El gran problema que tienes, es que te haces el insensible porque ya te sacaron la mugre anteriormente. Nora dio un trago de vino y resopló, sentada con las piernas cruzadas. Peter la escuchaba atentamente, con la mirada hacia el césped vere que descansaba debajo de ellos, se había tomado aquel día libre para reunirse con Nora y aceptar toda las críticas que ésta tendría que darle. La creyente conservadora, opositora del sexo antes del matrimonio y fiel amante de la lectura y qué decir de la poesía erótica, lo miraba por encima de sus gafas con ojos venosos. Me avergüenza ser tu amiga Peter, le dijo sin pena, cuando te metas en problemas, cuando estés jodido hasta los testículos, ahí es donde te vas a acordar de mis palabras. Un defecto en el sistema nervioso hacía que Nora jamás se emborrachase pero al día siguiente despertaba con dolor de cabeza. Debía de ser muy aburrido ver a todos divirtiéndose y ser la única sobria... quizás por eso Nora tenía un carácter tan temible ¿O era solo su preocupación por él? Peter sonreía pero quería matar a la joven que disfrutaba de la sombra del árbol, la odiaba por ser tan centrada, por ser quizás la única joven que jamás acepto sus insinuaciones y piropos manoseados. Ni de caballero ni de vulgar, Nora no lo aceptó jamás como algo más que el amigo irresponsable que era. Y él lo supero sin problemas; ella no era más bonita que sus amigas cariñosas.
No es mi culpa, respondía Peter resoplando, ella comenzó a pegarse, a dejarme su aliento en toda la mejilla y además estábamos tomados, Nora, tienes que comprender que...
Ella lo calló de un siseo y suspiró. Eso es lo que pasa cuando mezclas alcohol con amor, zopenco, le dijo torciendo el gesto, regla número uno para la sobrevivencia, en las fiestas descontroladas a las que tu acudes, no existen los sentimientos, joder Peter ¿Sabes lo que puede pasar por revolcarte con una que conociste ese mismo día?
Él la pensó por unos segundos. ¿Me puede dar alguna venérea?
Nora comenzó a reírse estruendosamente por primera vez en seis meses. Peter comprendió el sadismo de Nora, quiso reventarle la botella en la cabeza, se contuvo, la necesitaba, la necesitaba mucho para aclarar las ideas y que le hicieran ver lo estúpido de sus actos descontrolados pero...
Si, Peter, dijo Nora recobrando el aire y el color natural de su piel, vas a terminar con sífilis por andar brincando sobre cada niña que te agarra en la oscuridad.
¿Y qué debo de hacer, Nora? ¿Tienes algún consejo, algo que decirme ésta vez?
La joven se acomodó las gafas y sonrió muy serena.
Eres un caso perdido, Peter, yo soy tu amiga, no soy una maga.
1 comentario:
Jo, pues a mi me parece que todo con un poquito de magia sabe mejor...
Precioso texto, como siempre : )
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