jueves, 29 de marzo de 2012

Club de los Corazones Rotos

"En el colegio, se decía que el Club de los Corazones Rotos no era más que ese grupo silencioso de chiquillos que se vestían de negro y andaban como una bandada de murciélagos a todos lados. Todos los observaban desde lejos y solo los locos y los borrachos se atreverían a hacerle frente a algún miembro. Las mujeres con sus botas de cuero y sus brazaletes de púas caminaban a zancadas por los pasadizos del colegio riéndose, abriendo sus labios rojos como la sangre de una rosa, encarnando la violencia y la fragilidad misma. Los hombres con sus rostros serios y risas profundas, manos grandes, anillos extraños y camisetas de grupos desconocidos y letras violentas. El Club de los Corazones Rotos. Si atacabas a uno, el resto se te venía encima. Más allá de aparentar ser la procesión de niños góticos en plena catástrofe de adolescencia, eran personas bastante amigables o por lo menos eso es lo que yo digo porque me aceptaron al verme desamparada, desprotegida y sola.
Hasta ahora no comprendo a quién se le ocurrió el ridículo nombre de Club de los Corazones Rotos. Cada persona tenía su historia, pero no era un conjunto de gente que lloraba y se juntaba a lamentarse sin control sobre los miserables relatos de sus infelicidades amorosas. Todo por el contrario, este club se representaba por gente que estaba tan asqueada del amor moderno que se limitaban a hablar del lado más realista y científico. Cualquiera se queja del amor, pero yo nunca había visto a una chica fumarse un cigarro, acomodarse la casaca de cuero y decir que químicamente, el amor dura tres años y luego muere en el cerebro a falta de estímulos.
Recuerdo casi con cariño las noches de ron fuerte en las escaleras del edificio abandonado, los sábados de cerveza y discos de heavy metal, la comida chatarra y los paseos en el antiguo Mustang rojo, gritando por la ventana aclamaciones a la libertad y muerte al amor contemporáneo. No éramos adolescentes sin alguien a quien amar; nos teníamos los unos a los otros.
Más de cinco años después de mis buenos años de colegio, el Club de los Corazones Rotos se ha disuelto pero los pedazos que quedamos nos llamamos uno a otros como metales cargados de magnetismo. 
Ya no estamos solos y no podemos decir que todavía odiamos al mundo y al 14 de Febrero. Hemos crecido.
Pero hemos madurado lo suficiente como para seguir creyendo que lo diga el resto de nosotros, no vale ni un carajo". 


B. 

Horacio II

Tú no lo sabes, pero pienso en ti
desde la aurora que padece de tu ausencia
hasta el anochecer frío sin tu tacto metálico
Horacio & Yo
y sin embargo cubierto en dulce armonía
porque mi alma es tuya, tu alma es mía

Desde tu abandono de resina y triste polvo
respira la pena de tenerte encerrado, dormido
si me queman las manos por el frío de tu lejanía
y me congelo en la tibia tristeza de nuestra memoria
los veranos musicales, el pentagrama y una historia

Tú no lo sabes, pero sin ti me he perdido
en el limbo neblinoso del silencio
y la absurda cacofonía de los autobuses solitarios
no hay amores de paradero que reemplacen tu tacto
ni lluvias de verano que borren mi error

Recuerdo en el silencio que tú eras mi amigo,
eras mi consejero, eras el amor.





Pausa


Vivo mis días en constantes dosis de Crystal Castles y Starfucker mezclados con Coca Cola helada.
Ya no como chocolates, he dejado los caramelos pero le compro chicles a todos los señores que suben a vender al autobús. 
Me divierto en mis labores académicas, he comenzado a leer el último libro de Millenium.
Me la paso escapando del sol y analizando a las personas como células mediante un microscopio.
He dejado mis menesteres amorosos aislados con candado en un agujero muy profundo dentro mi alma. 
Lo cual no significa que los he olvidado.
Pero podríamos resumir la situación como un estado mental infinito entre la alucinación y la indiferencia.
Lo cual no significa que esté triste o deprimida de nuevo. 
En realidad me siento feliz.
Lo cual tampoco significa que lo esté.
Voy a comprarme botas de cuero de motociclista ochentero.
Y he comenzado a usar mis brazaletes con púas de nuevo.
Fuck. 




