En la tribu de los Bora, mientras bailábamos con los niños, un muchacho nativo me observaba desde el otro lado. Cuando tuve que regresar al bote, corrió y al cruzarnos me dijo Adiós Barbara. Hoy tomamos un bote junto con dos alegres chicas que nos acompañaron el resto del día y visitamos la tribu de los Yaguas y de los Boras, ambas muy diferentes una de la otra. Los Boras parecen siempre estar celebrando, todos los niños y mujeres nos recibieron bailando y cantando hasta que su jefe salió a saludar y a darnos el precio de la visita. Les compramos pulseras. Las niñas caminan sin nada que les cubra y sus pechos inmaduros y puntiagudos andan al aire libre. Algunas mujeres tienen el rostro marcado o un ojo herido, un amigo me comentó que quizá sean cicatrices rituales y le dije que esperaba que fuera así. El comercio sexual en la tribu de los Boras tiene una presencia muy fuerte. Muchos turistas -hoy vi a uno de ellos- llevan comida y objetos especiales para obtener servicios sexuales de las niñas a cambio. Es una realidad muy fuerte de ver.
Por otro lado los Yaguas parecen ser una tribu mucho más tranquila y con un estilo de vida más organizado y dedicado a la caza y la pesca sin estar demasiado abiertos a los extranjeros. Cuando llegué no vi a casi ningún niño y fuimos atendidos por el jefe de la tribu, así como las mujeres y los hombres más ancianos. Compré un collar de huesos de boa y un colmillo de jabalí. Los niños Yaguas tienen el cabello de un tono amarillento, claro signo de desnutrición.
En el Serpentario conocimos a Eliel, nuestro guía, que nos dio un paseo por las jaulas de los ojos perezosos y los monos. Terminamos despidiéndonos y poco después tomamos unas cervezas y fumamos unos cigarros con las chicas que conocimos en el viaje, mientras me contaban sobre el significado de ser una mujer fuerte y las pendejadas de los hombres interesados.
He pasado las últimas horas con los pies en la piscina del hotel, leyendo a Victor Hugo mientras un muchacho francés me observaba desde las escaleras. Lo escuché hablar y descubrí que ha viajado con sus dos hermanos. Son casi las diez de la noche.
Está anocheciendo sobre esta ciudad.
B.
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