jueves, 21 de marzo de 2013

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Llega un momento en donde uno comienza a comparar a las personas con espejos rotos. Entonces es cuando nos ensangrentamos las manos, intentando arreglarlas. Es una lucha eterna entre los pedazos de su pasado y la luz, porque en medio de aquel desastre, aquella masacre de sangre y vidrio, cada parte de su caos, es espantosamente bella.

jueves, 14 de marzo de 2013

Cifras

A veces me pregunto cuánto de mi se ha ido muriendo en los últimos meses, en los últimos años. Es como si las cifras se hubieran invertido o más bien multiplicado y a veces me levanto pensando que van a salirme ramas del cuerpo, que me voy a volver tierra y seré eterna palpitando dentro de un tronco. No me entiendo. 
Este verano he pasado semanas de terror sin poder dormir por el miedo hacia morir en medio del sueño y ahora, en medio de la nada, solo quisiera descansar por un largo tiempo. Punto y coma.
Yo que he podido llevar años con esta sensación de vaivén y de eterno limbo puedo entender a medias cómo es que funciono, pero no puedo esperar lo mismo del resto y eso es lo que me molesta. Me molesta que mis padres se enojen porque no entienden, que las personas crean que soy hostil y antisocial porque ya no deseo hablar ni salir ni ser vista por nadie y yo no sé cómo explicar que no es mi intención.
Llegó el momento en donde ya no sé qué es lo que sucedió, si anoche brincaba entre las luces nocturnas con el cerebro entumecido de felicidad y bebidas baratas, si estaba armando rompecabezas en la biblioteca, si abrazaba a una amiga por su cumpleaños y lloraba porque qué rápido pasa el tiempo. 
La pregunta es qué sucedió para que todo se invirtiera, o mas bien se multiplicara tan rápido. 
Me encuentro a 3 días de comenzar la universidad y no quiero que estos desarreglos arruinen el continuar de las cosas. Sacar buenas notas, ir y venir. Que nadie sospeche que me pregunto cuánto de mi se ha ido muriendo en los últimos meses, en los últimos años.
Desde hace mucho tiempo, fantaseo que no voy a llegar a los 30. 



B.

domingo, 10 de marzo de 2013

4 AM

Me tiré encima de las almohadas a las cuatro de la mañana, con los mendigos caminando sin rumbo por la ciudad y los taxis que vienen del aeropuerto perforando el silencio. Lo único que me queda, era el trago amargo de horas de masticar secretos y la sensación de haber pasado siglos fuera de casa. Hace una hora, estaba en el auto con una Coca Cola en la mano, un tango en las orejas y sorprendida porque después de todo, no me había puesto a llorar como una Magdalena a los pies de la cruz. 
A las cuatro de la mañana no duermo porque pienso y pienso más que de costumbre, pienso tanto que podría escribir tres novelas y un poemario hasta que la gente se aburra de mis cursilerías y exageraciones. Pienso en frases y en imágenes que no van a suceder, me aferro a las sábanas porque a falta de esqueletos y piel de cera a esa hora, solamente me queda la imaginación. 
Pienso que no quisiera pasar así el resto de las noches, que ya he tenido suficiente y recuerdo a Gi diciéndome "No es por insomnio que no puedas dormir, si no que te desvelas cuidando sueños ajenos". También está mi madre que me pregunta hasta cuándo van a durar mis afanes de mártir, de Teresa de Calcuta. A Gi no le digo nada, solo me quedo dormida a su lado y a mi madre nunca le respondo. 
Son las cuatro de la mañana y el alcohol me quitó el sueño, pienso y re-pienso todo lo que tengo hasta ese momento y reniego de mi ingenuidad, de mi falta de dureza y que yo con mis pensamientos de eternidad y mis contradicciones no voy a llegar muy lejos.
A veces, en medio de esa maraña de ideas y fantasías, pienso en él y en ellos y en esa lista que es tan corta que ni siquiera puede ser una lista. 
Son las cuatro de la mañana y lo único que tengo, porque es lo único que puedo tener, son sensaciones que  se quedaron enredadas entre mis costillas, como el mejor recuerdo. 
Son esas cosas las que me ayudan a volver a dormir. 

jueves, 7 de marzo de 2013

The Heart of the Matter





"No la amabas. Simplemente no querías estar solo. O tal vez, ella era buena para tu orgullo. O quizá ella te hacía sentir mejor sobre tu miserable vida, pero tú no la amabas, porque uno no destruye a las personas que ama".


Callie Torres,
The Heart of the Matter