
- Sabes... yo solo quiero felicidad y tranquilidad.
- Entonces de alguna manera yo te doy ambas.
- ¿Cómo rayos tú podrías darme tranquilidad?
- Durmiendo a tu costado después de darte felicidad.
"El mundo dejó de tener
sentido la mañana en que
Mar despertó con los pies helados en una cama que no
era de ella, envuelta
en sábanas y fragancias que nunca le
pertenecieron"
"Por culpa de fuerzas desconocidas y superiores, todos o por
lo menos la gran mayoría de nosotros estamos destinados a conocer personas que
nunca van a significar algo más que conocidos que crearon pensamientos
agradables. Yo insisto en que todo tiene una razón sobrenatural, quizás
biológica. De repente el cerebro humano tiene implantando de forma
extremadamente oculta un pedazo consistente de metal con cargas que pueden ser
positivas o negativas.Si un sujeto tiene una carga positiva y conoce a alguien con
la misma, van a tener mucho en común y hablarán tanto que la gente los
confundiría con una pareja. Pero la cruda verdad, es que biológicamente tienden
a repelerse. Como los imanes, positivo con positivo concluye en un alejamiento
impulsivo.
Que yo sepa esto ocurre con la mayor parte de la población.
No sé, seguro hay algunos que nacen con un metal que es tanto positivo como
negativo, y nunca tienen problemas con nadie. Es una realidad triste, nada de
ésto debería de ocurrir ¿Y quienes son entonces las otras personas? ¿Quienes son
los que se quedan con nuestro igual de misma carga? Tampoco lo sé con exactitud.
Lo más probable es que sean los que tienen ambas cargas o esas
personas que "la fuerza superior y desconocida"
(que llamamos popularmente como Dios) mandó
para enseñarnos que no todo es felicidad"Barbara Ramos
( Req )
"No hay nombre común ni usado para la que llamamos demencia. Una dama
espléndida, de esas que los caballeros anhelan para ir a una habitación
adornada, a un alejado de la ciudad, un bonito espacio y el calor dentro de un
auto elegante. Dejémosle a los hombres disfrutar de la demencia.
Pero claro, nunca la llevarían a la ópera porque ella no puede callarse ni
apreciar. Todo es ruido, velocidad, revolcones y cigarros de mala calidad. Esa
señorita siempre huele a perfume con Hamilton, ve a saber tú porqué...
No tiene teléfono, no tiene un lugar fijo. Es casi como una puta capaz de
dar servicio delivery. Pero los caballeros la aman, pese a todo. Y no debe de
sorprender a nadie si las damas la detestan.
Es como la hermosa antipática que todas miran mal en una reunión, la del
vestido traído directamente del extranjero, la del prometido envidiable y el
amante ardiente.
Ni modo, la demencia está presente, es amigable, es aborrecible.
Pero necesaria para el sabro dulzón, picante y lascivo de nuestras
vidas"Req.
P: Yo no te he dicho que todo el mundo es malo.Y: No sé papá... entonces finalmente me la creí.
La señora H enseñaba literatura en la universidad más prestigiosa de
Alemania. Parecía estar ciega como un topo, pero tenía visión de halcón y oído
de zorra. La mujer era toda una leyenda. Había leído las novelas más
importantes, las nuevas, las antiguas, los libros recién impresos y los que
poseían hongos en sus amarillentas hojas. La señora H había fundado varias
bibliotecas y muchos orfanatos en Berlín, todos poseían una placa de bronce
donde estaba escrito su nombre en letras elegantes y sobresalientes. Era
rarísimo que nadie se las robara aún.
Alemania la amaba. La señora H le pagaba a una joven que la ayudaba en
todo. Le cocinaba y le decía la hora, cuidaba de los cientos dehijos que la
mujer guardaba celosamente en estantes de madera elegantísima. Sí, esos hijos
pequeños polvorientos o relucientes que se habían vuelto la única compañía
que la mujer tenía en éste mundo, de alguna manera.
Cuando la señora H tuvo hijos, uno salió músico y estudió en el
conservatorio, dejando su país atrás para dedicarse a dar conciertos donde
asistía solo la más alta sociedad. Su segundo hijo salió pintor, viajó para
estudiar en La Sorbona e innovó el arte en toda su estructura.
Después del tercer hijo no pudo tener más. No hubo escritores, ni poetas
ni nada delo que siempre soñó.
Su tercer hijo salió hecho matemática pura, cálculo en hueso.
Y la mujer, enfermó de pena.
-Me encantas.
-No. Tú me encantas a mí.
-Te he dicho que me encantas.
-Pero tu me encantas más.
-Entonces nos encantamos.
-Entonces estamos jodidos.