
Una llamada desde el otro lado y le dije debajo de las sábanas todo lo que había pasado, lo bueno y lo muy malo, lo terriblemente malo. Falta poco y nos olvidaremos de las fechas prometidas, falta mucho y falta poco. Hoy día me puse a escribir en la sala de espera y me duele la cabeza, porque estoy posponiendo penas.
Estoy cansada porque soñé con el mar, el mismo mar de siempre, violento y frío que viene y destruye ciudades, arroja cadáveres en las orillas y nunca se calma. A veces quisiera reunirnos de nuevo, como antes, si no estuviéramos tan lejos y escuchar cómo me pregunta ¿Te acuerdas la primera vez que lo viste? Reír mucho golpeando la mesa, en ese tiempo donde prometimos cicatrizarnos los nudillos en señal de una promesa y hasta ahora las únicas marcas que tenemos han sido consecuencias de errores y masoquismo del más refinado y reprimido.
Podría dormir por semanas enteras, pero mis sueños me traicionan con imágenes en alta resolución de cosas que no quiero observar, no quiero recordar y es inútil porque las llevo a todos lados.
Y ahora qué.
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