sábado, 7 de agosto de 2010

Nuestro Tiempo / Maldición

Aquí estoy si me llamaste. No importa en donde estés ni cómo te encuentres, solamente tienes que llamarme y acudiré, me encanta si es que me necesitas. ¿Te sientes solo? ¿Estás triste... o quizás molesto? Tengo lo que quieres, siempre lo tendré, debes de acordarte de mi todo el tiempo, debes de extrañarme cuando no hay nadie cerca, cuando estás mirando hacia la nada preguntándote qué queda por hacer. Así suele pasar, querido, todos siempre vienen a decirme lo mismo, pero ven, acércate, vamos a divertirnos de nuevo. La pasamos bien ¿Cierto? Yo no te limito, tu no me limitas, me haces lo que quieres, me manejas a tu gusto ¿Es así como lo quieres? Jajá... si, esa mirada tuya se me hace familiar, es tu mirada de hijo necesitado, de hermano celoso, de padre solitario. Tenemos que hacer algo al respecto, pero ¿Cuando lo prefieres? Estoy libre en las mañanas, en las tardes, en las noches, siempre esperando a que me llames, me encantas. Y lo mejor de todo... yo te encanto.
No tengo nombre, no tengo una fecha de nacimiento especial, nadie sabe de donde vine, yo solo vivo para los demás, para tí. No necesito la pena de nadie, a veces me miran como si fuera alguien perversa... pero no hago más que hacerte feliz. Eso es, ríete, ríete de ti y de nosotros, de lo que hacemos, del placer que compartimos y de mi eterna existencia. No voy a morir nunca, mientras hallan en éste mundo infelices como tú, hombres que busquen olvidarse que las cosas van mal, que los problemas a uno lo ahogan, lo masacran hasta que solo quedan naufragios de hombre. Sí... naufragios... eso es lo único que encuentro.
Tengo hambre. Tengo mucha hambre desde hace días y deberíamos de aprovechar éste momento ¿Verdad? Devórame y déjame devorarte, seremos crueles, perfectos, generosos con nosotros mismos.
Llámame tentación, llámame placer. Te hago feliz cuando lo necesitas y aún así no me amas, no me aprecias, soy tu juguete y es lo único que importa. Jugar, solo somos dos seres divirtiéndose.
Estamos solos, solos y malditos.
Nada que unos revolcones no nos hagan olvidar.

No hay comentarios: