No dudo que es muy diferente. Hace unos años la Navidad era un fenómeno completamente diferente al que tengo hoy en día y que llegará en tan solo unas horas. Nunca lo disfruté del todo (nótese la experiencia de la Navidad 2007, el averno más memorable con pavo mal aderezado) pero ahora tiene un toque más melancólico que antes. Creo que era real. Se llama crecer.
Pronto dejaré de ir a terapia. Voy a extrañar mucho a Stefanie y el enfermero que todos los días me daba el nombre de una estrella de rock diferente. Se la pasa recorriendo los pasadizos, tarareando Janis Joplin y preguntándome si ya estoy lista para el ultrasonido. Bang.
A los 18 años la Navidad no es más que otra Navidad en donde hay toneladas de comida y una extraña paz y felicidad que está muy salida de tono. Hace mucho tiempo dejé de profundizar en el sentido cristiano de la Navidad porque (gracias profesor Crespo) llevar Teología este año cambió la situación por completo.
Lo mejor de esto es que sigo escribiendo sin los bloqueos de antes.
Sí, creo que se llama crecer.
(?)
B.
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