De nuevo en casa |
Salí, compré un libro de pasta verde musgo y regresé a casa. En el camino me acordé de las memorias encuadernadas en piel de animal que me dieron por mi cumpleaños, de las manchas de sangre en las últimas páginas y de mi negación ante la mala idea de tomar cerveza dentro del cine a las once y media de la noche. Me reí, porque pasará un tiempo hasta que regresemos a ese punto en donde hay cosas que están destinadas a suceder y nunca más repetirse.
Hoy regresé a casa, busqué en las galerías y no encontré a nadie, entonces me senté en la escalera frente a mi puerta y con las llaves oxidadas en la mano, me puse a pensar.
"Hoy ha sido la última vez, hasta que vuelvan a fallar mis planes que ya están destinados a quebrantarse".
No puedo contar los días para irme, porque todavía no sé cuándo será, pero probablemente sea de noche. La semana pasada dije que iba a ir a sentarme en la misma banca del parque San José a repetir mis delirios y reflexiones de seis de la tarde, pero no pude. Me faltaron, me faltan, fuerzas para regresar.
Eso sigue sin cambiar el hecho que hoy ha sido la última vez (dicen, hasta la próxima).
De un jueves a las seis de la tarde en adelante, hay un camino que no quiero conocer. Entonces podríamos caminar juntos.
Pero déjame taparme los ojos con las manos.
No. Nunca. Mejor no.
No quiero ver.
B.
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