viernes, 18 de enero de 2013

Día 2.

En la tribu de los Bora, mientras bailábamos con los niños, un muchacho nativo me observaba desde el otro lado. Cuando tuve que regresar al bote, corrió y al cruzarnos me dijo Adiós Barbara. Hoy tomamos un bote junto con dos alegres chicas que nos acompañaron el resto del día y visitamos la tribu de los Yaguas y de los Boras, ambas muy diferentes una de la otra. Los Boras parecen siempre estar celebrando, todos los niños y mujeres nos recibieron bailando y cantando hasta que su jefe salió a saludar y a darnos el precio de la visita. Les compramos pulseras. Las niñas caminan sin nada que les cubra y sus pechos inmaduros y puntiagudos andan al aire libre. Algunas mujeres tienen el rostro marcado o un ojo herido, un amigo me comentó que quizá sean cicatrices rituales y le dije que esperaba que fuera así. El comercio sexual en la tribu de los Boras tiene una presencia muy fuerte. Muchos turistas -hoy vi a uno de ellos- llevan comida y objetos especiales para obtener servicios sexuales de las niñas a cambio. Es una realidad muy fuerte de ver. 
Por otro lado los Yaguas parecen ser una tribu mucho más tranquila y con un estilo de vida más organizado y dedicado a la caza y la pesca sin estar demasiado abiertos a los extranjeros. Cuando llegué no vi a casi ningún niño y fuimos atendidos por el jefe de la tribu, así como las mujeres y los hombres más ancianos. Compré un collar de huesos de boa y un colmillo de jabalí. Los niños Yaguas tienen el cabello de un tono amarillento, claro signo de desnutrición. 
En el Serpentario conocimos a Eliel, nuestro guía, que nos dio un paseo por las jaulas de los ojos perezosos y los monos. Terminamos despidiéndonos y poco después tomamos unas cervezas y fumamos unos cigarros con las chicas que conocimos en el viaje, mientras me contaban sobre el significado de ser una mujer fuerte y las pendejadas de los hombres interesados.
He pasado las últimas horas con los pies en la piscina del hotel, leyendo a Victor Hugo mientras un muchacho francés me observaba desde las escaleras. Lo escuché hablar y descubrí que ha viajado con sus dos hermanos. Son casi las diez de la noche.
 Está anocheciendo sobre esta ciudad.




B. 

No hay comentarios: