martes, 31 de julio de 2012

Mañana

Sabes que las cosas han cambiado cuando miras a tu padre y sabes que no es más el héroe, si es que en algún momento lo fue. Ya no hay nada glorioso en lo que hace ni en lo que dice, no es el guerrero que va a protegerte de todos los monstruos del armario, es solo otro hombre con problemas y momentos alegres, un hombre con hambre, sed, lágrimas, erecciones, ganas de vivir y de morir. 
Sabes que nada será igual cuando tu madre intenta golpearte y no se te pasa por la cabeza convertirte en víctima, entonces cuando gritas "¡No me toques!" y poco después te preguntas si de verdad te defenderías de tu propia madre, o si dejarías que se cumplan sus expectativas y te aguantarás una bolsa de zapatos o una mano estallando contra tu espalda. 
Sabes que todo ha cambiado cuando la felicidad deja de tener un significado y ahora solo quieres estar tranquilo, dejas de saber qué significa ser feliz y te lo preguntas miles de veces hasta que llegas a la conclusión que siempre estuvo ahí: No sabes qué es lo que sientes, a veces ni siquiera sabes quién eres, pero lo único que importa es estar tranquilo.
Entonces todo comienza a despellejarse de a pocos. Esa piel suave, tersa y de colores que fue la infancia, porque siempre he creído que las infancias tienen menos monstruos que los años que se le vienen después, se va despedazando poco a poco hasta volverse ceniza. La nueva piel, seca y accidentada como la de una serpiente vieja solo nos ha dicho que las cosas han cambiado y nada será igual.
Uno deja de los zapatos debajo de la cama y no importan los resfriados del futuro por andar descalzo, fumar da cáncer y tampoco importa, mucho menos perderse entre las luces de la ciudad recordando que antes todo parecía estar tan bien, de repente en un momento todo se fue a la mierda y lo único que pedimos, es no estar solos cuando nos vayamos hasta el fondo.
Nos vamos caminando por el camino o por el pasto verde y largo que crece a los costados.
Y uno sabrá a dónde se está dirigiendo, solamente cuando llegue al lugar.

domingo, 29 de julio de 2012

Azul

Cuando sigas la estela de balas 
que dejaba tu boca de rojo horizonte 
sobre el poema de la revolución
no olvides que te quise hasta la muerte 
por encima de tu pólvora 

No dejes la huella de sangre azul 
que marcó las páginas arrugadas
del manifiesto de nuestro amor 
que cojeaba nos acogía los sueños 
los días que la risa florecía 

Cuando tus lágrimas lleguen a la luna 
en la luz violeta de tu rebeldía 
sobre el beso olvidado de la copa 
no olvides la voz alegre de tu pasión 
y que juntos éramos el verso 
y éramos la revolución 


Gabito #1




"Solo porque alguien no te ame como tu quieres, no significa que no te ame con todo su ser" 



Gabriel García Márquez. 

sábado, 28 de julio de 2012

Vacíos De Dilatación

Pasé el día viernes con las pupilas dilatadas jurando que todas las luces de la ciudad se habían convertido en un arco iris circular con vida propia, cristalizado y que en cualquier momento comenzaría a partirse en miles de pedazos para engendrar nuevas luces. Caminaba escuchando Crystal Castles y riendo ante los autos que pasaban rápido, las luces de los chifas y las personas. El doctor dijo que el efecto se iría al día siguiente y que por el momento no forzara la vista ni mirara luces brillantes ni hiciera locuras, pero ya es bastante usual que lo poco que se entiende de los doctores se quede apuntado en una receta dentro del bolsillo. Esta mañana la dilatación desapareció, pude observar las cosas de nuevo tal como son, firmes, en una dimensión y tan huecas como de costumbre. 
8:30
Pero esta mañana también desperté con una sensación anómala, un vacío totalmente diferente y es porque tuve una pesadilla que a comparación de todas las anteriores de este mes, no tuvo sangre ni vísceras ni niños judíos envueltos en vendas, pero sí personas que conozco y palabras que sonaron brutalmente reales, claras, nítidas. Nunca le hablé a la la doc. Nelly de mis pesadillas, estoy segura que le habrían gustado escucharlas, siento que de alguna manera le hice el trabajo más entretenido. 
Si es que ser un profesional de la salud mental puede ser algo más entretenido todavía. 
Terminé el largo proceso de exámenes el día miércoles después de una noche de alcohol y de cumplir mi ronda de ángel guardián en la fiesta de Rentería. Amanecí al día siguiente para dar un examen de francés y a la mitad de un verbo el mundo dio una vuelta completa. Flotando entre las nebulosas de una noche larga, fui al consultorio de la doc. Nelly a resolver unos exámenes bastante simpáticos, por no decir que me golpearon el cerebro con una patada voladora y descubrí que tengo una memoria desastrosa y el día viernes me dan los famosos pergaminos de mi estado mental. Vaya maravilla
La vida transcurre en la preocupación absurda y colorida de mis padres por mis reacciones, los buenos amigos yendo y viniendo y una lista enorme de cosas que tengo que hacer para salir de aquí y es porque necesito salir de aquí. Crack nervioso el día lunes por la noche y le he declarado la guerra ideológica a mi papá. En son de paz, han decidido secuestrarme a una fiesta este sábado por la noche y solo aspiro a beber y hundirme en mis pensamientos, darle revolcones de mugre a las ideas. Las pesadillas, sobretodo. 
Larga vida a la dilatación. 



Req.

domingo, 22 de julio de 2012

sábado, 21 de julio de 2012

Góndola II

Es de manos ensangrentadas
balaceándose en el columpio de hospital
que dejó la historia incompleta
sobre su piel blanca de violencia

Es de ojos como espejos
circulares del camino infinito
en su mirada perdida bajo la luz
emanando la fragancia
del vidrio hecho pedazos 

Ríe la muerte en la gota de la vida 
que derramó en su risa
de horizonte enrojecido 

Estrellándose contra las rocas saldas 
de la noche larga, 
esperando que la encuentren 
en la espuma azul de la herida 

Cuánto se ama, 
amor sin sangre, 
carente de alas. 

Góndola I


Qué felicidad más amarga 
como las naranjas pútridas del pasado 
que colgaban de la melodía sonriente, 
echa agua en tu sangre color rosa 
hambrienta de luces 


Bailando tomados de la mano 
alrededor de los vidrios que adornaron 
la pesadilla del fuego hecha flores 
ardiendo sigilosas en el calor de la risa 


Perdería yo, la ceniza que arrastra 
la dama de velo hecho jirones 
que guiaría a las almas enfermas 
de la ciudad invernal



Bajo el ala de la promesa violenta y sangrante 
al lado de la noche de crucifijos 
en el circo cancerígeno del amor 


viernes, 20 de julio de 2012

Pesadilla

Soñé que había una clase de escena en donde habían soldados, quiizá eran soldados nazis que por pura diversión sacaban niños judíos todos cubiertos en vendas y en sangre. A algunos les faltaba un brazo y otros  no se podían mover, era como si fueran paralíticos. Y los soldados sacaban a estos niños de los hospitales o de quien sabe dónde. Y los tiraban por un tobogán como si fueran pelotas y se morían de risa y en mi sueño así, uno de ellos dijo "Mira, gritan como puercos" y sí, los gritos de esas personas se escuchaban como cuando matan a los puercos en las granjas, chillidos horribles. 
Vendas ensangrentadas, llenas de mugre. Cuerpos que eran casi torsos envueltos en vendas, solo vendas. 
Y los soldados reían a carcajadas largas, aplaudiendo de felicidad. 


jueves, 19 de julio de 2012

Flor De Pánico


Fuera de las cosas representativas de las imágenes posteriores en el abstracto de la increíble nada respira una gota de pintura llorando sobre un lienzo bastante abandonado, digámoslo así, bastante solo. Entonces entre el palpitar del vino en las venas que pasean por la sien y un sabor amargo de la gloria y la tristeza y la felicidad hechas un ramo de flores muertas, me pongo a pensar todos los que amo y odio, odio y amo con la sensación más rara que se puede experimentar en la dicha embriaguez. La pasión entre una presión violenta y casi animal de las muñecas, un pedazo de piel arrancada de una mordida y alguien que dice el amor es bueno, es justo y lee el versículo de Corintios, uno de mis favoritos. No hay mucho qué decir al respecto, la noche es joven, los pensamientos son ramas que abrazan con ambición aquella hoja en blanco y de repente nos asfixiamos en imágenes. No recuerdo de qué quiero hablar, no lo sé. No he bebido ni una gota esta noche, todo lo que ha pasado por el camino vacío de la mente, es el producto del pánico de escuchar a mi padre regresar del trabajo y fingir que estoy bien.

miércoles, 18 de julio de 2012

Invierno

La veía sonreír tristemente bajo el árbol maltrecho, con flores blancas y pequeñas, como mariposas de nieve que caían sobre su rostro de palidez lunar. Se le habían escapado las sombras de la mirada y sus ojos brillaban con una luz desconocida, algo que él describiría como sobrenatural, fuera de este mundo y sobre todas las cosas, hermosa. 
Él le sonrió y se llevó una mano al lado izquierdo del pecho, en donde aleteaban con fuerza los cuervos de un amor adolorido. Sintió el ritmo regular bajo la palma caliente y cerró los ojos, como quien escucha una melodía silenciosa y ella pensó que quizá las voces estaban hablándole. 
Tomó aire y su rostro se mostró afligido cuando la mano se hizo espacio entre aquella carne blanca que nunca antes había sido tocada y se adentró en las profundidades de una herida nueva que abría entre los jirones de piel enrojecida. Los dedos hurgaron más y ella observó, con el rostro congelado de pánico y palidez, como la sangre brotaba a lágrimas calientes y negras, como infectadas de tristeza acumulada por tantos años, tanto tiempo. Y él sonrió cuando encontró algo dentro de sus entrañas y con un crujido de dolor, muriéndose de aquella sensación tan devastadora, logró sacar un corazón que a penas palpitaba de entre su oscuridad. 
Temblando de dolor, se lo ofreció con una sonrisa y el brillo sobrenatural, fuera de este mundo que él tanto admiraba se intensificó hasta ser terrorífico, asustado, llorando pánico por las mejillas de luna solitaria. Ella negó con la cabeza, sintiendo el olor de la sangre embriagando sus pulmones y un vidrio muy leve, algo frágil y desconocido, que se quebraba dentro suyo con el sonido de quinientas ventanas estrellándose contra la realidad. 
"No lo hagas" le dijo y él no escuchó, si no que la observó sin saber qué era lo que seguía. La sangre se escurría por la banca en donde permanecieron charlando, en donde las cosas saldrían bien y todo, absolutamente todo estaría mejor. 
Y ella lo abrazó temblando de miedo y de confusión, llorando como no lloraba hacía mucho tiempo, clavándose los vidrios de aquello tan desconocido dentro suyo, empapándose las manos y el pecho de sangre ajena, sangre nueva, sangre. 
Pero el corazón había caído al suelo y ya no palpitaba más. 
Con todo el amor que alguien pudiese imaginar, bajo el árbol de flores blancas, ella quedó abrazando al cadáver, aferrándose a la frialdad del hombre que la amó hasta la muerte. 


martes, 17 de julio de 2012

Imagen

"En realidad usted fue siempre una imagen. La imagen que yo creé a partir de un conjunto de anhelos, de deseos incumplidos, de pequeños fracasos. Así ingresó usted a mis insomnios". 





Mario Benedetti 
- Hoy y la alegría.

domingo, 15 de julio de 2012

15





But maybe, the day I die 
you will bring flowers to me 
and in the morning silence
you’ll see my love is not only a heart that beats 
but my love is in the wind that touches your face
and is the rain that covers your heart

IT (Eso)

Terminar de leer IT de Stephen King fue como salir de un túnel, terminar la mejor pesadilla de todas y sentir que algo me ha abandonado. Después de más de un mes de llevar este libro que a lo lejos parecía una Biblia o un buen ladrillo de papel, la historia se ha terminado. De todas las obras que he leído de Stephen King, esta se lleva el premio mayor a kilómetros de honra y distancia de las demás. IT va más allá de ser el relato de cómo siete niños de un pueblo tranquilo e insignificante de Maine logran derrotar a un payaso que se encargó de matar infantes y alimentarse de las personas en las fosas subterráneas de la ciudad.
IT es una novela que oculta algo que va más allá de simple ficción; IT es una profundización extraña, completamente densa sobre lo que es el miedo, la amistad y el olvido. 
Como obra del género del terror, cumple a la perfección su misión. La descripción de King logra que tu imaginación vuele a tal manera que las imágenes se queden impregnadas en tu cerebro como si las hubieran clavado con una estaca. Esta novela ha conseguido algo que pocas obras llegan a alcanzar y es que hasta en la escena más mínima y de apariencia insignificante en la trama, algo te dice que estás descubriendo una parte de ti que olvidaste. IT te hace recordar los miedos más ridículos y absurdos de la infancia, como el terror a la oscuridad, a los vampiros o a las momias y al final llegas a descubrir que ser adulto no solo es perder aquellos miedos, si no también perder parte de quién fuiste hace años, despojarte de los niños que fuimos y olvidar, hasta que algo hace que todo regrese de golpe.
Eso, con el paso de la novela, deja de ser el conocido payaso que se come a los niños arrancándoles las extremidades. Eso representa el miedo, el miedo en su estado puro, el miedo de los niños, de los niños que crecen, de los adultos y de los adultos que todavía guardan un pequeño recuerdo de sus infancias, porque simboliza algo que nunca terminaron. Esta novela es un estudio, un análisis completo no solo del miedo, si no también de la importancia de la amistad y del poder absoluto, irrefutable e increíble del amor. Si hay algo que puede combatir el miedo en toda su oscuridad, sea quizá el amor y su estado más puro, el más fuerte de todos, el amor de la amistad. 
Terminar de leer It de Stephen King ha sido como terminar de ver un álbum de fotografías de todo lo que en algún momento pude olvidar de mi misma y de los demás. Los siete niños, el payaso Eso, La Tortuga, 1503 páginas de pura imaginación y horror que al fin solo cubren algo bello, que es descubrirte a ti mismo. 
Recomiendo brutal e incondicionalmente este libro. Si en algún momento creíste que algo de tu infancia nunca terminó, quizá encuentres la respuesta. 


