miércoles, 29 de diciembre de 2010

Deleite

Aceptaría decir que la magia tiene brazos
tiene uñas, tiene un corazón chorreando en sangre
tiene colmillos
tiene música entre las arterias
tiene poemas en su óseo inmortal

No hay definición para su presencia
se siente profunda, allá adentro
en la entraña, la matriz intocable
la magia yace dormida como bestia callada
en las cuevas del organismo
y si alguna vez la sentí crecer, burbujear
fue porque estuviste a mi lado

Fueron los falanges y su delicia
quizás los mechones sin peinar
la fruta mordida con sus mandamientos quebrados
fue el interludio en la garganta
la sinfonía para las manos

El vigor de una tibieza lenta, de tempo suave
un tacto humano (casi indecoroso), casi efímero
se desintegra entonces en escarcha
resulta en cosquilleos internos, mordidas secretas
y nos transformarmos en polvo de piano
en cubismos sexuales
bromas de triple sentido

Confesiones Sobre la Felicidad Absoluta

Mamá y papá dicen que es ilógico que quiera ser psicóloga teniendo un severo problema mental. Seamos claros, quizás no dijeron problema mental, pero era evidente que tengo algo malo, solamente saben que tengo baja autoestima y que quizás soy uno de los pocos seres en el planeta que no se ama como debería. No es la primera vez que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que hablo de esas cosas, sé que la mayoría de las personas que visita éste sitio sabe que antes me deprimía por meses, que escribía cosas enfermas y tristísimas, resultados de mi enfermedad y que bueno, parece que lo superé, ya no paso más de cuatro horas en estados de cavernas oscuras. Mi problema es, siempre lo fue, pensar que todos los que me rodean de una manera u otra terminan heridos de muerte. Quizás no de muerte, pero lo suficiente como para joderse unas horas, quizás una noche o una mañana, depende del momento del día en que intenten resolver problemas que siguen siendo míos, cuando intentan desatar nudos que de verdad ni siquiera sé exactamente en donde se formaron. ¿Me considero feliz? Si, debo de admitirlo, si. ¿Tengo inconvenientes terribles, tristes, opacos que a visión ajena lograrían hacerme caer en picada y afectan negativamente a mi personalidad y accionar? Uhm... después de pensarlo, admito que sí, definitivamente sí. Lo peor de todo es que con el tiempo, cada vez le presto menos atención a ese detalle, comienzo a creer que si mis amigos y familiares se amargan o entristecen por mis líos, siguen siendo ellos quienes se lo buscaron. Uno no se mete a un huracán porque quiere ayudar ¿O si? Yo me he jodido la vida muchas veces por ayudar a los demás ¿Me funcionó? Momentáneamente porque todos mienten, nadie es perfecto y cuando nuestros errores son agradables, pocas veces deseamos cambiar. Simplemente: Me llega si me ayudaste, yo soy feliz con la desgracia.
Los humanos somos tercos, no tenemos remedio, todo el mundo miente, casi todos deciden quedarse en su agujero de problemas. Si quieres ejemplos mira la televisión o en las casas de al lado, las vecinas que son víctimas de sus maridos porque les pegan, las revientan, las abusan ¿Dicen algo? No, y si te preguntas porqué puede ser por miedo o porque simplemente les gusta, están ciegas, enfermas, les excita la violencia, no lo sé, pero todos tienen razones para mantenerse en desgracia.
Por si alguien se pregunta no me siento triste, no estoy molesta, no estoy en mis ataques de paranoia ni quiero extraerle los órganos vitales a nadie, no se preocupen. Por el contrario, me siento muy tranquila, muy serena con mis pies fríos y mi casa en desolación total porque mis padres no están. Nota divertida: Mi perro (es hembra, pero no me gusta llamarle perra así por más porque esa palabra solo es para humanos que la merezcan) me tiene un miedo directo y sencillo, le aburro en gran manera, por eso cuando no hay nadie en casa se acuesta en el sillón y duerme hasta que alguien venga a jugar con ella. Ajá... los humanos se matan de risa a mi lado y no puedo arrancarle un gesto gentil a una cuadrupeda que es incapaz de razonar. Eso me dio pena, a pesar de que no me caiga bien, tratarla como un ser sin sentimientos me parece cruel, llora cuando se van todos y corre cuando ve, debe de tener emociones en algún lado.
No nos salgamos de tema (imposible, en éste blog, en éste mundo, con ésta escribidora, siempre uno se sale de tema). Creo que mi mamá es la principal persona que sale herida cuando me intenta ayudar, es porque no quiere tampoco comprender porqué antes yo me deprimía por meses o porqué siempre he sido tan destructiva, nociva, en un término simple: Mala. Más de una vez terminó llorando mientras yo le contaba mis penurias, quizás se preguntaba "¿Qué he hecho como madre para que mi hija sea tan infeliz?" Pero no mami, no soy infeliz, solo tengo nudos, como todo ser humano, tengo huecos, todos tenemos huecos, desgracias, sangre seca e indeleble.
La felicidad absoluta es una mentirita piadosa que nos venden los libros autoayuda. Todos podemos ser felices, pero la vida perfecta, una vida sin momentos diminutivamente tristes, imposible. La vida perfecta es para la gente perfecta, y eso, porque Jesús fue perfecto y tuvo muchos problemas, oh si, aunque no parezca, recalco a todos los que leen éste lugar que yo si soy creyente, critíquenme si lo desean, tengo muchas cosas qué sanar, cambiar y borrar todavía.
Soy una de esas personas que gozan de desatar nudos ajenos. Me gusta que me llamen por teléfono a pedirme consejo, tener gente que necesita un desahogo llorando en el hombro, dar abrazos, hacer felices a los demás, quizás esa es mi manera de olvidarme de mis propios problemas.
Pero es injusto que alguien más se joda la vida por mi, lo digo en serio, lo que más me encabrona, me molesta en ésta vida que me tocó, es saber que alguien sufre por mi causa, no soy una buena razón para llorar, tampoco para enojarse o dar pataletas, solo soy yo. Les agradezco a todos los que han intentado y los que han logrado hacerme sentir bien, salir de mis agujeritos de tristeza, de verdad los amo con toda el alma... pero no estén tristes, no filosofeen sobre mi existencia pensando que van a comprender, cuando yo ni siquiera me comprendo a fondo absoluto, cada día, cada patada en los ovarios que me da la gente que amo cuando es necesario, me ayuda a encontrar piezas perdidas de mi persona.
Si alguna vez les jodí la noche, la mañana, el momento de sus vidas donde me preguntaron así de simple "¿Estás bien?", lo siento mucho, no fue mi intención, jamás la ha sido ni la será.
Los quiero mucho, siempre lo haré, hasta que desaparezca de éste mundo por mi cuenta o cuando lo hagamos todos juntos, ojalá los Mayas hayan hecho esa roca en estado etílico, por favor.
Buenas noches.
Req.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Tango

Papá: Pero si te quieres pasar de elegante... hay algo que debes saber
bailar.

Jaime: ¿Vals?

Hija: ¡Vals!

Papá
: No... TANGO.






Hay una mágia indescriptible en la música, definitivamente en todas las manifestaciones de la misma. El mínimo movimiento, la nota más afinada o el bemol equivocado, un sostenido que no suena como debería... absolutamente todo porta un hechizo propio, una historia, ya sea con o sin sentido. Y de la mano de la música está el baile, otro libro que también tiene sus muchas ramas y páginas de diferentes nombres. Hablábamos hace unos días acerca de música durante el almuerzo, Jaime, Laurence* y mi padre. Fue entonces cuando tocamos el tema del tango, según un comentario que días después leí, uno de los bailes más elegantes, más detallistas y perfectos que puede existir y porqué no decir, de los más complejos. Logré enlazar mi pierna con la pierna de Laurence, entonces, para expresar la pasión que sentíamos por el tema, ambos amantes del tango, él mucho más que yo. Días después logré comprender más ampliamente la belleza de aquella música, la unión de notas y pentagramas que resulta en una mezcla tan sublime como salvaje, para congelarse de la impresión o encenderse en las llamas de nuestros deseos más ocultos y las ternuras que no logramos expresar a manera completa.
Yo misma no tengo las palabras exactas para definir o expresar qué es el tango en sí, quizás salvo magia, teletransportación y Nirvana.
Quien tenga el don de bailar tango con gracia y sentimiento, mis mayores respetos, mi mayor admiración.
Escuchen tango, se los ruego, tienen que sentir la fuerza de la música, el desgarramiento espiritual. Obras recomendadas:

viernes, 24 de diciembre de 2010

Silent Night

Hace años yo ayudaba a mi papá a preparar el pavo para la noche de Navidad. Me embarraba las manos en sal, luego en mantequilla, luego en el oscuro aderezo, cuyo olor invade la casa desde un lado a otro. Mamá está triste porque no consiguió ningún libro, hoy temprano me pidió que le hiciera una lista de los que deseo y dice que no encontró ni uno solo. Ésta es una Navidad sin árbol ni luces, no tenemos un lugar específico en dónde poner los pocos regalos que los buenos amigos nos han venido a dar. No he hecho tarjetas, no ayudé a decorar y dejé a mi padre preparando el pavo solo el día de ayer. He mandado tarjetas por Internet a un par de tías, el mensaje definitivo lo planeo colgar más tarde para que todos los que quieran lo puedan leer, no tengo hambre de cena navideña pero tengo ganas de consumir cualquier cosa, muero de una ansiedad extraña. Hablando indirectamente con algunos colegas, nos dimos cuenta que es la Navidad más insípida que alguna vez hayamos podido pasar. El tiempo se ha pasado muy rápido, no es bueno, no le agrada a nadie. A penas ha habido tiempo de decorar la casa (de que la decoraran, mi mamá se encarga de todo eso siempre, aunque hoy ayudé a desatar nudos de las luces navideñas que segundos después estallaron) y de preparar la cena, ojalá nada se queme, ojalá todos podamos pasarla bien y que nadie se pelee, ya fue suficiente con la horrenda Navidad del 2007.
[...] Hace unos segundos hablé con Sarah después de casi medio año de desaparición, le conté rápidamente que estoy bien, que mañana cumpliría dos semanas con mi amado Laurence y que ya cumplí los dieciséis hace tiempo y no, no hice fiesta ni salí con nadie. No tuvimos mucho tiempo, pero ha sido suficiente, los milagros de Navidad sí existen. A la medianoche espero la llamada de Laurence, ojalá suceda, ojalá lo pueda escuchar y dormir bien, aunque no pueda decirle "Te amo también" porque mis padres estarían observando.
El año se ha pasado muy rápido, la Navidad ha perdido encanto, no ha habido tiempo ni siquiera de sentir la pegada, es muy tarde, es muy temprano, creo que la mayoría de nosotros no tiene tiempo ni ganas de mandar tarjetas o hacer llamadas telefónicas. Casi todos estamos metidos en Facebook, en nuestra música, en nuestras habitaciones leyendo o mandando mensajes de texto diciendo que estamos aburridos.
Feliz Navidad adelantada, aún faltan horas.
Espero que la estén pasando mejor que su nostálgica escribidora.

lunes, 20 de diciembre de 2010

"En éste caso, no podría decir que eran montañas de nieve. No, porque las montañas son puntiagudas, algo feas, sinceramente me parecen malas estéticamente, estan desniveladas y no tienen nada de agradable salvo una majestuosidad especial. En éste caso, eran colinas de nieve, sus partes más altas eran hermosamente esféricas, formadas, muy agradables a la vista a comparación de sus viejas primas las montañas. Lo curioso de éstas colinas era que la nieve no solo estaba estática, si no tibia. Jamás me las imaginaría frías, me dan ganas a veces de estar allí mismo para saber si son lo que aparentan. Aunque de alguna manera estaría incorrecto, ésta clase de colinas no son para escalarse, menos para sentirse con detalle y detenimiento.
Había, más bien aún hay, un valle completamente oscuro entre éstas perfecciones, angosto, casi sin más terreno que un estrecho camino hacia la nada, quizás algo mucho más complejo que las colinas en si..."




- ¿Miguel?


Salí de mis cavilaciones y levanté el rostro, Paola me observaba por detrás de sus gafas de secretaria. Arrugó la frente y se abrochó más la blusa blanca del colegio.

-No solo no me has escuchado- dijo ofendida y comprensiva al
mismo tiempo -Si no también me has enseñado para hablarte, debo de dejar los
escotes.

Desvié la mirada, acorralado de manera vergonzosa. "En fin" pensé "Siguen siendo las mejores colinas que he visto en toda mi vida".

domingo, 19 de diciembre de 2010

Cosas

Me quedé entonces sin aire
escupí esas manchas saladas, incoloras de una pena efímera
me duele, adentro, afuera, por todos lados
existirá allá, el eco de una nota doliente
pero siguen siendo milagros
el amor, el cuerpo humano y la imaginación

Él me dice te amo
y entre penas
le contesto al mensaje de voz que es como nana diaria
nocturna
... yo también te amo


Todo estará mejor
alguna vez
en mis cuadros despintados
tenía yo que agradecer
aquello inexplicabletanextraño
que me hace feliz todos los días

Tu bendecida paciencia
no me voy a ir nunca
y exigo que me lo creas
porque yo no soy un cliché

sábado, 18 de diciembre de 2010

Concierto (Colección Fotográfica)


De: Noche del sábado 18 de Diciembre, año 2010
Lugar: Antigua sede del Conservatorio Nacional / Auditorio
Resultados Anímicos: Una noche perfecta.




Hablando un poco con el piano


Con el famoso profesor Erick (profesor E)




Una Hache y una Be Grande (Nuestro dúo)



Con el patriarca de mi familia

Concierto


Me pica un poco la mejilla derecha y creo que es la base. Utilizando un vestido negro, conservador pero vampirezco y zapatos de taco, pero aún cómodos, me preparo para partir al concierto en cual hemos estado trabajando durante mucho tiempo. Y digo hemos, porque a pesar de no haber estado en muchos ensayos por cuestiones espirituales (esas reuniones para mi confirmación católica que al final no funcionaron porque falté a un retiro), he estado incluída. Entonces, hoy a las siete y media de la noche comenzarán las piezas, luego tocaremos todos juntos. Uf, he estado alistando mi violín como una desquiciada pero no siento nervios. Claro pues, porque no me voy a plantar sola a tocar frente a todo un auditorio como lo harán los virtuosos del grupo (lo digo sin ánimos de sorna, tienen que escucharlos, es para quedarse en trance).
Espero recibir sus deseos de éxito de alguna manera sobrenatural.
Nos vemos más tarde (mañana).


Siempre suya,
La Lunática Req.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Madrid Amaneció

Ayer en el desayuno tuve ganas de llamar a Luis para decirle que, después de seis meses, había cambiado de opinión. Lo más probable habría sido que me hubiera mandado al cuerno y la verdad, es que tiene todo el derecho de hacerlo. Pasé los últimos meses peleando como un perro con mi esposa, ahora ex-esposa para ver quíén se quedaba con qué. Felizmente (¿Felizmente?) no teníamos hijos ni nadie en especial por quien pelear, salvo nosotros. Habíamos intentado de todo, terapia en pareja, pscicólogos llenos de hipocrecía y diálogos que terminaban en floreros rotos y ella allá, pelando mandarinas y aguantándose el llanto. Quedamos en que era culpa de los dos, pero yo en el fondo sé que no es cierto. Me quedé con el departamento, ella con el auto, nos peleamos hasta por quién se iba a quedar con el álbum de fotografías de nuestro matrimonio, un sábado soleado hacía ya diez años. ¡Diez años! Diez años durmiendo al lado de la misma mujer, sin pensar ni una sola vez de manera maliciosa en las piernas de mis alumnas o las tardes solitarias de mis compañeras de trabajo. ¿Habría caído ella en la clásica tentación del adulterio? Me preguntaba a veces, cuando se iniciaba ya el friaje, si había otra persona en su mente fuera de mi. Ser un cornudo... aquello definitivamente nunca ocurrió.
Ayer por el desayuno, también logré sentir ese vacío silencioso de la mañana. Recién me di cuenta que no había nadie que encendiera la televisión para ver las noticias, que bostezara sin delicadeza y lanzara maldiciones porque no encontraba las pantuflas. Me reí con la taza de café en la mano, creo que me enamoré de mi esposa, porque ella era distinta a una manera extrema y excéntrica. Nunca usaba maquillaje, no leía las etiquetas de valores nutricionales, solo comía lo delicioso e incluso mis platos que quizás nunca fueron ideales. Ella no demoraba años en elegir la ropa para todos los días, solo hacía eso cuando íbamos al teatro, a su pedido personal, a escuchar la ópera en invierno o a celebrar nuestros aniversarios a algún lugar bonito. Lucho tiene razón cuando dice que tengo algo malo en la cabeza, no puede ser que todo ésto lo haya pensando en una mañana, habiendo pasado ya seis meses de nuestra separación. El café me sabió a lodo insípido y se me quitó el hambre de golpe, fui a dar una vuelta por el departamento como si fuera un parque, los árboles eran las columnas donde hacía mucho tiempo, nos habíamos desnudado sin vergüenza alguna, muriendo de risa, como chiquillos. Suspiré, morí. De repente sentí ganas de llorar, como si se me hubiera muerto algo muy querido, miré las ventanas y me acordé de sus huellas en invierno, cuando estaba aburrida, miraba el suelo y nos encontraba a los dos jugando entre discos, revistas. No podía acercarme a la habitación sin recordar cuántos momentos habíamos pasado allá adentro, leyendo, consumiéndonos en cosas de mayores que soñamos desde que éramos niños.
Que injusta es la vida de un adulto. Uno crece por las puras, siempre seguimos siendo los mismos, pero con barba, con el libido aumentado, con la edad necesaria para hacer locuras, como por ejemplo, divorciarte de la persona que más amas en el mundo. Me sentí como un imbécil, seis meses tuvieron que pasar, seis meses en los cuales quizás ella me dejó de amar, se dio cuenta que soy un idiota por tomar la acción más cobarde, la separación eterna.
La extraño, Luis, la extraño como no tienes la menor idea. Desde sus silbidos en el almuerzo hasta cuando hablaba durmiendo, cuando daba vueltas en la cama y me fastidiaba el sueño, cuando lloraba viendo musicales y hablaba malas palabras cuando había tráfico.
Quiero que regrese.
Ahora me doy cuenta, que es lo único que necesito.

On Melancholy Hill

No vale la pena decir que es otro día de vacaciones. Hace mucho tiempo que no escribo, no como debería, lo más probable es que sea un bloqueo, uno de esos tantos que me tienen presa y de repente estoy allá, perdiendo el tiempo mirando el techo por la noche, anhelando la compañía de muchas personas y preguntándome que será de nosotros mañana, en un mes, en un año, en cien años, si es que llegamos. El color anaranjado que trae el verano desentona con mi alergia común, mis estornudos inevitables y esas ganas de abrigarme aunque el día parezca un Sahara. ¿Será que contradigo hasta el clima? ¿Hasta esos límites he llegado? Y cuando todos se pelean de frío, yo siento el calor característico de haber tomado whiskey, cosa que por cierto, no sucede desde hace mucho tiempo.
Me alegra haber pasado mis cursos pesadilla, me preocupa que mi mamá esté enferma y que ya no haya nada bueno en la televisión. Lo más probable es que necesite una distracción radical, algo como saltar desde un helicóptero, visitar la morgue o simplemente irme a jugar pistolitas al segundo piso del centro comercial.
Estamos críticos, señores y señoras, a mi me ataca el tedio y ustedes parece que no tienen nada mejor que hacer que venir a leer mis penurias y alegrías vanas.
Hoy también estuve pensando en todo lo que ha pasado durante el año. Se me cumplieron mis deseos que pedí en año nuevo al lado de Sarah, créanlo o no, se me cumplieron todos. ¿Pasé mis cursos? Efectivamente ¿Me enamoré? Si, también ¿Soy feliz al lado de alguien? Feliz hasta la euforia ¿Ha bajado mi locura característica? Para nada.
Ahora, no sé que voy a desear para el próximo año que logra espantarme de alguna manera. El último año del colegio, qué increíble, por fin llegó, no me la creo, nadie se la cree. Nos vamos del colegio y según mi papá, no los voy a volver a ver nunca más. Ya veré si me choca, veré si me pongo triste o siquiera si me emociona el hecho de largarme de una vez.
Me muero de alergia y de tedio, estoy sola en casa y la televisión se muere de programas malos. Ni siquiera veo televisión.
Ésta parece la típica y veraniega escena de un suicido en una novela de Stephen King.
Pero no, el suicidio es para cobardes aburridos.
Yo todavía tengo demasiado que hacer en éste mundo tan chiquito y rayado.


Req.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Nuestro Dúo

Hoy día desperté a las seis de la mañana, presa de un aumento súbito de adrenalina. Desperté de golpe, los ojos bien abiertos, el rostro serio, el corazón funcionando, pero se sentía raro. "Todo fue un sueño" pensé en cuestión de micro segundos "Todo ha sido un sueño tibio y real". Me equivoqué, porque en minutos pisé tierra y me di cuenta que no había sido un sueño. Si pues, estaba completamente errada. Mi tía dormí en la cama de al costado, yo no me había movido en toda la noche, mis peluches descansaban contra la pared y el cielo aún estaba en un negro con tonadas azules. Estaba por amanecer.
Fui a leer "La tía Julia y el escribidor" al comedor, no se escuchaban los ronquidos de mi papá, tampoco las quejas tempranas de los vecinos o los taxis que (supongo yo) solo podían venir del aeropuerto a tremendas horas tan feas para estar fuera de casa. Leí por unos diez minutos, mi mamá se despertó y me pidió que vaya a dormir o por lo menos lo intente, con la excusa temblorosa que me asfixiaba en mis almohadas, logré quedarme.
No había sido un sueño. Me dolían las rodillas, pero solo había caminado cerca de mi casa en círculos una y otra vez, con un brazo alrededor del cuello y una sonrisa en el rostro. Había comprado un vestido la noche anterior sin sentir remordimientos ni tristezas prematuras, había sido un sábado once de diciembre, el día en que quizás todo cambió para siempre. ¡No, que no ha sido un sueño! Y aún me tiembla el corazón como si fuera gelatina de fresa y sin sabor bueno, cuando recuerdo todo lo que pasó, lo que pasará después, lo que pasará hoy.
Soy muy feliz.
Y a tu lado, estoy hecha pura euforia.
"Because you are my medicine, when you are close to me"

sábado, 11 de diciembre de 2010

Nuevo



Alguna vez creí, allá, muy en el fondo que de verdad yo podía destruír todo
lo que mis manos alcanzaban.
Hoy comprobé que no es cierto.


11/12/10

Mañana Especial




Una mañana de Diciembre ambas secciones fuimos llevadas al auditorio y cierto grupo de personas fue seleccionada para participar en números para un público en especial. Sabíamos, yo sabía, a quiénes pertenecían aquellas cabecitas bien peinadas, aquellos cuerpecitos pequeños, miraban con expresiones de sorpresa y diversión el escenario, esperando a otro movimiento súbito. Tuve la presentación en la orquesta y una vez que todos se retiraron tomé asiento. Los observé encantada, nunca había estado tan cerca de esa clase de niños, algunos mayores que yo, pero espiritualmente pequeños, inocentes, siempre sonriendo. Terminó el show navideño y había llegado la hora, nos pusimos de pie, aquellos que queríamos ayudar y llevar a los pequeños hacia el gimnasio, a tomar chocolate y comer panetón.
Fue entonces que cogí de la mano a Ángela.
Tenía diecisiete años, tez blanca y ojos chinitos, una sonrisa siempre presente. Usaba una blusa color rojo-navidad Su mano estaba entre lo tibio y lo frío, sudorosa, como la mano de una niña. Subimos las escaleras en silencio, no supe por donde comenzar, me sentí entonces nerviosa ¿Por donde comenzar? Llegamos al auditorio, la ayudé a sentarse y por un momento, levanté la cabeza a tomar aire, a organizar mis ideas. Nos vi a todos, adolescentes inexpertos, frente a aquel grupo de querubines que reían y miraban todo, extasiados.


-¿Cómo te llamas?
-Ángela- me respondió, mirándose las manitas.

Sin que entonces se diera cuenta, disimulando lo mejor que pude, me saltaron lágrimas en los ojos. Me encontraba entonces ahí, muerta de ternura, ahogándome de amor por aquella niña a quien yo llevaba a penas una cabeza. Le ayudé a tomar la chocolatada y después de haber terminado de comer (incluyendo el pedazo de Yudith, una niña de al lado, le regaló) la cogí de la mano y la paseé por todo el gimnasio, lleno de mis compañeros y de olor a puro chocolate. Fuimos hasta el árbol de navidad lleno de luces azules parpadeantes.


-¿Te gusta el azul, Ángela?
-Sí.
-Tenemos muchos árboles en el colegio... pero éste es
especial porque es azul ¿Sabías que también hay pájaros azules?
-No.
-Pues existen... y te dan... mucha felicidad.

Nos tomaron una fotografía con la directora del colegio y otro niño que conocía a Ángela. Me enteré entonces que ambos bailaban marinera, no sabía dónde ocultar mi emoción, ya no podía más y seguí lagrimeando, contándole cuentos al querubín que se había cruzado en mi vida, tan pequeña, tierna, quizás segura que todos éramos buenas personas allá adentro. Luego de unos minutos llegó la despedida y caminamos con nuestros protegidos hacia la puerta principal.
Me negué a despedirme desde allí de Ángela y la acompañé hasta la puerta de su autobús, donde le di el primer y último abrazo, recibí su beso en la mejilla y la observé partir. Me despedí entonces desde el jardín y todos los angelitos desde las ventanas, sonriendo, felices, comiendo los chupetines que les habíamos regalado al final. Cuando el autobús gris desapareció en la avenida 28 de Julio, me sentí más libre y firmemente, regresé al salón de clase con los ojos empañados y la sensación de haberme despedido de una amiga de toda la vida, de una prima pequeña, de una hija. Han pasado ya varias semanas, se ha terminado el año escolar y yo no sé dónde está Ángela, en qué estará pensando y se acordará de mi alguno de éstos días.


La Despedida

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pánico

Me siento físicamente a punto de desaparecer. Mi paranoia, mi extraño hábito de exagerar todo lo que me ocurre me hace pensar que estoy a punto de irme, que quizás tengo alguna bacteria nociva dentro de mi, me aterra pensarlo, pero no se me ocurre otra cosa. Ya voy bien con mis medicinas, me siento algo mejor, debería de ponerme mi pijama y descansar un poco.
En caso que me ponga peor, es probable que no venga a escribir nada más por un tiempo.
Si no regreso... ya me entienden, si algo me ocurre, sepan que todo ésto, mi blog, fue muy importante para mi, siempre quise mucho a los que me admiraban y a los que alguna vez me llamaron loca y quisieron destruírme a mi y a mi sitio.
Gracias a todos los que estuvieron conmigo, los quiero, querré por siempre y a los que alguna vez me defraudaron, ches, bueno, así es la vida ¿No?
Quiero mucho a mi familia, con todos su errores, los quiero mucho a todos.
Espero mejorar, si Dios quiere.
Buenas noches.

martes, 7 de diciembre de 2010

Malquerencia

Allá voy, allá ando, seguiré andando
el ser detestado, insuficiente, violinístico
humano de terminaciones femeninas
con el pecho cortado por la hombrera

Soy quizás, muy por seguro, el ser amorfo
de una superficie oxigenada, la que goza
de heridas abiertas, como burdel de puerto
de una asfixia nauseabunda en lágrimas
que aparentan ser de un nulo significado

Aquí estoy yo, la que nació de carreras inconclusas
la hija de un Dios que me pensó y formó
el feto que nació a la incompresión, aquel recuerdo
del penoso y valiente libro de Job
¿Respiro o agonizo? ¿Seré carroña estando viva?
Odiaré entonces de por vida, como si jamás
me hubieran enseñado dogma agradable
agradeceré entonces, a mis padres por el tiempo
por su conducta que jamás será ideal
¿Y quien soy yo para juzgar?
¿No soy yo acaso, otro embrión tierno y especial?


Allá van, las teorías, los cristianos, los alpinchistas
que me río, como malabarista,
en mi tranquilidad falaz, en mi intento por coexistir

Allá voy, aquí estoy
sin amar, sin odiar, un fiambre malgastado
otra abominación ¡Murria!
Allá voy, la que brotó de lo incompleto
¡De lo triste!
¡De lo obsoleto!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Finales

Desde: Clase de cómputo (La última)




Todos se habían puesto de acuerdo para hacer que los salones se vean fantasmales hoy día y todo ha sido un plan fallido. Al parecer todavía tememos a lo que nuestros padres nos puedan decir si simplemente nos rehusamos a venir al colegio sin razón aparente. ¿Fingir un dolor de cabeza? No todos son buenos actores.
Miércoles feriado y un jueves fugaz, saldremos temprano y quizás, sea la oportunidad perfecta para revivir un tiempo que está por irse. Nos convertimos en los mayores del colegio y no, créamne que no es algo creíble. Por lo menos yo estoy segura que seguimos siendo niños que han comenzado secundaria, no solo por nuestra estatura (a excepción de unos tres que casi miden dos metros) o por nuestro comportamiento que pasa de pegar masas de papel húmedo en los techos hasta leer a Marx cuando es conveniente (en algunos casos, acá todavía hay algunos que se quedan con el periódico de cincuenta céntimos por las calatas del final).
El año se ha pasado muy rápido, estoy quizás, tan entretenida en mis placeres fuera de la computadora que no he tenido tiempo de escribir. Ya extrañaba mucho ese sonido de las teclas y la tinta congelada e inexistente de la pantalla. (Nota: Ahora debería de estar atendiendo a las exposiciones de mis compañeros pero las letras me llaman). Ha pasado mucho en éstos dos últimos meses, últimamente extraño a Sarah de manera entrañable, mi querida amiga Zeta Ere Hache, la irónica ¿Volveremos a charlar durante el almuerzo, quejarnos, bromear, hablar de las temporadas de Dr. House y contarnos lo más importante del año? No lo sé, amiga mía, pero sé dentro de mi que el año si ha sido importante.
En fin. Cuando acabemos éste año, será el final de un final y eso resulta al mismo tiempo, un comienzo. Seremos los grandecitos de secundaria, los viejos, los que tienen experiencia y tendrán que masacrarse para ingresar a la universidad en algo que de verdad deseen hacer.
¡Saquen esas ropas de baño, que ya llega el verano!
Y si de verdad te interesa lo que pasará después, te veré leyendo un cuaderno debajo del sol playero.