es una mentira cuando digo que algo no me importa, casi todo el tiempo estoy engañando a las personas y a sus preguntas, pero más que a ellos, me engaño a mí misma con un descaro total. Me vendo mentiras a un precio bajo y con poco esfuerzo, me creo mis teatros, los dramas, las lágrimas amargas y las risas estruendosas. Me creo absolutamente todo, porque es parte del show, mi gran show, la presentación de mi vida, el teatro final, todo antes de cerrar el telón.
No me olvido de las cosas así por más. Pueden pasar años y seguiré siendo un ser resentido, me guardo lo malo que me hiciste hasta la tumba, a menos que algo extraordinario me haga olvidarlo y hacer aquello que jamás de pequeña me pareció sencillo: Perdonar.
No puedo darle la mano a una persona con quien tengo problemas así por más, no puedo mirar directamente a los ojos a ciertos seres porque temo mucho. Temo a que vean que les detesto o que les guardo rencores, temo que vean asomarse lágrimas de rabia e impotencia porque en fin, jamás me he controlado del todo emocionalmente, siempre hay un momento en el cual me quiebro y lloro.
A veces me he tirado al suelo a llorar como la perdedora y el estereotipo de mujer sufrida que siempre he detestado. Esa, la mujer de mis pesadillas, la sensible que llora y sufre y que espera de por vida a algo que no va a suceder, la que toca el piano temblando y al final se compadece de sí misma. La idea desgradable de ser débil, eso es lo que me acosa por la noche. Suelo hacer un gran esfuerzo, por controlarme, por no temblar y sigo adelante, y camino y bromeo y me río con todos, de todos, de mí misma, todo de buen humor, colorinche, perfecto.
Y la realidad no es así.
No puedo soportar que alguien que odie me quiera. No puedo aguantar querer a alguien que me odie. No puedo con los mensajes no recibidos y los no contestados, si te odio quiero que me odies, si te hablo, quiero que me hables, si te ignoro, preferiría que me ignorases también.
Mi búsqueda por el equilibrio inútil de las cosas, detesto a los corazones sensibles, detesto el mío y el que no me pueda tomar las cosas tranquilas.
No aguanto el cariño no correspondido.
A veces desearía jamás amistarme con aquellas personas que perdí. A veces, muchas veces, por no decir, una buena parte de mis momentos de pena, desearía odiar por siempre, y ser odiada a cambio.
Y es ahora cuando pienso, en lo hermoso que sería amar y ser amado a cambio.
Es una lástima que todo, se quede en mi frívola e infinita imaignación....
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