jueves, 30 de abril de 2009

Presente y Realidad

Hoy por la noche, acurrucada en la esquina de mi cama (oye, gracias) mirando hacia la nada me puse a pensar, sabiendo que nadie me interrumpiría esta vez.
Mamá duerme y jura que soy feliz.
¿Que más puedo pedir?
Tema de la noche: Qué soy para ti.

Soy un contacto más de la lista
Soy un nombre más que recuerdas
Soy una mocosa más que conoces
Soy un ser humano como muchos cuyo rostro reconoces
Soy una memoria de verano que recuerdas a tu antojo
Soy una perfecta persona a la puedes torturar


Y ahí, pegada a la pared abrazando una almohada que es la única que me escucha llegué a esas conclusiones. Me da igual que pienses que no es verdad, porque se que si lees aquello te espantará pensar que es para ti. Pensarás que es otro, que es el de la foto, el de la esquina, el del pupitre al lado mío.
Y dirás que todo es mentira, que soy única y especial porque así es para ti.
Igual tu no piensas que suelo sentir que me muero por tu culpa ¿Verdad? Siempre piensas que es el otro.
Pero no hay otro.
Eres tú.
Siempre has sido tu.

El Reemplazo

Y como no llegaste cancelamos la boda y me dejaste con un costoso vestido en el altar. No me importó, porque deje de llorar por aquello una semana después de que pasó.
Entonces apareció un hombre muy parecido a ti.
Pero él usaba zapatos grandes, se pintaba el rostro de blanco y tenía una nariz roja muy curiosa.
Él me hacía reír en esos momentos de angustia.
Me hacía reír mucho.
Le conté que me abandonaste de forma muy cruel, que eras una mala persona y yo no me tragaba aquello. Y él me escuchó y trataba de hacerme sentir mejor.
Y con el tiempo me hundí en sus chistes, en sus flores que lanzan agua y en sus promesas que me llevaría por el mundo, ambos agarrados de globos de colores.
A pesar de eso, cuando su rostro ya no estaba con maquillaje y ya no usaba su traje colorinche ni su nariz roja se parecía a ti. Y eso dolía mucho.
Pero tomé una decisión. Hice que tu recuerdo se vaya al diablo momentaneamente.
Hasta que decidí ponerme el vestido de nuevo, y ahí estaba él, aparentando ser formal, con su sonrisa de oreja a oreja usando un traje con el cual jamás te vi.
Me casé con ese clon tuyo que de verdad me quería, me cogió de la mano y volamos de aquí hasta la estatua de la libertad en globos rojos, amarillos, azules y blancos. Fuimos luego a Roma y llegamos hasta el polo sur.
Me casé con un payaso que me quería más que tu.
Pero a pesar de llevar mucho tiempo volando con él uno que otro globo suele reventarse.
Eso ocurre porque tu rostro y tu ausencia en la boda se me presenta de repente.
Ahora somos muy felices, no lo negaré jamás.
Él me da todo lo que tu no me pudiste dar.
Ese payaso, mi amado se llama Fantasía.
Y yo cuelgo de él.

jueves, 23 de abril de 2009

Él, yo & nadie

Mi objetivo no es ponerme totalmente emocional durante el resto de la noche (que no es mucho). Digo, toda esta semana he estado en ese maldito estado "neutral" en donde termino totalmente decaída y te digo algo, no es del todo agradable.
Si, maldición quizás sea una buena oportunidad para escribir y escribir hasta que me duela la mano pero aquella sensación de vacío no es lo que pido con exactitud.
Y sabes... lo mas curioso de todo es que no se de quién es la culpa.
No se si es un problema psicológico.
No se si soy solo yo.
Y tampoco se si en realidad eres tú.
Si bueno...
En parte es mi culpa por tener una creatividad tan extravagante y en parte es tu culpa por recordarme que sigues ahí.
Y si sigues ahí yo sigo aquí y seguimos lejos.
Bah... me haces pensar las cosas más absurdas del mundo.

martes, 21 de abril de 2009

Una verdad, un escupitajo

Llovía estrepitosamente. Ella estaba gimiendo debajo de la lluvia, totalmente helada, deseando poder entrar a casa a saludar a su madre sin sentir que toda ella se derrumbaba de vergüenza. Todos aquellos años fueron necesarios para darse cuenta de lo que era.
Era lo que era.
Era Brittany.

Era viernes.
Oh si... todos los viernes eran iguales. Tan divertidos y tan reales que hasta dolían.
A veces le dolía. [...]
No le bastaba con saber que sus compañeras de aula decían que ella era una puta a sus espaldas, quería cada día llamar más la atención. Apuntarse una lección en el muslo y subirse la falda solo para que el profesor de historia la viera, desvestirse con pasos eróticos y caminar semi desnuda por todo el vestidor solo para presumir de su cuerpo en frente de las demás chicas.
-Vaya... pero que zorra es Brittany.

Sí. Amaba encontrar aquellos comentarios en todos lados. En las carpetas, en las puertas de los baños, en las paredes o en pequeños papeles que le metían en el casillero.
Terminó su clase favorita, gimnasia.
Hora de salida ¡Por fin! Quería salir de compras aquel día con su madre, comprarse unas faldas muy atractivas que había visto en un escaparate y escuchar los elogios de las personas que la veían pasar. ¡Vamos ya!
Pero recordó que era Viernes... y todos los viernes tenía una cita detrás de la escalera con Emerick, su seductor y casi enfermizo príncipe azul que solía tocarle el trasero cuando nadie los veía.
Por eso que a veces le dolía. Un jalón de cabello, una mordida de labio, un empujón contra la pared...
Dio la vuelta en el pasadizo haciendo chirriar sus mocacines negros y se encontró con Emerick apoyado en la pared.
No estaba solo.
Le pareció muy extraño ver a dos amigos de él acompañándolo.

-Brittany, por fin llegaste.
-No podía faltar- respondió ella acercándose a besarlo.
-Hola Brittany- saludaron los dos otros.
Ella saludó con una pequeña y falsa sonrisa.
-¿Que hacen ellos aquí?- preguntó en un susurro.
Emerick evadió su mirada y se mostró muy distante.
-Hoy las cosas no serán lo mismo- murmuró y cogió a la joven por los hombros -Ya no.
Brittany sintió como Emerick la arrojaba a los brazos de uno de los chicos que estaban ahí.
Connor, el mejor en baloncesto.
Él la miraba con ojos encendidos como un par de fósforos y después de darle un manoseo completo la arrojó a los brazos del otro. Kurt, el que no sabía donde estaba parado, pero si sabía que deseaba a Brittany en cada hormona alterada de su adolescente ser.
Y así fue.
Brittany se convirtió en pelota de los tres jóvenes. Miraba con ojos brillantes a Emerick, le rogaba que por favor parara. ¿Donde esta lo que le había prometido? Ella gritaba con la poca fuerza que le quedaban por los toqueteos y las zarandeadas, tenía la blusa rasgada y la falda rota, estaba casi desnuda.
Hubo un momento en que se tiró al suelo incapaz de seguir de pie.
-Nos vamos- dijo Kurt sonriendo y con una carcajada, los tres jugadores de aquel macabro juego desaparecieron por el pasadizo.

Semi desnuda, sola y llorosa, Brittany se miraba, pudorosa. No sabía que hacer, no supo como defenderse y ahora tampoco sabía que hacer para parar de llorar ni siquiera podía ponerse en pie.
Se puso su saco que casi nunca usaba encima y salió tambaleándose de la escuela hasta su casa.
Afuera llovía, el cielo estaba gris y rugía con fuerza.
Caminó hasta la puerta de su casa y ahí, se le quedó mirando con miedo.
¿Que iba a decir? ¿Qué rayos iba a hacer?
Llovía estrepitosamente. Ella estaba gimiendo debajo de la lluvia, totalmente helada, deseando poder entrar a casa a saludar a su madre sin sentir que toda ella se derrumbaba de vergüenza.
Todos aquellos años fueron necesarios para darse cuenta de lo que era.
Era lo que era.
Era Brittany.

