Conocí a Camila hace un tiempo. Nunca termina de sorprenderme. Es brillante, aunque no se lo crea, quizá sea modestia, quizá de verdad no puede ver esa luz anómala que tienen las ideas increíbles dentro de su cabeza.
Toca la guitarra cuando se siente triste, pasea cada vez que puede y durante las últimas semanas me contaba lo mal que iban las cosas. Fuimos a comprar libros, a buscar cigarrillos, le invité una Coca Cola la última vez que la vi y hablamos por unas horas. Dialogamos de todo, hasta que ella se frotó el rostro y me miró con los ojos sinceros y frágiles.
"Se burlan de mi porque soy virgen" me dijo encogiéndose los hombros "Se burlan de mi porque soy virgen" y lo repitió tantas veces hasta que se quebró en un llanto que solo paró minutos más tarde.
Sufrí, entonces, al verla así.
Intentando calmarla, terminé llorando a su lado en la banca del parque.
Al escucharla, me acordé de mi misma.
... cómo se burlaría la gente, al vernos así.
B.
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