
Sangre, porque no sabemos lo que es el tejido, la piel que se cierra, los cabellos que crecen. Caminamos de un lado a otro con la herida abierta y se ha vuelto una pequeña molestia, todo controlado, caminábamos y caminamos sangrando a todos lados, intentando cubrir con flores muertas aquel triste rastro.
Fumamos en medio del frío de la tarde, caminando de regreso a la universidad. Agosto, el mes en el infierno, se desvaneció de un momento a otro y ni siquiera podíamos explicarlo. Yo no puedo, ella no puede, las cosas parece que han mejorado de un momento a otro.
Pero es una larga espera, porque en cualquier momento, aquello raro e inexplicable que no sabemos definir nos arrastrará a un nuevo agosto, que quizá sea un octubre, quizá un diciembre.
Amor, caos y luchas cuerpo a cuerpo con los demonios de adentro. Ha llegado septiembre para ella y para mi, agosto se fue, parece como si nos hubiéramos arrancado aquella piel triste y enferma de encima. Parece como si las cosas fueran a estar bien por siempre.
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