She Is Here

Después de una semana teniendo pesadillas todos los días llega el Lunes 21.
Sueño con un dentista homicida que quiere matarme porque descubrí que mató a Sarah Collins.
¿Quien es Sarah Collins? No lo había escuchado antes...
Despierto y paso el día intrigada con aquel sueño.
Busco.
Sarah Collins.
Era una mujer de Winsconsin, quiso ser soldado en la Guerra Civil Americana. Se dijo que era un hombre, pero todos sospecharon de ella. Sus zapatos lograron que la descubrieran, se los colocaba de una manera muy extraña, distinta a los demás hombres.
Antes que el regimiento fuera hacia el frente, su sexo fue descubierto.
Busco por fotografías pero no las encuentro.
En mi sueño ella muere porque un dentista de anteojos la asesinó.
¿Como moriste, Sarah Collins?
Estás aquí.
¿Por qué?

viernes, 10 de abril de 2009

Tiempos Mejores

Me miras mientras ambos esperamos a que uno de los dos siga la conversación.
Y sonrío cuando me doy cuenta de aquellas quimeras que pasaban por nuestras mentes.
Soñábamos inconscientemente...
Con un solo de bajo impresionante a la mitad de la noche en un estadio lleno de personas, saltar encima de nuestros asientos, mostrando la emoción en nuestros rostros pintados gritando sin descanzo que Paul Stanley no se fuera hasta que nos quedemos sin garganta.
Cantando juntos I wanna rock and roll all night.
Te hubiera gustado tener la cabellera más larga, hasta un poco más debajo de los hombros, tocar la guitarra todos los días mientras el sol te ilumina.
Me hubiera gustado que me autografiaran mi camiseta original.
Y de repente pasearíamos en motocicletas enormes mientras escuchamos Kiss y ACDC a todo el volumen posible.
Casacas de cuero negro, jeans rasgados, botas negras.
Guitarras eléctricas y latas de cerveza que ninguno de los dos se atreve a tomar porque termina haciendo un show.
Una caja de Hamilton que jamás abriremos y observar el Proyecto De La Bruja de Blair o Freddy Krueger mientras me oculto detrás de ti y estamos comiendo palomitas de microondas, luego destrozar el sillón en una alocada pelea de almohadas mientras los vecinos nos dicen que bajemos el volumen de la música.
Exclamar un “¡Viva el rock and roll!” y levantarnos al mediodía.
Felizmente hoy es domingo.


Nos vemos atrapados en estos días donde nada es como esperábamos que fuese.
Donde vivimos separados unos de otros y no hay motocicletas ni casacas negras de cuero.
No se nos permite escuchar a Gene Simmons hasta la una de la madrugada y vivimos tarareando canciones durante las clases que no pueden ocupar toda nuestra atención.
Aquel tiempo donde desearíamos vivir, eran mejores.
Solo nos queda soñar despiertos.

miércoles, 8 de abril de 2009

La número uno

Los años pasan con rapidez y al mismo tiempo con penosa lentitud. El sentimiento de querer que todo se hunda antes de llegar a los quince me agrada pero me espanta. Jamás pensé que llegara a cuestionar el momento en que alguien dijo "Bendición les ha caído. Inteligente y hábil hija".
Cuando era pequeña solía pensar que la forma de juzgar mis errores era terrible.
Los años pasan con rapidez y hoy cambié de opinión.
Ahora se que merezco más de lo que me exclaman y merezco sentirme peor.
Me hubiera gustado que no hubieran confiado tanto en mi capacidad cuando era pequeña, me hubiera gustado la exigencia...
Esta noche me acompaña la mediocridad y la soledad de una oveja que se perdió.
Esta noche me acompaña todos los recuerdos que me hacen lo peor.
La peor hija.
La peor amiga.
La peor persona.
Y duele pensarlo, es desgarrador.
Todos somos humanos.
Otros, somos demasiado humanos.