sábado, 8 de diciembre de 2012

Av. Cuba

Le dijo al chofer que su padre había contratado que la llevara hacia la avenida Cuba. Pensaba bajarse en ese parque de forma circular con bancas abandonadas y un monumento de quién sabe quién, probablemente un héroe de la guerra. Se sentó en el asiento y comenzó a esperar. El chofer, mientras conducía hacia calles muy alejadas del destino original, solo pensaba en llevarse a la chica y violarla cuando estuvieran lo suficientemente lejos. Después de un rato ella dijo "Esta no es la calle Cuba" y el chofer le respondió "Sí, pero de Chorillos", que era un lugar muy alejado cerca al mar. 
Ella no desesperó. Ni siquiera se puso a llorar, solo miró al hombre por el retrovisor y suspiró. "No debería de hacer esto" le dijo "Si hace esto no sé qué es lo peor que le podría suceder". El chofer se puso nervioso, ella estaba tan tranquila, tan igual con su mirada triste barriendo las calles de la ciudad "Va a llevarme hacia algún lado, va a violarme ¿Y después qué, señor? ¿Matarme? No lo creo. Va a mandar al diablo su vida por el poco tiempo que pueda usarme. Luego la policía lo buscará y lo van a encontrar, créame, porque no hay forma de ocultarse en este lugar. Lo peor es que mi padre va a ir a buscarlo y después va a matar a toda su familia ¿Quiere eso, señor? ¿Quiere que mi padre mate a su anciana madre y pise su cráneo contra el suelo?" El chofer sentía lágrimas patéticas brotar de sus ojos, volteó, miró a la joven e intentó callarla, gritarle, pero ella no reaccionaba, solo lo miraba fijamente y hablaba de lo que sucedería. El hombre no aguantó más. 
Poco después estaban ambos sentados en un auto de la policía. Ella lo miró con tristeza y le dijo "Pudo haber sido mucho peor, señor, ahora solo se irá a la cárcel, pero por un tiempo corto, esperemos. De todos modos, en la cárcen van a violarlo y llenarlo de enfermedades hasta que no pueda caminar ¿Ve lo que se ha buscado, señor?" Y el chofer comenzó a llorar lágrimas de sangre y temblar compulsivamente, se arrimó al regazo de la joven y comenzó a gritar "¡Perdóname! ¡Perdón! ¡Lo siento tanto" Y ella solo le acarició el cabello con una mano, cerró los ojos y le susurró "Lo perdono": 



Y ese fue mi sueño.
Me devolvieron a casa con mis padres.
El chofer que intentó secuestrarme no volvió a aparecer. 

No hay comentarios: