Comencé a frotarme las manos, observando como mi aliento, transformado en vaho subía por los aires hasta desvanecerse. Suspiraste y me miraste sonriendo, esperando a algo.
- Y eso ha sido todo. Vaya... que problema mas grande tienes.
- Ya lo sé. ¡Y si que estoy en un dilema, amiga mía!
- ¿Que vas a hacer?
- No lo se, no lo se. Todo esto me hace sentir todo un canalla. ¿Soy un canalla?
- No. Para mí solo estás tremendamente loco.
- ¡Loco! ¡Claro que estoy loco! ¡Tengo un corazón loco!
- No lo puedo comprender. ¿Como las puedes amar... tan tranquilamente?
- ¡Es tan complicado de explicar! ¡Amar a las dos!Y tratar de seguir viviendo.
- Háblame. Dame una explicación.
- Pues... verás. Una de ellas es el amor sagrado ¡Amiga de toda mi vida! ¡Quizás mi esposa y madre después...! Pero la otra... la otra es lo prohibido, el amor prohibido, el complemento de mis ansias. ¡Y no renunciaré a ella!
- No diré que comprendo. Tu situación es demasiado complicada. ¿Como has pasado años de tu vida con tremendo trama? ¿Con todo ese merengue de pasiones, engaños y conciencia?
- He acudido a ti por la misma razón amiga mía. Me has dicho que no soy un canalla, que no tenga explicación para mi pecado tan brutal. ¡Pero si estuvieras en mi situación...!
-Si estuviera en tu situación estaría loca. Tremendamente loca. Y al igual que tu, sin la más mínima explicación.
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