domingo, 18 de marzo de 2012

Rodillas

En el camino veraniego y triste del regreso 
pedí a Dios en una plegaria que me dejara quedarme
entre el naranja triste y el espacio de tus dedos 
lo que dura una mirada escurridiza, 
en el astro nocturno de tu rostro de invierno 

A los pies de la cama solitaria del verso 
pedí a Dios en un susurro verte de nuevo
antes de desaparecer como la niebla de la muerte 
cuando me consuma la soledad del pasadizo poblado
el silencio de los días contados 
en el aire lejano al tuyo que respiro

Al lado e la ventana triste de las seis de la tarde 
pedí a Dios con los ojos cerrados que me diera fuerza 
para no desvanecer entre la duda de nuestro verso 
la cicatriz quizá aún abierta de tus pasos silenciosos 
en la marca inmortal de la historia de tu beso 



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