miércoles, 30 de enero de 2013

domingo, 27 de enero de 2013

Episodio 28

Rose of Versailles. ベルサイユのばら Berusaiyu no Bara.

Lady Oscar tomaba vino con el conde Hans Axl Von Fersen frente a la chimenea, mientras este le cuenta la experiencia que tuvo con una misteriosa mujer durante uno de los bailes en palacio. En un arranque, al darse cuenta de la verdad, el conde le cogió fuertemente la mano a la Comandante de la Guardia Real, Oscar François de Jarjayes. 
-Aún cuando trates de ocultar que eres una mujer, exsiten actitudes que no son tan fáciles de difrazar. 
Su copa de vino estalla en pedazos y Lady Oscar sale corriendo de la habitación hacia las afueras.
El conde la observa partir hasta que decide ir a buscarla en medio de la noche. La encuentra con la cabeza de rubios cabellos agachada y apoyada contra una puerta, llorando en silencio. 
-Si yo hubiera sabido que tú eras mujer desde el primer momento en que te vi yo... 
-¡No digas nada! ¡Te lo suplico! Ya no tiene caso. En este mundo solo existen dos amores en este mundo, un amor lleno de felicidad y uno de angustia...- Lady Oscar rompe a llorar. -Y el mío está condenado a la desesperación 
-Escúchame. Solo un tipo de amor: el amor lleno de angustia- responde el conde Fersen, con los ojos llenos de lágrimas. 
-Sabía que algún día llegaría este momento- se sonríe tristemente -Nuestra amistad llega a su fin... Despidámonos. 
-Te suplico por lo que más quieras que nunca olvides que has sido la mejor amiga que he tenido y que yo he intentado ser para ti un buen amigo y un apoyo en todo momento... 
-Jamás. Jamás te olvidaré- le responde, aún dándole la espalda. 
-Adiós, querida amiga. Adiós 
El conde Fersen da la media vuelta para partir lejos de la comandante de la Guardia Real. Lady Oscar gira a observarlo, con los ojos llenos de lágrimas sin impedir su partida. "Dios mío, ten misericordia de Fersen y que algún día le concedas la felicidad de amar y ser amado" piensa, mientras regresa a la habitacion a recoger los vidrios rotos de la copa y continuar en un llanto silencioso e imparable. 

[...]

viernes, 25 de enero de 2013

Vuelo

Y aunque ya hace muchos años decidí caminar hacia la puerta con la maleta de ruedas y arrastrando mi miedo a las alturas, las hojas arrugadas del año anterior, parece somo si el tiempo se hubiera detenido en esos cinco minutos en donde me paré, salí por la puerta y juré nunca más. 
¿Nunca más qué?
Abandoné la ciudad para olvidar y no hice más que encontrar a mis fantasmas en cada esquina que cruzaba. Aquí y en todos los lugares que visite, hay algo que siempre me hace recordar a esos cinco minutos en donde decidí huir.
Quién se atrevió a decir que fue fácil y que ahora las cosas estan mejor que antes. No fue una solución, no fue una respuesta ni tampoco me dará una. Lo único que sé es que nada ha cambiado, muy en el fondo, todo sigue pintando con el mismo color y adormecido con las mismas canciones. 
Mi collar se rompió y mis anillos se pedieron, pero lo hecho, hecho está y aquí nos tenemos, solos pensando en los cinco minutos en donde abandonados todos. El nunca más, siempre el nunca más que jamás se cumple del todo. Una mentira piadosa para hacernos los valientes. 
Para creer que puedo controlarlo.Y después de tanto tiempo, de tantas semanas, meses, años y siglos, sigo siendo el mismo susurro que cruzó una promesa que no puedo cumplir.
Cómo es que he llegado hasta aquí, ocultando cosas en los cajones, bajando el volumen a las canciones y quemando fotografías sin siquiera tocarlas porque hasta tenerlas aquí me causa dolor. 
Quién dijo que yo estaba en lo correcto.
Y aunque sé que no ha funcionado ni va a funcionar, sigo en los cinco minutos de partida, de prohibido voltear, de tres pasos para ser una estatua de sal, sigo aquí. 
El vuelo está tomando. No quiero regresar.
No puedo regresar.


B.

domingo, 20 de enero de 2013

Día 4: La Partida

Tomando un avión en unas horas de regreso a la ciudad. Asumo que este es el fin oficial de mi viaje por la selva y una parte de mi quisiera quedarse en este lugar de aire caliente, vegetación tupida y personas con nombres curiosos. En tan solo cuatro días de viaje, mi estructura de rutina absoluta que pasaba en casa se hizo pedazos y cambié las horas leyendo en mi cama por paseos por el Amazonas, almorzar carne de lagarto y saltar alcoholizada a una piscina después de haberme ofrecido a ser bartender por una noche. 
Esperando a que llegue mi vuelo y escuchando los comentarios sobre el último partido de fútbol, comienzo a sentir la sensación adormecedora de quien va perdiéndose en una buena dosis de anestesia. Después de haber pasado tan solo cuatro días respirando este aire teñido de tibieza y pescado ahumado, poner un solo pie en la ciudad hará que me pesen los pulmones.
Hace frío en el aeropuerto y mamá me esta esperando con un par de libros que son mi regalo de navidad atrasada. Los aviones del vuelo anterior despegan poco a poco y me siento muy cansada. Han sido cuatro días en la selva, cuatro días de mojar los pies en el agua fría del Amazonas, de bailar con la tribus de los Boras y casi haber sido asaltada por un mono chorongo.
Y bien, fueron cuatro días que ya acabaron
Es hora de regresar a casa.



B.



viernes, 18 de enero de 2013

Día 2.

En la tribu de los Bora, mientras bailábamos con los niños, un muchacho nativo me observaba desde el otro lado. Cuando tuve que regresar al bote, corrió y al cruzarnos me dijo Adiós Barbara. Hoy tomamos un bote junto con dos alegres chicas que nos acompañaron el resto del día y visitamos la tribu de los Yaguas y de los Boras, ambas muy diferentes una de la otra. Los Boras parecen siempre estar celebrando, todos los niños y mujeres nos recibieron bailando y cantando hasta que su jefe salió a saludar y a darnos el precio de la visita. Les compramos pulseras. Las niñas caminan sin nada que les cubra y sus pechos inmaduros y puntiagudos andan al aire libre. Algunas mujeres tienen el rostro marcado o un ojo herido, un amigo me comentó que quizá sean cicatrices rituales y le dije que esperaba que fuera así. El comercio sexual en la tribu de los Boras tiene una presencia muy fuerte. Muchos turistas -hoy vi a uno de ellos- llevan comida y objetos especiales para obtener servicios sexuales de las niñas a cambio. Es una realidad muy fuerte de ver. 
Por otro lado los Yaguas parecen ser una tribu mucho más tranquila y con un estilo de vida más organizado y dedicado a la caza y la pesca sin estar demasiado abiertos a los extranjeros. Cuando llegué no vi a casi ningún niño y fuimos atendidos por el jefe de la tribu, así como las mujeres y los hombres más ancianos. Compré un collar de huesos de boa y un colmillo de jabalí. Los niños Yaguas tienen el cabello de un tono amarillento, claro signo de desnutrición. 
En el Serpentario conocimos a Eliel, nuestro guía, que nos dio un paseo por las jaulas de los ojos perezosos y los monos. Terminamos despidiéndonos y poco después tomamos unas cervezas y fumamos unos cigarros con las chicas que conocimos en el viaje, mientras me contaban sobre el significado de ser una mujer fuerte y las pendejadas de los hombres interesados.
He pasado las últimas horas con los pies en la piscina del hotel, leyendo a Victor Hugo mientras un muchacho francés me observaba desde las escaleras. Lo escuché hablar y descubrí que ha viajado con sus dos hermanos. Son casi las diez de la noche.
 Está anocheciendo sobre esta ciudad.




B. 

jueves, 17 de enero de 2013

Día 1: Continuación

Caminábamos por la plaza principal cuando vi un edificio descomunalmente grande. Había sido un hotel muy famoso en su tiempo hasta que descubrieron que su estructura estaba chueca y la tierra se lo estaba tragando de a pocos. