sábado, 7 de agosto de 2010

Otoño, llévame contigo


"Todas son casualidades.
Todas son manchas accidentales de una pintura que
ninguno de nosotros completa"






El viento soplaba suave mientras se observaba el tenue brillar del sol ocultándose, a través de las ramas de los árboles que morían sin prisa. El otoño nunca había estado tan sereno, ni siquiera en los antiguos días donde los niños jugaban por aquel parque que había caído en miseria por los drogadictos o donde la gente se sentaba a observar el atardecer sin apuro alguno. Estaba mal visto que alguien se sentara solo en un parque, se decía que eso hacían esos enfermos que se detenían a observar a las parejas y luego se tocaban sin ninguna clase de vergüenza... pero ¿Quién podría pensar algo así de la joven que observaba sola, un simple atardecer? El viento sacudía los columpios como si fuera una madre silente, sacudía los árboles desnudos, hacía levitar los frágiles cabellos de una joven que trataba de convencerse que no pensaba en nada. Pero es imposible pensar en la nada... hasta ese odioso tema es parte del universo, la nada en sí, no existe, es algo que inventamos para evitar recordar nuestro pasado, así las personas que dejamos y nos dejaron no regresarán a molestarnos nunca más.
Pero esas son patrañas de débiles.
La joven observaba con ojos brillosos, pero carentes de lágrimas, al sol majestuoso ocultarse. "¿Por qué el sol quisiera ocultarse?" pensó entrelazando las manos sobre su regazo "¿Por qué alguien tan brillante y feliz, desearía ocultarse?" Mientras el viento le levantaba los cabellos, cerró los ojos y pensó en una respuesta. Porque hasta las cosas más felices, aquellas que están tan llenas de brillo, tienen miedo de permanecer en un mismo sitio, que los demás noten aquella alegría y crean que como todo lo que vive, existe un final. ¿Sería eso? ¿El sol tendría miedo de permanecer? Las personas creerían que es eterno, que nunca se iría y todo tiene un final... algún día el sol va a cansarse y morirá ¿Entonces qué será de la gente sin él?
Cuando abrió los ojos el cielo se iba tornando violáceo, todo iba oscureciendo lentamente, con una suavidad que no correspondía a lo que seguía. La noche es una fase tan peligrosa, la oscuridad te traga por completo hasta que haces lo que no deberías de hacer y piensas lo que no deberías de pensar. Los accidentes más sangrientos, los asesinatos, los secuestros y las violaciones, siempre son en la noche. La gente de alma oscura, se siente más segura en esos momentos, porque se confunden con la tiniebla.
La joven suspiró y se tocó ligeramente la mejilla. "Un beso es solo un beso..." pensó "Una despedida, es solo una despedida".

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