Requiem. 


martes, 20 de marzo de 2012

La Universidad & La Destrucción de Almas

Cuando usamos uniformes y tomamos el micro sudorosos, empapados en fluidos que nos pertenecen tanto a nosotros como a los demás felices personajes de Lima, las personas grandes nos cuentan que la universidad es otro mundo. No se equivocan. El problema surge cuando nos dicen "qué tipo" de otro mundo es. Suelen decirnos que está llena de diferentes personas, tanto buenas como malas, nos dicen que a nadie le importa un pepino si estudiamos o no y que seremos lo suficientemente maduros como para ser amos y señores de nuestras vidas. Si me preguntaran si esto se ha cumplido, les daría un gordo y sucio no de respuesta. 
Mi semana y media de universidad sigue siendo un hueco cuando quiero dar la palabra porque, a miradas del resto de personas "no tengo la menor idea de lo que digo" y efectivamente "¿Qué puede saber una cachimba?".  Puede que no pueda dar una opinión profunda sobre lo que es estar en la universidad, pero quizá represento el largo puente (bastante accidentado y maltrecho) de salir de la vida escolar hacia "el más allá universitario".
Hasta donde he visto, las personas se pierden en la universidad. 
¿Pero qué significa perderse? Las personas tienen una estructura de personalidad que llegan a formar después de tantos años de colegio, dramas y adolescencia. Al entrar a la universidad, uno está (en su mayoría) completamente solo con un salón de mas o menos 60 personas que no tienen la menor idea de quién eres. Te vuelves una hoja en blanco y está a tu decisión cómo quieres mostrarte, porque si los engañas qué mas da, nadie sabe quién fuiste en el pasado o quién eres en realidad. Los conocidos cachimbos solemos aprovechar esta ventaja: comenzar desde cero, hacernos una vida nueva y dejar atrás -o por lo menos intentarlo- los años de drama y dolor escolar. 
Como este no es un ensayo ni intenta serlo, diré que he visto y he contactado con las metamorfosis más raras y tristes del mundo. Hay personas que antes de entrar a la universidad, todavía tenían una idea determinada de quiénes eran, de qué hacían y de porqué lo hacían. Después de cierto tiempo se transformaron en seres que actúan y piensan según lo que el entorno les exige. Ahora es cuando me dicen "Yo tengo mi opinión y a mi nadie me influencia". En las cosas más absurdas como cómo vestir, qué cosa decir y cómo reaccionar, los que antes fueron mis amigos perdieron todo lo que los hacía especiales. Podría atreverme a decir que ahora son fotocopias de lo que la gente les pide que sean. 
Fíjate en la ropa con la que viene el resto, presta atención si la blusa combina, no uses zapatos bajos porque blabla y olvídate de la familia porque su lugar es lejos de tu casita de estudios, comienza a creer que son una mancha en cómo te ve el resto, un motivo de vergüenza. Algo así, es cómo la gente se pierde en la universidad.  Cuando mi papá intentó darme una cátedra así de estúpida, le respondí que no voy a la universidad a modelar ni a llenar mi directorio telefónico. Yo elijo mi ropa todos los días en la mañana y me importa un carajo gastar mi tiempo pensando en los zapatos de la próxima semana. Así, siempre he vivido feliz.
¿Dónde quedaron esas personas que antes mostraban emociones e ideas? ¿En qué momento se alienaron de manera tan repulsiva hasta volverse copias "inútilmente maquilladas con individualismo, democracia e ideas de pluralismo" que se toman la libertad de aconsejarte, como si su estado actual causara orgullo? 
La universidad es otro mundo, pero sigue siendo de humanos, personas diferentes con ideas diferentes y si no nos agradan, hay un lugar llamado bolsillo donde se guardan opiniones tan inútiles y huecas como decir quién te acompaña a la universidad y qué piensa el resto de ti.
Inevitablemente, siempre habrán estas falsos manos bondadosas que intentarán jalarte hacia lo que supuestamente es el camino del bien.
Podría hacer una lista de personas que vendieron sus emociones al deseo de ser bien vistos, a 'la gente' y al dinero. Ahora creen saberlo todo y estar siempre en lo correcto, pero estan condenados a que los escuchemos para ahorrarnos una pelea estúpida.
¿Qué saben esos infelices de lo que es el camino del bien? 








