He arañado el piso de la casa por las cosas que arrastro hacia mi cama todas las noches.
He quebrado todas las ventanas porque a veces salgo a pasear durante los sueños y nunca aprendí a deslizar los vidrios. He despertado a mis vecinos desde hace varias semanas con las risas y los llantos de anti-sonámbula desubicada que se queda tan cerca a la cabecera de la cama que casi se vuelve de la misma caoba blanca con flores de liz talladas en el hombro. Algo así.
Hace poco soñé que escribía Te amo en el cuaderno de mi mesita de noche.
Y cuando desperté, tenía la mano derecha empapada de sangre.
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