martes, 24 de marzo de 2009

Adivina, adivinador

Te pido señales para la continuación de mi existencia.
No me das ni la mitad de lo que ruego.
Me ahogo en mi propio Réquiem, me autodestruyo con mi propia melodía.
¿El día en que no esté te preocupará observarme en mi sepultura?
¿Te atreverás a asomarte por el cajón y derramar una mísera lágrima?
Moriré y por tu culpa.
Moriré por nuestra culpa.
Y mientras tranquilamente te despides no sientes que lo que llamo corazón brota lágrimas sangrientas, saladas, agrias.
Te pido señales para la continuación de mi existencia.
¿Que existencia?
Ahora que te he matado en un recuerdo.
No hay más existencia.

No hay comentarios: