En el camino veraniego y triste del regreso
pedí a Dios en una plegaria que me dejara quedarme
lo que dura una mirada escurridiza,
en el astro nocturno de tu rostro de invierno
A los pies de la cama solitaria del verso
pedí a Dios en un susurro verte de nuevo
antes de desaparecer como la niebla de la muerte
cuando me consuma la soledad del pasadizo poblado
el silencio de los días contados
en el aire lejano al tuyo que respiro
Al lado e la ventana triste de las seis de la tarde
pedí a Dios con los ojos cerrados que me diera fuerza
para no desvanecer entre la duda de nuestro verso
la cicatriz quizá aún abierta de tus pasos silenciosos
en la marca inmortal de la historia de tu beso
No hay comentarios:
Publicar un comentario