martes, 20 de marzo de 2012

La Universidad & La Destrucción de Almas

Cuando usamos uniformes y tomamos el micro sudorosos, empapados en fluidos que nos pertenecen tanto a nosotros como a los demás felices personajes de Lima, las personas grandes nos cuentan que la universidad es otro mundo. No se equivocan. El problema surge cuando nos dicen "qué tipo" de otro mundo es. Suelen decirnos que está llena de diferentes personas, tanto buenas como malas, nos dicen que a nadie le importa un pepino si estudiamos o no y que seremos lo suficientemente maduros como para ser amos y señores de nuestras vidas. Si me preguntaran si esto se ha cumplido, les daría un gordo y sucio no de respuesta. 
Mi semana y media de universidad sigue siendo un hueco cuando quiero dar la palabra porque, a miradas del resto de personas "no tengo la menor idea de lo que digo" y efectivamente "¿Qué puede saber una cachimba?".  Puede que no pueda dar una opinión profunda sobre lo que es estar en la universidad, pero quizá represento el largo puente (bastante accidentado y maltrecho) de salir de la vida escolar hacia "el más allá universitario".
Hasta donde he visto, las personas se pierden en la universidad. 
¿Pero qué significa perderse? Las personas tienen una estructura de personalidad que llegan a formar después de tantos años de colegio, dramas y adolescencia. Al entrar a la universidad, uno está (en su mayoría) completamente solo con un salón de mas o menos 60 personas que no tienen la menor idea de quién eres. Te vuelves una hoja en blanco y está a tu decisión cómo quieres mostrarte, porque si los engañas qué mas da, nadie sabe quién fuiste en el pasado o quién eres en realidad. Los conocidos cachimbos solemos aprovechar esta ventaja: comenzar desde cero, hacernos una vida nueva y dejar atrás -o por lo menos intentarlo- los años de drama y dolor escolar. 
Como este no es un ensayo ni intenta serlo, diré que he visto y he contactado con las metamorfosis más raras y tristes del mundo. Hay personas que antes de entrar a la universidad, todavía tenían una idea determinada de quiénes eran, de qué hacían y de porqué lo hacían. Después de cierto tiempo se transformaron en seres que actúan y piensan según lo que el entorno les exige. Ahora es cuando me dicen "Yo tengo mi opinión y a mi nadie me influencia". En las cosas más absurdas como cómo vestir, qué cosa decir y cómo reaccionar, los que antes fueron mis amigos perdieron todo lo que los hacía especiales. Podría atreverme a decir que ahora son fotocopias de lo que la gente les pide que sean. 
Fíjate en la ropa con la que viene el resto, presta atención si la blusa combina, no uses zapatos bajos porque blabla y olvídate de la familia porque su lugar es lejos de tu casita de estudios, comienza a creer que son una mancha en cómo te ve el resto, un motivo de vergüenza. Algo así, es cómo la gente se pierde en la universidad.  Cuando mi papá intentó darme una cátedra así de estúpida, le respondí que no voy a la universidad a modelar ni a llenar mi directorio telefónico. Yo elijo mi ropa todos los días en la mañana y me importa un carajo gastar mi tiempo pensando en los zapatos de la próxima semana. Así, siempre he vivido feliz.
¿Dónde quedaron esas personas que antes mostraban emociones e ideas? ¿En qué momento se alienaron de manera tan repulsiva hasta volverse copias "inútilmente maquilladas con individualismo, democracia e ideas de pluralismo" que se toman la libertad de aconsejarte, como si su estado actual causara orgullo? 
La universidad es otro mundo, pero sigue siendo de humanos, personas diferentes con ideas diferentes y si no nos agradan, hay un lugar llamado bolsillo donde se guardan opiniones tan inútiles y huecas como decir quién te acompaña a la universidad y qué piensa el resto de ti.
Inevitablemente, siempre habrán estas falsos manos bondadosas que intentarán jalarte hacia lo que supuestamente es el camino del bien.
Podría hacer una lista de personas que vendieron sus emociones al deseo de ser bien vistos, a 'la gente' y al dinero. Ahora creen saberlo todo y estar siempre en lo correcto, pero estan condenados a que los escuchemos para ahorrarnos una pelea estúpida.
¿Qué saben esos infelices de lo que es el camino del bien? 








1 comentario:

~Vero~ dijo...

hay q ser firme y conservar la personalidad q uno haya formado, x más débil y tonta q sea. Después la madurez va a llegar de a poco, y una personalidad dura tamb... pero mientras tanto, no hay q dejarse llevar :B

cómo adoro tu blog
tu forma de escribir *.* enserio, es genial!