Llegaste en el momento más inesperado de todos. Más o menos cuando estaba pensando que ya nada tenía sentido y que toda la vida podría continuar en la misma línea monótona, llegaste de golpe y el eco de tu presencia se repitió y se repite hasta ahora como las balas. Todo iba bien, asquerosa y rutinariamente bien hasta que todo cambió de golpe y porrazo, más porrazo que golpe en sí y así es como continuamos las cosas. Un gran anónimo dijo "Cuando crees que sabes todas las respuestas, la vida viene y te cambia todas las preguntas". Quisiera buscarlo para comprarle un regalo y decirle Qué bien, hijo de puta, tenías toda la razón. Salida recién de un colegio castrador de ideologías que nos tenía a todos protegidos, aplastados entre la Biblia y el miedo a la vida real, me sumí en la rutina de siempre. Sin ánimos de los seres humanos, sin ánimos de los animales, sin ganas ni siquiera de sumirme en mi imaginación a pensar en todas las veces que me he dibujado desobedeciendo a mis padres, consumiendo alcohol a grandes cantidades y resucitando una cantidad innumerable de veces en los libros. Todo, absolutamente todo.
Como podría decirlo casi en resumen, me jodiste la rutina, me arruinaste la línea blanca, perfectamente derecha e infinita que mataría al cuaderno de aburrimiento en algún momento. Llegaste alegre sin ánimos de conocerme, por pura y maldita casualidad y ahora todos son vidrios rotos, risas raras, todo está hecho un desastre, pero el mejor desastre al cual pude haber llegado.
Es como haber roto a patadas la urna de cristal donde me han mantenido encerrada desde siempre. Soy un problema, todavía mucho más problema que antes, pero soy mejor. Y aunque a veces me digan Puritana, santa Bárbara, tienes todavía mucho qué hacer, pienso que todavía hay mucho tiempo, poco a poco.
Mandaste al carajo mis tablas de ley, rompiste absolutamente todos los esquemas y ahora, fuera de un agradecimiento que al igual que otras cosas solo pronunciaré bajo tortura, hay una mezcla rara, como de alcohol con farmacia y sangre de unicornios que podría resumir mis emociones por ti.
La primera imagen, es romperte un par de huesos con una biblia de tapa dura, quizá arrancarte un dedo de una mordida fugaz.
Y la segunda es darte un abrazo, raro pero sincero.
Llegaste en el momento más inesperado de todos. No, no hay vuelta atrás. Da igual, todo da igual. Pero qué bien se ven las cosas ahora. Así, en este caos tan inusual, hay una maravilla palpitando como el órgano más demencial de todos.
Bang, hijo de puta.
Siempre saldrás ganando.
Req.
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