domingo, 18 de marzo de 2012

Rodillas

En el camino veraniego y triste del regreso 
pedí a Dios en una plegaria que me dejara quedarme
entre el naranja triste y el espacio de tus dedos 
lo que dura una mirada escurridiza, 
en el astro nocturno de tu rostro de invierno 

A los pies de la cama solitaria del verso 
pedí a Dios en un susurro verte de nuevo
antes de desaparecer como la niebla de la muerte 
cuando me consuma la soledad del pasadizo poblado
el silencio de los días contados 
en el aire lejano al tuyo que respiro

Al lado e la ventana triste de las seis de la tarde 
pedí a Dios con los ojos cerrados que me diera fuerza 
para no desvanecer entre la duda de nuestro verso 
la cicatriz quizá aún abierta de tus pasos silenciosos 
en la marca inmortal de la historia de tu beso 



viernes, 16 de marzo de 2012

El Alumno Invisible

Las horas durante el atardecer son los momentos más tristes del día, por lo menos ahora, que tengo que enfrentarlos cuando salgo de la universidad y el cielo se ahoga en un morado bastante agridulce. La solitaria vida universitaria se ahonda en el matiz de los grises con el paso de los días, pero asumo que estar así de triste es parte de la primera semana de clases. Alguien por ahí me diría que siempre sucede y que se me irá con el tiempo. No tengo porqué contradecirlo, una semana en la universidad no demuestra absolutamente nada. 
Hay un vacío bastante peculiar que me asalta a la hora de comer y salir de clases.
Me sorprendo bastante de la tristeza que tengo como efecto secundario de esta primera semana. Mi hipótesis es que sucede porque me he acostumbrado a reír todos los días y si no es por una que otra visita, en especial la de Claudio durante el miércoles, no río desde el día domingo. En casa mis padres están más emocionados y contentos que yo y considero que eso es algo bastante preocupante. 
No es que deteste la vida universitaria o que no me guste ir. Todo lo contrario, simplemente adoro las clases y esta forma nueva de ver las cosas, ir todos los días, leer docenas de separatas y levantarme relativamente temprano cuando es necesario. No renunciaría a esto por nada del mundo, pero no todo es confeti, felicidad y nuevos amigos. En especial nuevos amigos. 
Las pocas personas que he conocido son bastante simpáticas y amigables, en especial me agrada que compartimos esa tendencia a pensar mucho en las cosas de la sociedad y la realidad. A pesar de todo, me siento terriblemente fuera de lugar, bastante invisible y no es porque me ignoren o porque me cierre con las personas; simplemente es la sensación que tengo cuando salgo de clase y regreso a casa por la tarde y me pregunto qué ha pasado. 
Ni ganas de beber ni de tocar violín, tampoco de fumar (que ni siquiera lo hago) ni esas ansias locas de perderme en las luces nocturnas de la ciudad. He perdido toda manera fantasiosa e imaginaría de entretenimiento; ahora me baso en los libros, los simples audífonos en el autobús y en luchar contra la tristeza. Si alguien me preguntara qué es lo que más necesito ahora, yo respondería que es sentarme a hablar, un abrazo, una broma, compartir una Coca Cola helada o una salida sabatina al cine.
Contacto humano. Me estoy marchitando en mi dosis diaria de silencio, música en el autobús y libros cada vez que tengo tiempo de cogerlos. Si no me controlo terminará comprando docenas en unos meses; son los únicos que me acompañan en esta solitaria vida universitaria. 
Estoy a punto de terminar de leer La Pianista y ya me compré el tercer libro de Millenium.
Me siento menos sola.



Con frágil amor,
Requiem. 

martes, 13 de marzo de 2012

La Universidad

Estar en la universidad es como caminar por otro mundo. Es una frase bastante trillada pero tengo que repetirla por el mismo hecho que es cierta. Imprimo mis hojas colorinches para separar mis lecturas en un simpático folder azul y analizo las lecturas todo lo que puedo. 
Afortunadamente no he abandonado a mi violín
Hoy caminaba por los pasajes verdes y serenos de la PUCP y pensaba en cómo me vería desde una perspectiva no-personal. La clásica incógnita de cómo te ve el resto, si te consideran algo tímida o demasiado relajada, inteligente o bruta porque te intimidas hacia esa masa de desconocidos, algunos amistosos y otros un poco hostiles, que estará contigo por meses. 
No me quejo, pero hoy una tristeza me invadió mientras regresaba a casa y era porque las cosas son tan diferentes a las épocas de colegio que es como diferenciar lo dulce de lo amargo usando el azúcar y una semilla de café puro recién sacado de la tierra, si es que no me equivoco en cómo sabe.
Voy a estar muy lejos de este blog y de todos lados, me temo. Regresaré cuando pueda, estaré siempre con noticias y cosas nuevas, extraño mucho venir a tranquilizar mis emociones. Ahora me limito a leer en el autobús, analizar mis lecturas y respirar mucho cuando salgo de clase para regresar al planeta Tierra y seguir consciente.
Mis profesores son adorables, inclusive la de mi curso menos preferido (matemática). Tengo buenas expectativas de este ciclo pero de todos modos aún hay un miedo secreto, bastante debajo de las capas de seriedad o indiferencia que demuestra cómo poco a poco me voy adecuando al ambiente, al ritmo. 
Añoro el fin de semana y sobrevivo entre una suave tela de catarsis y tranquilidad. 
Encontrarme con mis amigas del colegio es como ponerle una bandita desinfectada a las profundas heridas que produce el hecho de crecer.
Extraño también a las personas que leen este blog. No tengo que repetir lo importante que han sido en estos años "flojos" de mi vida como bloguera.
Hoy día dos hippies chilenos se subieron al autobús a cantar y el que tocaba la guitarra sabía silbar como un experto. Les di una moneda y me animaron el día.
Ánimo. Eso es lo que más necesito. 



Con infinito y nostálgico amor, 
Requiem.

PD: Mañana tengo una audición para participar en la orquesta de cámara de la universidad. Deséenme éxito y muchísima seguridad. 

sábado, 10 de marzo de 2012

Blanca


Solo he venido para decirte que sueño contigo, 

con tu pecho como una laguna de mármol
de botones sobresaltados 
en la ambrosía de nuestros dedos amarrados 

Vine a recordarte que te tengo como un sello nocturno
con tu aroma de perla intacta entre las almohadas 
que flota entre las flores vírgenes 
con tu sombra ardiente de poema pensado 

Sería bueno que sepas que pienso en ti, 
con tu boca de flor abierta y traviesa 
de tu ombligo pueril de paciente otoño 
en tu humedad de princesa añorada 

Aceleraciones

No  estoy segura si es el nerviosismo escondido bajo mi capa de indiferencia y de todo-me-llega o mi falta de tiempo la que me ha separado de mi blog de una manera bastante usual. La última vez sentí este distanciamiento fue cuando me castigaron (si es que alguna vez funcionó) el año pasado porque "tenía que dedicarme a mis estudios" y pasé mucho tiempo leyendo en mi habitación novelas y poemarios, rechazando toda clase de formularios y separatas científicas sobre el peso de los cuerpos. En todo caso hasta ahora no he recibido las graves consecuencias de haberme tomado mi educación del colegio un poco a la ligera. Nunca fui una mala alumna pero las buenas notas me sirvieron para ingresar a la universidad. No es por alardear, pero a veces me preocupa mucho cuando los padres insisten en que sus hijos deben de encerrarse a memorizar hojas para ser los número uno de su generación. Vamos, padres, yo nunca hice tal cosa y no me ha ido mal en esta vida, mucho menos en el sentido académico. 
Riéndome (por primera vez ante cámaras) con Giani. 
Pero ese no es el punto. 
Poco a poco estoy abandonando mi coraza de indiferencia hacia las personas. Anoche vino Gianina y estuvimos hablando de la vida y comiendo popcorn y semillas en mi habitación hasta las nueve. Siempre me alegra reunirme con ella y retomar los viejos años cuando nos conocimos y teníamos trece. Hace unos días regresé donde una frustrante psicóloga que pensé que podría funcionar y salí igual que la primera vez, de muy mal humor. De verdad jamás había conocido a un 'profesional de la salud mental' tan irritante. Cada cosa y error que cometo, es una razón para que diga que soy un ser humano de categoría moral subterránea. No pienso regresar a su casa-oficina nunca más, creo que no va a funcionar ni en mil años. Extraño mucho a mi psiquiatra, espero que no piense que me he retirado del tratamiento por cobarde o por irresponsable. Hablando de doctores, también tengo que ir a mi dentista uno de estos días.
¡Y bien! La vida. El lunes comienzo clases en la universidad y como ya dije, estoy ansiosa, a la expectativa y de bastante humor humor. No siento miedo. Últimamente siento que nada me da miedo.
Estoy leyendo un libro bastante profundo llamado La Pianista. Hasta donde he llegado, lo recomiendo a todas las personas que gusten de narrativas densas y analíticas. Es bastante bueno, me estoy divirtiendo de lo lindo.
Me retiro. Tengo que tomar un autobús hacia un cafetín cerca de casa porque voy a tomar desayuno con unas amigas que no veo desde hace mucho tiempo. Poco a poco abandono mi idea de aislarme y pienso que no es buena la soledad, pero a veces es necesaria para esclarecer las ideas.




Con amor, 
Requiem. 

martes, 6 de marzo de 2012

Las Niñas

"Hay un momento en donde las niñas que antes jugaban con muñecas crecen. Sí, así es, se podría decir que envejecemos, pero en realidad solo nos volvemos jóvenes. Es algo bastante complicado, pero todas llegan a esa parte, a menos que sean niñas vampiresas incapaces de envejecer. Llega un momento en donde creces tanto que cuando caminas por las calles los hombres se voltean a verte y te silban. Caminas indiferente a los comentarios, pero entonces sabes que has crecido. Sabes que ya tus piernas ya no son las piernas de una niña que salta entre los cuadrados de las veredas, son piernas de mujer que pueden cruzarse en una reunión y abrirse para dar paso a los placeres, muchas veces inadecuados, de la juventud. Te das cuenta también que te han crecido los pechos y no puedes dormir boca abajo, los pezones se te endurecen con el frío y con la presencia de ciertas personas, comienzas a fijarte en los zapatos, en las manos y en la higiene de los hombres con un interés casi nuevo, desconocido quizá hasta ese momento. Sabes que se te han abultado los muslos, que tu rostro se ve más reluciente y guste a quien le guste, incluyéndote a ti misma, te estás transformado en algo, como una fruta prohibida e intocable en un jardín lleno de golosos insaciables. 
Crecer hasta ese límite tiene sus grandes deberes, como no dejar que alguien te toque, golpear si es necesario y saber que tu carácter es tu mejor arma. Que no te tomen de tonta ni jueguen con tus sentimientos, tienes que aprender a ser firme con tus emociones, al dejar de ser una niña, has dejado también de ser alguien manipulable, una muñeca. El amor parece un juego pero es un arma de doble fila, aléjate de las pasiones si tienes el corazón débil. Sabes que estás creciendo muy rápido, quizás demasiado cuando un beso no te sorprende ni te deja la sensación en el corazón de estar a punto de romperte en miles de pedazos. Hay niñas que crecen de esa manera, yo no las conozco muy bien, pero sé que existen. 
Las niñas de hoy en día no saben mucho, pero ellas creen que han recorrido el mundo por todos sus caminos. Jamás han sido tocadas por un hombre pero creen que será muy normal y divertido en cuanto suceda. ¿Son conscientes acaso que hay personas malas allá afuera? ¿Personas que juegan con tus emociones como trapos desolados y te abandonan como una memoria placentera? Los hombres son crueles y las niñas se hacen las insensibles solo para seguir con un juego de pasiones macabras. Ah, pero tú no sigas ese camino, tú estás creciendo y eres una niña muy buena, vas a ser una mujer grande, esas que silban en la calle y que tiene pechos  preciosos, blancos, debajo de la ropa con pezones marrones que se enderezarán debajo de la tela blanca cuando sientas que te toca la mano del hombre que amas. 
Todavía te falta tanto aire que respirar..." 


B. 


Dios





La primera vez que fui a una iglesia (cuya religión no es importante) después de muchos años, había un hombre hablando en escenario y él dijo "Cuando mi hijo se enfermó, tuve que agarrarlo de los brazos mientras le sacaban sangre y yo lo amaba, pero él tenía que soportar el hincón para sanarse. Entonces pensé, así es como Dios nos tiene, abrazados para que después del dolor, podamos aprender a sanar"

Marzo de PUCP

Haber pasado muchos días de incertidumbre, miedo y adrenalina absoluta con uno que otro amigo, esperando a que la universidad nos publicara nuestros horarios.  No me quejo. Me parece bastante simpático salvo por los martes en donde tendré que levantarme como si fuera a ir al colegio, pero no me vendría nada mal estar despierta tan temprano por lo menos una vez a la semana. 
En todo caso, estoy satisfecha este pequeño y me emociona (con moderación) el inicio de clases. Un amigo mío se ha dedicado a trastornarme en las últimas semanas con comentarios sobre los hábitos que tienen las personas hacia los recién ingresados. 
Mi actitud de poca carisma hacia las personas que se pasan de cómicas me servirá de algo que no sea llenar a la gente de sarcasmo cuando es necesario.
Me siento de un increíble buen humor. 
Créanme. 

sábado, 3 de marzo de 2012

Fantasías

"El abuelo decía que muy en el fondo, todas las mujeres quieren un poco de violencia. El abuelo Braun no era una persona agresiva y mucho menos violenta. A comparación de los demás hombres de su época, el amaba profundamente a las mujeres sin caer en el término de un mujeriego o un viejo verde. En todo caso, el abuelo Braun decía que todas las mujeres, por más que se hagan delicadas y que se muestren muy reservadas o tímidas, les encantaría que un hombre las tome por la muñeca sin hacerles daño y las bese sin aceptar a que se rehúsen o digan una palabra. Él decía que todas quisieran que venga algún vampiro por la noche a meterse en su habitación, olisquear su perfume nocturno mientras duermen y besarles el cuello hasta que desfallezcan de emoción. 
El viejo Braun tenía una imaginación única para estas cosas, pero todos lo escuchábamos todo el tiempo. Esperó a que fuéramos ya mayores para relatarnos sus teorías. Él decía que gracias a eso, hacía a la abuela Adelina la esposa más feliz del mundo. No era nada raro, la veías despertar con una sonrisa e irse dormir de la misma manera. A veces creíamos que nunca se habían peleado en sus más de cuarenta años de casados. Era envidiable y de todos modos, merecía una premio.
Pero el abuelo Braun también decía que todas las mujeres secretamente sueñan con que venga un extraño y guapo caballero montando caballo, que las secuestre con cuidado y con dulzura y que las mantenga en algún castillo oculto hasta que se enamoren perdidamente de él y luego que les hagan el amor. Si hay alguien sabe lo que es aquella actividad, quizá sea el abuelo Braun. Él decía que hasta hacer el amor tiene que ver con la violencia, no puedes simplemente andar entre almohadones y velitas como si fuera dar un paseo en cámara lenta. Dice él que tiene que ver mucho con la fuerza en las manos, con cogerse de las muñecas, morderse las orejas, arañarse la espalda, gritar o ahogar gritos, botar cosas de la mesita de noche, jalar sábanas y sudar copiosamente hasta que a la mañana siguiente, se oliera el amor saliendo por las ventanas. 
A veces nos reíamos de sus ocurrencias, pero quizás el abuelo Braun sea uno de los últimos hombres que conocen a las mujeres. Recuerdo que cuando terminó la cena, Ernest me cogió con fuerza de la muñeca y me sonrió -¿Estará en lo correcto tu abuelo?- me preguntó y yo me reí.
Con un padre como Bertram Braun, me cuestiono a veces cómo papá no supo amar a mi madre" 


Berta Dagna,

viernes, 2 de marzo de 2012

Febrero

Febrero se fue. El 29 pasó volando y ni siquiera tuve la delicadeza de venir a colgar alguna entra si quiera recordando lo importante que es el 29 de febrero al ser un día que viene de visita cada cuatro años. He tenido tantas cosas en la mente, tantos planes y fechas importantes que se me ha ido mi conexión inmortal con mi blog. Suele pasar todo el tiempo, en especial cuando es verano, el sol es terrible y a uno le faltan las sustancias, los líquidos alucinógenos y la pérdida de consciencia.
Solo sé que tengo muchas imágenes sin sentido dentro de mi cabeza y lo que necesito es dormir por días y muy buenas compañías. 
No tengo la energía suficiente para relatar todo lo que ha sucedido y pasado por mi cabeza en las últimas semanas. Es una mezcla de novela policial con escenas alucinógenas y una pizca de erotismo en una serie de sucesos desafortunados.
Como se podrá ver, me estoy muriendo de sueño y escuchar Crystal Castles, mi nueva droga musical no sirve mucho, solo hace mi situación se profundice, quisiera ponerme a gritar y a llorar y hacer llamadas telefónicas y saltarle encima a matar de abrazos a ciertas personas de mi pasado. Pero no, autocontrol sobre todo. 
Me he dado cuenta que ni yo ni nadie sabe lo que realmente es el amor. 
Entonces ¿Por qué nos preocupamos tanto por él? Ahora que lo pienso bien es porque siempre a uno le llama la atención lo que no conoce, como los fantasmas y las ouijas. Bueno, pasa todo el tiempo. En todo caso, actualmente no estoy enamorada de nadie. 
Y eso no significa absolutamente nada. Ni dolor ni tristeza, ni sentimiento agradable ni tampoco un vacío, me siento jodidamente insensible y no me trae más que beneficios. O por lo menos eso aparenta. 
¿Alguien se apunta? Quiero tomarme unos tragos largos y ardientes de líquidos coloridos antes de comenzar clases y despedirme totalmente a mis noches de filosofar sobre las emociones humanas. 
Por cierto, ya les narraré un desafortunado evento que sucedió en una de las charlas que nos dieron en la PUCP hace unos días. Me enojé bastante por aquello y uno que otro amigo supongo que se habrá burlado de mi, pero en realidad insisto en que tuve razón de enojarme. 
Después de que nos hablara el Decano y otros personajes importantes hubo un show cultural en donde dos grupos de música interpretaron temas de la costa, sierra y selva. Para mi horror, antes que si quiera terminaran de tocar y cantar, más de la mitad del auditorio se estaba retirando. ¿Qué carajo? ¿Que falta de respeto fue esa? Me enojé tanto que estuve renegando hasta varias horas después. Junto con una amiga que me acompañó ese día, nos decepcionamos mucho de la calidad de gente que íbamos a conocer. Algo como un choque de realidad. Nos va a ir bien, solo que la mitad de mis nuevos compañeros no me cae bien después de lo que sucedió. Fuck it. 
Voy a intentar dormir. 
Inútil, muy inútilmente. 


Cansada, 
Req. 



Serotoninas I

No te tengo miedo. No le temo ni a tu recuerdo ni mucho menos a tu olvido porque olvidar es una leyenda para corazones rotos. No le tengo miedo ni a tu mirada de cielo nocturno, ni a tus manos de dedos largos ni a tus pómulos firmes ni a tus orejas heladas, tampoco a tu decoloración de piel por el frío, mucho menos a tu boca de éxtasis primoroso. 
Existe, en esa marca impecable de tu blanca ausencia entre mis pasadizos, un ronroneo terso de lo que palpitaba antes, debajo de la tela blanca de una camisa favorita, como la luz perfecta, almidonada, de los días tranquilos. 
Más o menos como las horas que se mecían entre las nubes de un atardecer de autobús. Algo así te recuerdo pero no te tengo miedo, ni al dolor que renacería desde la cicatriz de un beso ni al placer de tu tibia piel como sueño acaramelado 
Pero como un sobresalto te siento todo el tiempo, cuando aparece el llamado ligero de tu voz casi olvidada, como el susurro del mar cuando está adormilado, como el sueño de los sueños cuando van a desaparecer. Me creerías si te digo que te diría que si por el pasar de los siglos, hasta que el polvo lunar del olvido haya desaparecido y recuerde noche a noche tu sombra tibia como la mejor de las ilusiones, algo como las luces rápidas que son cataratas de felicidad momentánea. Oh, cómo decir que te amo si no te amo y cómo escuchar que me amas si no me amas. Si el amor está tan muerto entre los dos ¿Por qué florece el paraíso? 
Dormirme en tus omóplatos y derramarme entre los falanges, ni dolor ni pasión escondida ni secretos telefónicos, solamente la paz increíble que me traía tu presencia. Algo como la demencia, de la profunda, como el cuerpo que golpea el profundo del mar, algo así cuando tus brazos me jalaban hasta la aurora de los mejores placeres. 
No te amo.
Yo no sé qué es amar. 

jueves, 1 de marzo de 2012

Huella



El mar con su agua azul a donde vaya,
será el agua, agua por siempre
pero el amor que ahogaba el alma
ojalá pudiera ser agua también

La luna se duerme entre las nubes,
será la luna, luna por siempre
pero la manera en que te amaba
ojalá pudiera ser luna también

El día que se despereza con el sol.
será el día, día por siempre
pero la huella de tu beso mortal
ojalá pudiera ser día también