Entonces apareció un hombre muy parecido a ti.
Pero él usaba zapatos grandes, se pintaba el rostro de blanco y tenía una nariz roja muy curiosa.
Él me hacía reír en esos momentos de angustia.
Me hacía reír mucho.
Le conté que me abandonaste de forma muy cruel, que eras una mala persona y yo no me tragaba aquello. Y él me escuchó y trataba de hacerme sentir mejor.
Y con el tiempo me hundí en sus chistes, en sus flores que lanzan agua y en sus promesas que me llevaría por el mundo, ambos agarrados de globos de colores.
A pesar de eso, cuando su rostro ya no estaba con maquillaje y ya no usaba su traje colorinche ni su nariz roja se parecía a ti. Y eso dolía mucho.
Pero tomé una decisión. Hice que tu recuerdo se vaya al diablo momentaneamente.
Hasta que decidí ponerme el vestido de nuevo, y ahí estaba él, aparentando ser formal, con su sonrisa de oreja a oreja usando un traje con el cual jamás te vi.
Me casé con ese clon tuyo que de verdad me quería, me cogió de la mano y volamos de aquí hasta la estatua de la libertad en globos rojos, amarillos, azules y blancos. Fuimos luego a Roma y llegamos hasta el polo sur.
Me casé con ese clon tuyo que de verdad me quería, me cogió de la mano y volamos de aquí hasta la estatua de la libertad en globos rojos, amarillos, azules y blancos. Fuimos luego a Roma y llegamos hasta el polo sur.
Me casé con un payaso que me quería más que tu.
Pero a pesar de llevar mucho tiempo volando con él uno que otro globo suele reventarse.
Eso ocurre porque tu rostro y tu ausencia en la boda se me presenta de repente.
Ahora somos muy felices, no lo negaré jamás.
Él me da todo lo que tu no me pudiste dar.
Ese payaso, mi amado se llama Fantasía.
Y yo cuelgo de él.
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