lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad I

En resumen, el día de ayer alguien lanzó una oración al azar y dijo así de sencillo: No parece navidad, estas son las navidades más raras de la vida. Entonces me puse a considerar si eso es porque hace unos días medio mundo creía que era el fin de nuestra existencia, o porque los rusos se encerraron en un sótano lleno de vino o porque simplemente el sol sale horrorosamente todos los días en esta ciudad y solemos vincular la Navidad con la nieve y las fogatas. Esta casa está tan decorada y empapada del espíritu navideño que comienzo a sentir la presión de esta festividad. Pero regresando al tema principal que es el porqué esta navidad no parece navidad, otro alguien lanzó una respuesta bastante aguda: Se llama crecer. 
No dudo que es muy diferente. Hace unos años la Navidad era un fenómeno completamente diferente al que tengo hoy en día y que llegará en tan solo unas horas. Nunca lo disfruté del todo (nótese la experiencia de la Navidad 2007, el averno más memorable con pavo mal aderezado) pero ahora tiene un toque más melancólico que antes. Creo que era real. Se llama crecer.
Pronto dejaré de ir a terapia. Voy a extrañar mucho a Stefanie y el enfermero que todos los días me daba el nombre de una estrella de rock diferente. Se la pasa recorriendo los pasadizos, tarareando Janis Joplin y preguntándome si ya estoy lista para el ultrasonido. Bang.
A los 18 años la Navidad no es más que otra Navidad en donde hay toneladas de comida y una extraña paz y felicidad que está muy salida de tono. Hace mucho tiempo dejé de profundizar en el sentido cristiano de la Navidad porque (gracias profesor Crespo) llevar Teología este año cambió la situación por completo.
Lo mejor de esto es que sigo escribiendo sin los bloqueos de antes. 
Sí, creo que se llama crecer. 
(?)



B.

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