domingo, 24 de febrero de 2013

Resaca.




"I saw that you were perfect and so I loved you.
Then I saw that you were not perfect and I loved you even more".

jueves, 21 de febrero de 2013

Unos 5 minutos.

Después de los últimos días, hoy me sacaron de mala gana a un parque lleno de fuentes de agua. Comí un algodón de azúcar después de tanto tiempo que ya no recuerdo cuando fue la últim avez, compré dos manzanas rojas de azúcar y regresé a casa. Mañana regreso a consultorio, a comenzar todo desde cero con la esperanza que esta vez funcione y pueda solucionar los nudos toscos que me amarran los pies últimamente. Han pasados semanas de los mismos episodios, de insomnio y de relojes marcando las tres de la madrugada mientras me levanto de la cama y tengo ganas de llorar, porque puedo morir en cuanto me duerma y no me despedí de nadie. Desde hace meses, dormir es una tortura. 
Pero hoy encontré fotografías de una chica que estudió conmigo y nunca me cayó del todo bien, pero se veía feliz. Mandó a que le tomasen fotos de estudio con su enamorado y se le veía tan contenta, querida y llena de esperanza que me hizo pensar que ya no importa.
Lejos de todo el miedo y pánico que me mantiene despierta toda la noche, al otro lado de lo mal que se han puesto las cosas, aún hay una luz que no me pertenece pero que existe.
Si yo me hundo pronto en la oscuridad y no vuelvo a salir, me arregla no arrastrar a nadie conmigo, o por lo menos, eso esperaría. 
Cuando me entierren, quiero que crezcan flores sobre mi cuerpo. 




B.

martes, 19 de febrero de 2013




“I knew he didn’t love me, but I adored him anyway.” 







Patti Smith. 

sábado, 16 de febrero de 2013

16 de Febrero



Nos volvemos eternos en el momento en que alguien nos recuerda, cuando alguien se sonríe y dice que nos quiso y nos extraña, que quisiera que estuviéramos ahí, cuando guardan nuestra fotografía y nuestros gestos en el lado izquierdo del pecho. Cuando alguien cercano se va y es recordado, se vuelve eterno.
Hoy es un día muy triste para muchas personas que conozco, creo que para todos en general, por más ajenos que parezcamos al tema.
Un amigo que es amado, nunca se va.






viernes, 15 de febrero de 2013

This Will Destroy You

Para destruirte, tengo que caminar sobre mis pasos y regresar a los lugares a donde solíamos ir. Para destruirte tengo que tirarme en la hierba sin podar, tomar aire y mirar el cielo despejado, botar el agua de mis pulmones, dejar entrar el vaho extraño que dejó nuestra risa enredada entre las ramas. Para destruirte tengo que escuchar tu voz una vez más y considerarla especial, como nunca lo he hecho, tendría que econtrar tu nombre entre mi memoria y decir que me alegra escucharlo y es una felicidad aislada del resto. Para destruirte tengo que recordar la primera vez que te vi y la primera vez que me viste y pensar si hubo algo más honesto que tu vacío y el nublado de tus ojos, siempre a la expectativa que te saludara antes de irme. Para destruirte tengo que tocarte el rostro y escuchar como te haces pedazos, tengo que abrazarte por última vez para escuchar el cristal roto de tus pensamientos estrellándose contra la realidad. Para destruirte tengo que aprender a sentarme a tu lado con una paciencia que solo tú conoces y preguntarme si recuerdo cómo te llamas, en qué año naciste, si mis palabras se clavan en tus huesos o te acarician detrás de las orejas como la brisa del atardecer. Para destruirte tendría que escuchar entre tus mil y una voces para descubrir el acertijo de tus saludos y tus despedidas, los nudos escondidos entre tus besos invisibles y el susurro triste de tus ojos escondiéndose de la luz. 
Para destruirte, tengo que hacer lo que nunca has esperado de mi, quedarme a tu lado, ser gentil, arrancar páginas, ver más allá, sonreírte con sinceridad, despedirme como si fuera la última vez porque a ninguno de los dos le queda mucho tiempo. 
Para destruirte, tengo que decirte que lo que ha pasado ha sido más que una transición, ha sido tiempo con vida, horas reales, irremplazables. 
Qué hacer para destruirte, cuando durante todo este tiempo, es lo único que he podido hacer por ti.

lunes, 11 de febrero de 2013




Cuando miras al abismo
el abismo también te mira a ti.



F. Nietzche.

sábado, 9 de febrero de 2013

Continuar.

Hoy es otro día de verano en donde a las seis y media de la tarde me cae encima la naranja oscuridad del atardecer y me siento triste. Hoy es sábado y la gente suele irse a pasear entre las calles del centro de la ciudad, algunos dejan que unos pies extraños les pisen las costillas en un concierto de underground, algunas se arreglan el cabello antes de dar el primer paso dentro del auto que va hacia el club al otro lado de la ciudad y otros se acomodan en la butaca del teatro mientras esperan que comience la función mientras el aroma a chocolate inunda sala.
Yo por mi parte, ni siquiera tengo lo que requiere ponerse de pie.
Hoy es otro día en donde me levanté de buen humor, pero por ser sábado, por ser febrero, por ser el atardecer y por ser yo, me puse tan triste que detesto a absolutamente todo el mundo.
Y en ese espacio pequeño de la excepción, están los que son tristes como yo y los que simplemente no pueden sentir nada. Regresamos en marzo a la universidad y no es necesario que decir que he regresado a mi punto de inicio cuando recién ingresé y me dedicaba a salir corriendo de clases para evitar hablar con las personas. Entonces las cosas cambiaron, pero todos regresamos a la coordenada cero. 
Mis años pasan y lo único que sé, es escribir que estoy triste. 




B.

jueves, 7 de febrero de 2013

Jueves

Los días jueves son los días de partida y de llegada. El año pasado, eran el momento sagrado de la semana en donde me retiraba con los antiguos camaradas a sentarnos alrededor de la mesita redonda del piso de abajo y chocar copas y escupir nicotina, ecogiéndonos los hombros y escuchando a ver quién tenía la historia más triste que contar. De una u otra forma, siempre terminábamos hablando de una revolución que no se podía culminar. 
Los días jueves regresaba a casa tambaleándome en el autobús hasta que conocí a Sara, que me miraba leer o manosear mas bien mi libro, sentada a su lado, y en cuanto la miré, supe que no sería otro rostro desconocido que uno cruza camino a casa. Mi madre sentía el alcohol arrastrándose por mi garganta y entonces me iba a dormir feliz y sin el miedo ridículo pero patológico que tengo ahora a morirme mientras sueño. 
Hubo también un jueves en donde me di cuenta que la honestidad viene debajo de la lluvia y con minutos de arrepentimiento a la mañana siguiente. Entonces aprendí que la verdad no tiene nada de malo, pero por más que se diga y se manifieste, siempre habrá alguien que no la verá. Un jueves en donde un hombre le dice a una mujer Te amo con la misma fuerza con la que me odio y ella le sonríe mientras responde A mi también me gustó el café. 
Y todos los jueves que le siguieron a los viejos jueves fueron y son, días de recuerdo. Últimamente pienso que cada vez que suspiro debajo de un árbol, es con la esperanza que la vida que abandono, lo acompañe a él, que siempre está lejos. 





B.

martes, 5 de febrero de 2013

Febrero

En medio de esas tres horas de cable telefónico, le pregunté cómo iban las cosas y quizá fue el tono de mi voz que hizo que se pusiera en guardia y en una voz bastante a la defensiva, irritada con facilidad, me dijo que todo bien y que la única novedad, era que había vuelto a soñar con ángeles. "Sueño que estoy desnuda en la mitad de una habitación roja y que todos están sentados en lo alto, trepándose del techo y rascándose la nuca, mirándome como si fuera una clase de espectáculo" me dice "Los ángeles emanan un olor a nicotina, bondad y una pureza enormemente amarga, es como el vómito de un corazón desamparado. Mis pesadillas no dejan de sorprenderme. Quizá lo peor de todo, es que cuando despierto encuentro plumas en los bordes de mi ventana". Le confesé que hacía mucho tiempo que no nos hablábamos y que hasta cuándo iba a quedarse encerrada en su casa con el mismo ánimo de desaparecer y hacer experimentos con sus emociones. "Solo te hace falta un laboratorio" le dije "Estaría todo salpicado de sangre". Me senté en la ventana mientras me contaba que aún faltaba mucho tiempo, que estaba desintoxicándose de todas las cosas que habían sucedido y que todo lo que necesitaba, era estar sola. No hacía falta hacerle una lista, punto por punto, sobre los beneficios y desventajas de la soledad porque ella lo sabía de antemano. Creo que el problema era que al fin y al cabo le gustaba esa sensación angustiante, de abismo infinito, que solo sienten las personas que antes de dormir rezan por el bienestar de lo que nunca será suyo.
Quisiera saber cuántas noches Dios la ha observado llorar. 



B.

domingo, 3 de febrero de 2013

Infinito.

Después de tanto tiempo, me senté en la ventana a ver el atardecer que tanto detesto. Solo entonces me di cuenta, que no es tu risa lo que recuerdo, ni tampoco la luz de abril de tus ojos que parecen haber llorado por años, tampoco es tu corteza de árbol maltratado por la lluvia o el susurro gentil de tus manos dentro de los bolsillos. No es tu dentadura carcomida por los tragos amargos ni el color de renacimiento que tiene tu piel en la sombra, no es tu tímida lágrima escabulléndose por tu oreja cuando duermes, ni los retratos familiares que miran hacia la pared. No es la tierra entre tus dedos, no es el silencio de tu tropiezo. No somos nosotros.
Fue una frase acongojada que escapó de tu boca que brincó hacia la muerte y se abrazó la vida, y se arrastró entre mi olvido, para colgarse de mis entrañas.
Entonces, después de tanto tiempo, me senté en la ventana a ver el atardecer que tanto detesto, y lloré como hacía mucho tiempo. 
Al lado de tu recuerdo, duerme mi eternidad. 




B. 



34 a.