Requiem. 

La Pared

Amelia miraba la pared amarilla de la sala con la misma concentración con la que se mira una pintura. Paseaba su mirada oscura y penetrante, la mirada de alguien que ha vivido demasiado, por las grietas pequeñas y el polvillo de los años que se había quedado pegado a la pared. No prestaba atención a las imitaciones baratas de Da Vinci que colgaban a su costado, tampoco a los floreros que adornaban el alféizar de la ventana ni mucho menos al hombre de dedos largos y uñas limpias que miraba su nuca desde el otro lado de la habitación, pensando en aquellos rizos rubios que nacían de una piel casi transparente. Amelia se teñía el pelo de negro azabache todos los meses, encerrándose en el baño mientras escuchaba a The Beatles  y cantaba en voz baja la única estrofa que sabía de Hey Jude
Aquel hombre que dormía a su lado y guardaba una colección innumerable de libros en una habitación hecha un laberinto de tomos, novelas, poemarios y caballetes de pintura, había dejado de preguntarse qué hacer. Amelia dormía bajo las sábanas, encogida como protegiéndose de un frío que no existía, guardando un rosario de cuentas color púrpura entre las manos. Nunca rezaba antes de dormir, pero las veces que él había llegado tarde, pudo escuchar las últimas frases en donde Amelia pedía por su salud, su bienestar y daba las buenas noches a la nada que la acompañaba. No le gustaba que la oyeran rezar, se encogía como un gato en invierno y con su rosario, se entregaba al mundo de los sueños. Él buscaba sus manos en la mitad de la noche, quizá sus senos pequeños con pezones fríos como botones de hielo tierno y Amelia dejaba que la acariciaran, se abandonaba a aquellas manos grandes y suspiraba, tranquila. "Te vas a ir al infierno por lujurioso" decía a la mitad de la madrugada cuando la habitación se llenaba con el aroma que tienen los amantes antes de pasear entre las almohadas. 
Amelia miraba la pared amarilla con una concentración familiar y sin embargo inexplicable. Después de más de cinco años, él todavía no lo comprendía del todo y al inició, odio todos aquellos elementos. El rosario que le colgaba del cuello de almendras, la cruz de plata que se refugiaba entre sus pechos blancos y la supuesta entidad a la cual Amelia hablaba constantemente, como quien habla con un amigo de toda la vida.
Esa mañana se acercó a ella y dejándole un beso en esa nuca de piel tierna y nívea, le preguntó por primera vez qué estaba observando. Ella lo miró, sonrió mostrando los hoyuelos que se formaban en sus mejillas. 
"Todo lo que tú no puedes. Si vieras lo mismo que yo, te habrías sentado a mi lado hace mucho tiempo a acompañarme".
Años después de aquella mañana, él murió sin ver nada más que una pared de color amarillo, llena de de grietas, de polvo y que mantuvo a Amelia sentada por horas, por la eternidad, sonriendo en silencio. 

