martes, 23 de octubre de 2012

La Carencia





Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.



Alejandra Pizarnik 

sábado, 20 de octubre de 2012

Escupitajos de Octubre

He reemplazado los cuadernos y las anotaciones en papeles amarillentos por paseos en el autobús y siestas con los ojos abiertos, apoyando la cabeza en las ventanas. He reemplazado las oraciones por reflexiones  indeterminadas antes de dormir, dirigidos a Nadie, a lo que alguna vez, llamé una sombra difusa. He reemplzado los blogs y las fotografías con nicotina y paseos colmados de tóxicos maquillados de Placebo. He reemplazado la risa abierta por mis planes fallidos de suprimir emociones. Pero en esto último -después de nueve intentos- ya se sabe que fallaré, porque los malos planes siempre fallan. 
He reemplazado la nada con más nada. 
Y sin embargo lo que no ha cambiado son los sermones de todos los días, el discurso tan conocido de "Tú sabes muy bien qué está sucediendo. Sabés qué significa". 
Entonces lo que nos queda, es la negación.
Evidentemente, doblemente, inútil negación.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Pesadilla I



Terminado el 17 de Octubre del 2012. La única razón por la cual me alegró terminar y ver el resultado de esto, es porque llegué a plasmar cómo son de verdad mis pesadillas y me refiero a las imágenes y a cómo se presentan mientras duermo. "Pesadilla I" y no estoy segura qué quiere decir. 

martes, 16 de octubre de 2012

Ramas De Octubre

A mitad de camino, el chofer del autobús miró por encima de su hombro a la multitud silenciosa que miraba a través de la ventana con el sol reventándoles en el rostro y los rostros como cartas de póker. Resopló, lleno de tristeza y prendió la radio que había mantenido apagada durante todo el día. Se había sentido tan desanimado que había arrojado sus viejos discos de plástico, rayados y mordisqueados por la humedad en un agujero al lado del acelerador. De repente nos acordamos que aquel día jugaba nuestro país y con la llegada del atardecer, escuchamos un partido pasivo y sin emoción, marchito por el mal sabor que nos dejó la última jugada de hace unos días y el tono anaranjado de un cielo que había estallado en luz solar durante todo el día. Pero también yo supongo que es por octubre y porque vino silencioso y calladito, como un mes indiferentemente sereno y cuando todo parecía estar tan bien, en tan solo una semana, todo se ahogó en el caos más inusual. Llegué a casa y madre no saludó; está molesta porque le critiqué su homofobia. 
Este mes, en los 16 días que llevamos respirando aire de octubre, todos hemos perdido algo y ya no sé decir si de verdad es porque así debe de ser. Podría explicar la tristeza y la amargura silenciosa diciendo por enésima vez en el año que el flujo de las cosas, pero me rehúso. Ya no hay más ciencia, no hay fórmulas ni acciones racionales en el manojo de nervios y sentimentalismos que invadieron los primeros días del mes y aún suelen invadir ciertas noches, cuando llueve hasta que el agua llega a los huesos y uno espanta los malos pensamientos. Ayer se susurró “Tengo miedo de ser feliz porque ¿Qué voy a hacer cuando se termine?? ¿Cantarlos como una canción de viejos carteles?”. De repente, con la apatía por los estudios, llega la apatía por darle vueltas violentas al asunto. Hoy día creo que Perú va a perder el partido. Y mientras tanto, recuerdo que todos, absolutamente todos, mienten.  

martes, 9 de octubre de 2012

Ocaso

Llueve sobre octubre y sobre la ciudad. Parece como si todo se hubiera ido de cabeza en tan solo cuestión de días y de escupitajos despreocupados de un clima extraño. Caminaba regreso a casa y pensaba que estábamos juntos, pero en realidad no era ni nunca fue así. En octubre me siento debajo de la ventana a verme las cicatrices y escarbar entre los mapas de la piel para ver si puedo acordarme las oraciones y comas que se me van de la mente en el ocaso. En octubre ella deja el lapicero encima del mantel blanco y se pregunta cuándo cambiará, si es que el día de mañana hará menos frío por la noche y los abrazos no serán algo tan complejo. En octubre él camina hacia ningún lado y también piensa en abrazos, pero ni las cifras más profundas y perdidas en el océano de las memorias, podría acercarse al número real de abrazos que no recibió por miedo a incomodar. Así son las personas, dijo alguien, simplemente las personas son así.
Yo pensando en ellos mientras regreso a casa y pienso Qué bien se está en octubre, como si todo se hubiera ido de cabeza, como si pudiéramos dejar las separatas debajo de la cama, sacar los libros y regalar abrazos, cinco segundos de caminata debajo de la lluvia antes de recordar que siempre estuvimos separados.
Llueve sobre octubre y no sé qué es lo que estoy buscando entre risas y cortes y encogerse los hombros y decir No lo sé, No lo entiendo, Comprendo. Está bien, siempre todo ha estado bien.
Como si no me hiciera agua entre los dedos cada vez que llega el ocaso.
Y no tachara tantas veces las palabras, por miedo a terminar la oración.




miércoles, 3 de octubre de 2012

Octubre

Dicen que no hay brisa que te logre hacer añicos
ni viento que traiga abajo tu pecho de papel

¿Te volverás polvo, si te toca el poema?
¿Y sangrarás por cada verso?

O quizá esta vez has ganado.

Pues dicen que para tener el corazón devastado
primero que hay que tener un corazón.

Agua Fría

"Entonces le dije, Anoche soñé que caminábamos juntos y al otro lado del puente violeta, había un niño vestido de luto que nos miraba pasar. Te abriste paso entre las páginas magulladas y humedecidas por el rocío de la noche anterior y te encogiste los hombros, Seguramente fue una aparición, no pudo haber sido nuestro hijo en sueños, porque yo nunca tendría un hijo contigo. Alguien dijo por la radio que se acercaba una tormenta como nunca antes se había visto y que todos regresaran a casa, a lo lejos se escuchaba el rugido raro de las olas y el agua estaba tan cerca que por el vidrio de la ventana se la veía subir y bajar hasta  empapar el cristal. 
¿Y qué estábamos haciendo en un puente violeta?, preguntaste buscando algo debajo de la cama y el tintineo que le siguió me hizo pensar en monedas y en pastillas. Pero se supone que la medicación había quedado atrás; en aquel mundo cuadrado y extraño, ya no existía la fluoxetina. No lo sé, respondí, solo estábamos caminando hacia el otro lado del puente, y el niño nos esperaba pero parecía conocernos. Qué raro, respondiste y un bostezo de hipopótamo viejo llenó la habitación, Quizá haya representado la infancia perdida, o los traumas de la niñez o quizá solo es porque tú siempre andas mirando niños en todos lados, supongo que es cosa de mujeres. ¿Acaso tu nunca has soñado con niños? pregunté haciendo a un lado una almohada cargada de polvo. Mientras hablábamos el agua del mar había entrado y se iba devorando los maderos centenarios del suelo. No, claro que no, dijiste, Yo sueño con otras cosas, sueño con mujeres, por ejemplo, y con órganos del cuerpo. ¿Alguna vez has soñado con un corazón?, pregunté mientras el agua furiosa del mar llevaba nuestra cama hacia un jardín que no era más que horizonte y lluvia fría. Siempre sueño con un corazón, respondiste jugando con el agua que nos rodeaba, Casi todas las noches. Me reí y me acurruqué en tu hombro porque comenzaba a hacer mucho frio, Esa es la diferente de tus sueños y los míos, te dije debajo de la sábana, Yo puedo conseguir niños, pero tú no puedes conseguir un corazón" 

Nueve

Escribí de ti antes de conocerte, escribí el gran final antes de siquiera comenzar. En ese momento la gente escribía sobre nosotros y tu escribías sobre la gente. Yo me sentaba en las noches a hablar con el Padre y le decía Viejo, no entiendo con qué punto dejas que estas cosas sucedan, supongo que ya es un habito tuyo, yo solo quisiera que fuera primavera de vez en cuando. Y tu te cogías la cruz del cuello y la estampa y los rosarios y los collares de todos los santos. En algún momento, cuando el cuello ardía de octubres atontados por el verso, tenias que echarte las Ave Marías hacia atrás. Y escribíamos poemas debajo de las luces tenues y si la gente dice que fuimos felices, pues todos mienten y si dicen lo contrario, están igual de equivocados. No hubo lágrima ni risa porque todo estaba mezclado. Un poema escrito encima de otro, hasta que el papel se rompió. Y mientras se caminaba hacia algún lado alguien decía Te pido perdón por lo que hice porque te he matado mas de una vez. Pero en ese momento llovía sobre la ciudad y ya nadie sangraba. Después de tanto tiempo, ahora que escribimos con plumas diferentes y sin embargo con el mismo color de tinta, me rehúso a pesar que voy a arrastrar su sombra y mi sombra y la sombra de todos los hombres a donde yo vaya.
Dicen que nadie es tan descorazonado como para cortarle las alas a las memorias y mantenerlas con uno todo el tiempo, solo porque nos da miedo conseguir unas nuevas.