Hay una serie de canciones que he reservado para los momentos más tristes de mi vida. Se ha dividido entre música contemporánea e instrumental y he llegado a partir mi tristeza entre Mozart y Damien Rice, Chopin y Bunbury. Cada parte dulce o amarga de mi vida tiene un soundtrack, una pista que suena repetidamente dando vueltas alrededor de mis pensamientos. No me cabe la menor duda que muchos lo considerarían masoquista, negativo y pesimista tener una lista especial para los momentos más negros; es una fortuna que casi siempre he considerado los comentarios del resto como inútiles.
Pero estamos hablando de ti, en todo caso, de nosotros dos. No tengo ganas de escribir más hojas explicando con ramificaciones y palabras tersas mis emociones, no me entra la idea de hacer más llamadas telefónicas sin dejar mensajes y esperar a que suceda un milagro. Los paraderos siempre serán lugares de destrucción y pena absoluta, los atardeceres son la peor hora para ponerme a pensar y las cabinas telefónicas son como la habitación de la incertidumbre. Pero se me ocurre que no son casualidades y que de verdad, con toda la hermosa crudeza que nos caracteriza, lo hemos echado todo a perder.
Echarte la culpa de mi consideración a usar esta lista de canciones tristes no es justo.
No voy a decir que de nuevo lo echaste a perder ni que soy una víctima de tu indecisión. No somos buenas personas, simplemente somos humanos, con todo lo brillante y lo oscuro que esa definición explica. En esa estructura llena de agujeros que tenemos, por lo menos en la tuya encuentro un apoyo incondicional. Te importe o no, lo quieras o lo rechaces, es imposible que me dedique a borrarte de mis memorias y decida que no eres más que un recuerdo inservible.He desaparecido a muchas personas, pero tú jamás serás el caso. No voy a correr diciendo que tu presencia me da miedo, que me creará problemas académicos, que me hará llorar por las noches. Ya no lloro por nadie, pero si me pides que lo reconsidere, todavía me sobran historias y algunas, te pertenecen todavía. Mi lista de canciones sigue intacta y cuando llegue el momento (que quizá se acerca) voy a poner play sabiendo que es mi responsabilidad.
No voy a huir ni regalarte mi indiferencia, jamás he podido hacerlo, sería como una de mis mejores maquilladas mentiras.Si tú sí quieres huir, si quieres los tiempos que vienen con mi ausencia y no piensas en tu propia lista de canciones ni tienes razones para continuar recordando que todavía estoy ahí, entonces hazlo.
Pero por favor, no me hagas creer que todo lo que dices es verdad.
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