viernes, 13 de julio de 2012

Nelly

Nuevos miembros de la familia

Mi visión
Stephen King 


Fuego







Horacio


miércoles, 11 de julio de 2012

Ramas

Tenía un fuerte terror a caerse, porque su corazón estaba rodeado de espinas y si tropezaba, moriría en el instante. El hombre del corazón negro dormía todo rodeado de sus libros, como un niño que se aferra a sus muñecos porque cuando es de noche y las personas sueñan, estamos nosotros y todo lo que no queremos ver. Él reía con sus dientes tan blancos, tan brillantes como su mirada perdida de distracción eterna y una tristeza tan profunda que cuando lo miraba, podía sentir la pena llenando los pulmones como el agua cristalina, densa que tienen las personas incompletas. Lo conocí en el intermedio del invierno cuando nos moríamos de frío y el tiempo pasaba lento entre los árboles que se caían a pedazos y las voces de nuestra mente que nunca se callaron. Nací así, me decía, desde que soy pequeño no puedo caerme como quisiera ni chocarme contra las paredes, poco a poco comenzaron a crecer más las espinas, como ramas dentro de mi cuerpo y si en algún momento caigo, quizá me muera. 
Y mientras él guardaba un viejo libro comido por las polillas en su mochila yo le pregunté si a veces no le dolía, si una que otra espina no se escapaba. Me sonrió bastante triste y me dijo que le gustaban mis manos, manos de escritora, pero nunca le dije que me gustaba escribir. Lo habrá descubierto por sí solo, a veces me decía que algunas personas tienen los versos y las historias escritas en la mirada y de cerca se ve esa ortografía anómala y bella que tienen los años que pasaron. 
Y así, ahogándome en su densa tristeza cada vez que nos observábamos por horas sin hablar, él y yo pasamos el tiempo de invierno. Paséabamos por el bulevar después de un té en la pastelería de siempre, intercambiábamos gafas y libros, medidas de miopía y risas interrumpidas por el ruido de la ciudad. Fue el mejor invierno de todos. Decidió mandarme una carta diciendo que se iba a buscar por el mundo cómo quitarse las espinas de encima y lloré, mientras iba a buscarlo con el papel estrujado en la mano derecha. 
Por qué tenía que irse de esa manera, le dije, por qué empeorar el invierno que ya hemos vivido desde siempre. Y me miró, tan triste como siempre y dijo que lo sentía, que quizá las espinas estaban comenzando a comerse su corazón, a enredarlo de ramas. Dame un abrazo, me dijo, abrázame. Y yo fui sin pensarlo y me escondí en sus costillas, en su cuerpo que era puros huesos e historias, olor a niebla con manchas de tristeza. 
Suspiró tembloroso y cuando lo solté, vi las lágrimas rojas rodar por sus mejillas pálidas y sonrió por última vez. Así fue que terminó nuestro invierno, yo apoyada en el marco de la puerta, llorando de tristeza mientras él sonreía y se desangraba en mis brazos, tiñendo de rojo oscuro el mejor invierno, el último invierno, de nuestras vidas. 

martes, 10 de julio de 2012

Terapias De Verano

La doctora Pesadilla me dijo que apague el cigarrillo, pero yo no estoy fumando. Espanta el humo con un gesto extraño de las manos, cierra los ojos redondos detrás de esas gafas de lunas infectadas de huellas dactilares y me sonríe. "¿Cómo te sientes hoy?" Las cesiones duran dos horas, a veces más, en su casa-consultorio en el centro de la ciudad, en la quinta puerta del segundo piso de un edificio enano y descuidado. Tiene dos macetas en la entrada, una es de orquídeas y la otra planta es de plástico, está cubierta de un polvo fino al igual que todo en aquel lugar. Miro los almohadones del sillón con tonos floreados y suspiro. "¿No me vas a contestar?" He dicho miles de veces que no quiero regresar, la doctora Pesadilla no sabe lo que dice, siempre me hace sentir cosas terribles, ella es "¿Te sientes triste?" insoportable, le pedí que no me mandaran de nuevo. Estoy bien, digo, solo tengo sueño. 
Toma notas en un cuaderno, tiene las manos grandes y regordetas, un aro de oro estruja su dedo índice y a veces quisiera que la falta de circulación lograra despegarlo del resto de su mano. Sonrío, ella toma notas. "¿No estás durmiendo bien, entonces? ¿Tienes pesadillas?" El olor dentro de esa casa es un vómito de inciensos con lavavajillas y cena de hace dos semanas, me marea, es peor de lo que pensé, siempre. La doctora me dice que apague el cigarrillo, le digo que no estoy fumando, que yo no fumo, nunca había fumado y cuando comience no me detendré, quizá si me muero de cáncer en su sala me deje salir, arroje mi cadáver por la ventana y deje de tomar notas. "No duermes bien. Eres desordenada hasta en tus horarios para descansar". No lo soy, no la oigo, quizá sí lo sea, me gusta el caos, todos lo saben y no son psiquiatras, hay personas que lo comprenden y no tienen una casa-oficina ni un ridículo diploma colgado de la pared.
"¿Quieres que te internen?" No. Nadie va a internarme. No lo necesito. Y si van a hacerlo que sea lejos de ella, lejos de absolutamente todo, un par de meses en batas blancas, no sé. No sé. "¿Has tenido enamorados? ¿Mantenían relaciones sexuales?" Nadie va a tocarme nunca, estoy maldita, me como a las personas, doc, me como sus almas con el dulce de la tristeza. La doctora Pesadilla me dice que deje de fumar, pero no la entiendo, no la escucho. Nunca lo he hecho. Me pide que haga un horario, un esquema de mi vida, me deja tareas, resume tu existencia en diez palabras dibujadas como en un nudo de horca, qué te parece ¿Quieres ser feliz? 
Camino a casa lloré en cuanto subí al taxi y mirando las viejas calles del centro de la ciudad, mientras mi mamá me preguntaba qué me pasaba, le dije que si me amaba, nunca más regresáramos a aquel agujero sin numerar del infierno. 
Pero no fue así. 
A veces solemos ser arrastrados por el peso de nuestra propia sombra. 



23:12:23

Rentería. 
El Predilecto



A: Cálmate.
B: No.
A: Piensa en cosas bonitas.
B: No.
A: ¿En cosas no perturbantes?
B: Dispárame.
A: No lo haré. Es como cuando te digo que me mates y no lo haces.
B: Somos un par de suicidas en plan de frustración a futuro. Qué maravilla.
A: Borderline.
B: Bipolar. La depresión viene de regalo.
A: Paranoides. Las dos.
B: Somos como un parque de diversiones de la insanidad. Hay que celebrarlo.
A: Día de los desórdenes mentales.   



lunes, 9 de julio de 2012

Anotación #11

No lloro desde hace meses.
Esto está mal, no tengo cómo, no hay nada.
No hay música, ni pinturas ni arcos partidos por la mitad.
No tengo voces en la noche, no tengo poemas bellos ni versos vivos.
Todo está muerto, no lloro desde hace meses.
Y sin embargo tengo tantas razones, una lista ridícula para chuparme los dedos
en una cena de tristeza y de reflexiones polvorientas.
Qué demonios me pasa, no entiendo qué está sucediendo.

Tengo el corazón entumecido, me pesa.
Me da patadas todos los días y lo siento muerto
relleno de raíces y de polvo, de sustancias hechas hiedra

Tengo miedo de lo que está sucediendo, no entiendo.
No entiendo.
No entiendo.
Ayuda. No puedo llorar, no soy feliz, no puedo estar bien.
Odio, amo. Amo con tanto odio. Odio esto con tanto, tantísimo amor.

No entiendo.
No entiendo.
No quiero entender.



Insomnios

Nunca, nunca jamás volveré a asistir a un ensayo de violín después de haberme amanecido leyendo Eso (IT) ni ningún otro libro increíble. Las dos jarras de sangría y la excelente cena del sábado por la noche me trajeron lo de costumbre, aceleración del pulso y un insomnio letal que aparece después de un par de horas de profundo sueño. Me desperté a las tres de la mañana, busqué mi libro debajo de la cama y estuve devorando páginas de páginas y llenándome la cabeza de escenas que en algún momento quise desaparecer. Stephen King ha logrado a hacer algo que pocos escritores consiguen: hacer que pelees entre tus ganas de seguir leyendo y de no querer saber qué va a pasar. Patrick Hockstetter, el niño que coleccionaba moscas en una caja de lapiceros y observaba gatos descomponerse en una refrigeradora abandonada, me perseguirá por el resto de mis días. Bien hecho, viejo King, lo lograste hace más de cinco años y lo has vuelto a hacer.
A las siete de la mañana cerré el libro, pronto esas 1560 páginas serán enteramente mías. Durante la amanecida escuché gritos en la calle, como de costumbre e intenté ver por la ventana si alguien se moría en las veredas o si mis vecinos estaban borrachos de nuevo y buscaban un taxi para mandar a sus amigos de regreso. 
Tomé un par de fotografías, el cielo pasó de rojo infernal hasta violeta y luego el azul triste de las amanecidas para terminar en el usual blanco gris rata enferma que tiene Lima. Mi día domingo se llenó de una sensación de vacío extraña que se elevó a las quinientas potencias cuando llegué a mi ensayo de violín y no pude tocar La Primavera de Vivaldi al primer intento a pesar de sabérmela. La música suena extraña cuando tienes el cerebro sin descansar y los ojos llorando invisiblemente por el exceso de sueño. Hice lo que pude y regresé a casa sin ánimos de hablar. 
Terminadas mis pinturas, estoy buscando un nuevo lienzo. Anoche dejé a rienda suelta mi imaginación y conseguí el borrador de lo que será mi próxima obra. Un amigo me preguntó si la hice bajo efecto de LSD o alguna otra cosa de droga, pero no, no fue así. 
Tareas de francés conciertos de violín y el profesor E con sus eternamente sabios consejos, siempre jalándome de golpe hacia tierra firme cuando comienzo a fantasear en la bondad y las buenas intenciones. 
Todos estamos locos aquí. 






Req. 

domingo, 8 de julio de 2012

Días De Santidad

"Seré papa algún día" decía Jota rascándose las cicatrices del antebrazo "Solo para que me alimente la estupidez mundial". Se guardaba los cigarrillos en el bolsillo izquierdo, entre monedas y audífonos enredados y caminaba a mi lado tan liviano como una bailarina de ballet y sin embargo alerta, siempre alerta, como si alguien fuera a encontrarlo en la mitad de la calle. Nunca se sabe, me decía, los demonios de uno siempre vienen, toman forma y de ahí quieren tomar el control, siempre. Jota llevaba un rosario colgado del cuello y sabía orar en latín, le gustaban los chistes de judíos y tenía uno que otro versículo bíblico memorizado. Me miraba en ocasiones y estallaba de risa "Yo sería sacerdote por sarcasmo, tú serías una santa por tus actos". Y Jota me abrazaba lleno de alegría y me decía que no comprendía mi estilo de vida. "Santa, Santa Barbara, no comprendo cuál es tu maldito problema" y se reía hasta las lágrimas y yo me reía con él sin saber exactamente si era una crítica o una broma infantil.
Nos sentábamos en la acera jugando con nuestros encendedores, Jota me contaba de sus sueños y las ojeras de su rostro pálido y enfermo complementaban aquellas historias que ciertas o no, mentiras o reales, tan reales como las marcas de sus brazos, siempre hacían que mi día tuviera sentido. "Santa Barbara, concédeme un milagro" me decía con su aliento a infierno, a nicotina, menta y ron pasado "Deja de estar tan triste, Santa Barbara, concédenos ese milagro". Se colgaba del poste más cercano y bailando alguna canción de los cincuentas se ponía a vociferar sus oraciones en latín, me decía que la vida era tan ridículamente hermosa que la odiábamos tan seguido, tan usualmente. Pero la gente no quiere matarse, no es en serio, me decía, si así fuera no estarían con nosotros, no es que se quieran morir, nadie quiere pudrirse tan rápido. Y a veces se ponía a llorar a mi lado, empapaba mi hombro de lágrimas amargas y me decía Todos necesitamos amor, Santa Barbara, lo único que necesitamos es morirnos de amor y que nunca nos olviden. 
Jota tomaba fotografías de gatos en los parques y de las manos de las personas, en especial de las mías, siempre las observaba. "Tienes manos de alguien que ha vivido mucho. Demasiado para una santa". Y me decía que lo acompañara a rezar el rosario, se reía y decía me voy a morir muy pronto, no se te ocurra irte porque me gusta mucho tu compañía, somos amigos, ridículamente felices en esta miseria. Jota. 
Jota que ya no quería nada de la vida y sin embargo soñaba más que todos, Jota que se fue en el momento en donde más lo necesitábamos, dejando un agujero extraño, marcas raras como las que adornaban sus antebrazos de amarga risa. 
No me busquen, dijo Jota antes de desaparecer, Uno debe de querer a las personas, no acostumbrarse a ellas. 


viernes, 6 de julio de 2012

Efecto Placebo

Llegaste en el momento más inesperado de todos. Más o menos cuando estaba pensando que ya nada tenía sentido y que toda la vida podría continuar en la misma línea monótona, llegaste de golpe y el eco de tu presencia se repitió y se repite hasta ahora como las balas. Todo iba bien, asquerosa y rutinariamente bien hasta que todo cambió de golpe y porrazo, más porrazo que golpe en sí y así es como continuamos las cosas. Un gran anónimo dijo "Cuando crees que sabes todas las respuestas, la vida viene y te cambia todas las preguntas". Quisiera buscarlo para comprarle un regalo y decirle Qué bien, hijo de puta, tenías toda la razón. Salida recién de un colegio castrador de ideologías que nos tenía a todos protegidos, aplastados entre la Biblia y el miedo a la vida real, me sumí en la rutina de siempre. Sin ánimos de los seres humanos, sin ánimos de los animales, sin ganas ni siquiera de sumirme en mi imaginación a pensar en todas las veces que me he dibujado desobedeciendo a mis padres, consumiendo alcohol a grandes cantidades y resucitando una cantidad innumerable de veces en los libros. Todo, absolutamente todo.
Como podría decirlo casi en resumen, me jodiste la rutina, me arruinaste la línea blanca, perfectamente derecha e infinita que mataría al cuaderno de aburrimiento en algún momento. Llegaste alegre sin ánimos de conocerme, por pura y maldita casualidad y ahora todos son vidrios rotos, risas raras, todo está hecho un desastre, pero el mejor desastre al cual pude haber llegado. 
Es como haber roto a patadas la urna de cristal donde me han mantenido encerrada desde siempre. Soy un problema, todavía mucho más problema que antes, pero soy mejor. Y aunque a veces me digan Puritana, santa Bárbara, tienes todavía mucho qué hacer, pienso que todavía hay mucho tiempo, poco a poco. 
Mandaste al carajo mis tablas de ley, rompiste absolutamente todos los esquemas y ahora, fuera de un agradecimiento que al igual que otras cosas solo pronunciaré bajo tortura, hay una mezcla rara, como de alcohol con farmacia y sangre de unicornios que podría resumir mis emociones por ti. 
La primera imagen, es romperte un par de huesos con una biblia de tapa dura, quizá arrancarte un dedo de una mordida fugaz. 
Y la segunda es darte un abrazo, raro pero sincero. 
Llegaste en el momento más inesperado de todos. No, no hay vuelta atrás. Da igual, todo da igual. Pero qué bien se ven las cosas ahora. Así, en este caos tan inusual, hay una maravilla palpitando como el órgano más demencial de todos. 
Bang, hijo de puta. 
Siempre saldrás ganando. 


Req. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Balbuceo de Julio

En vacaciones nos vamos bajo la lluvia a fumar en la Calle Oscura, a apoyarnos en las paredes manchadas del tiempo y esperar que los minutos pasen con una rapidez inexplicable. Poco después alguien es atropellado, alguien grita, un borracho que huele a alcohol puro aparece tambaleándose diciendo que nuestro país no es una República. Con las manos sumergidas en nicotina, camino de regreso a casa mientras todos corren a ver el accidente. El hombre tirado en el piso mira al cielo y tiene un teléfono en la mano. "No pasa nada. Llegaré un poco tarde hoy". 
Semanas de vacaciones, semanas de dos horas de francés de lunes a jueves todas las mañanas. En clase conocí a una chica que se hace llamar Parker, como la marca de plumas. Es de Estados Unidos y es misionera al igual que sus padres. Muy joven, sospecho que tiene mi edad. Está aprendiendo francés porque en algún momento se irá a Nigeria a predicar la palabra y ayudar al prójimo. Siempre he creído que hay ser muy valiente para aquellas cosas. Parker, Parker, simplemente Parker.
Terminados los exámenes y sin más remordimientos académicos ni retorcijones de consciencia, busco la botella debajo de la cama y me pongo a pintar, a tocar a Horacio por unas cuantas horas y leer el ladrillo cósmico de casi dos mil páginas de Stephen King, antes de comenzar con 1984. 
Vacaciones tranquilas, solo quiero alejarme de algunas personas y reencontrarme con otras. Extrañaba mucho a ciertos amigos, tengo un encuentro la próxima semana con Ana Paola para buscar polos metalúrgicos y ensayos de violín que hacen los domingos días menos tristes. Necesito comprar libros con una desesperación salvaje y casi animal, también necesito lápices. 
He dejado de tener pesadillas y de observar que las cosas cambian de color cuando viajo en los autobuses, tengo un promedio de siete citas médicas mientras siga de vacaciones y algún ente anónimo me golpea la cabeza mientras duermo, una explicación del porqué me duele tanto en ocasiones.
Intoxicación. 
Vacaciones de larga, dolorosa y dulce intoxicación



Req. 

martes, 3 de julio de 2012

00:19

No queda nada tuyo
que yo pueda amar
ni la ruina de llanto huérfano
ni la ceniza de un sueño

Pero se muere el amor
bajo la sombra de tus manos
protegiendo del frío y del tiempo
tu corazón enfermo
y hecho pedazos

Tan muerto como las noches
como la lágrima de aquella espina
como el día en que me sorprendí
comiendo tristes rosas,
y pensando en ti

domingo, 1 de julio de 2012

1955




‎- ¿Ya murió? ¿Y de qué?
- No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho.
 - Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.




 — RULFO, Juan. (1955) Pedro Páramo