He reemplazado los cuadernos y las anotaciones en papeles amarillentos por paseos en el autobús y siestas con los ojos abiertos, apoyando la cabeza en las ventanas. He reemplazado las oraciones por reflexiones indeterminadas antes de dormir, dirigidos a Nadie, a lo que alguna vez, llamé una sombra difusa. He reemplzado los blogs y las fotografías con nicotina y paseos colmados de tóxicos maquillados de Placebo. He reemplazado la risa abierta por mis planes fallidos de suprimir emociones. Pero en esto último -después de nueve intentos- ya se sabe que fallaré, porque los malos planes siempre fallan.
He reemplazado la nada con más nada.
Y sin embargo lo que no ha cambiado son los sermones de todos los días, el discurso tan conocido de "Tú sabes muy bien qué está sucediendo. Sabés qué significa".
Entonces lo que nos queda, es la negación.
Evidentemente, doblemente, inútil negación.