lunes, 7 de enero de 2013

Cero.

La ciudad se caía a pedazos por la ventana, el primer y último día que decidí mirar por el cristal. Estaba tejiendo unos zapatos de lana y promesas que nunca serían usados y tendría que vender poco después de haberlos terminado. Dicen que puede ser una exageración bastante enferma, pero yo creo que con su despedida, muchos de nosotros también nos perdimos en la nada. Leí en algún sitio que cuando uno muere, el alma se va a un lugar llamado Mu, que significa la nada. Y sin embargo estamos aquí, creyendo que nos reencontraremos del otro lado porque seguimos detenidos por la desesperanza de aquellos que se perdieron. Todos asumen la pérdida de una manera diferente. 
En el enero del 2013 el tiempo avanzó rápido, algunas cosas cambiaron, como los calendarios y otras quedaron en el mismo lugar de siempre, con los mismos olores de siempre, en la misma posición de siempre. Los pocos cambios que llegan, son parte de un proceso lento y doloroso que quiero ignorar. Enero del 2013 sabe a agosto y a una necesidad casi infantil de seguir escribiendo 2012 en todos lados. Es el deseo de retroceder, asumo, sabiendo que no es posible.
No tengo nada que decir. Mu. Mi casa huele a niebla, polvo y desesperanza desde hace mucho tiempo. Solo ahora me he detenido a mirar por la ventana. Estoy triste.
Y dejo que me llene los pulmones, porque en algún momento iba a suceder. 



B.

No hay comentarios: