Apagándose la vela
en el entierro del verbo
saludaba el poeta
del tiempo
Sonriendo,
con una mirada entre los dedos
acaricia el verbo de sus pasos
que se acurruca en la baranda solitaria
de su risa y de su espacio
Encendiendo la sombra,
de su lecho torcido
sonaba la canción de la demencia
entre el amor, el odio
y el olvido
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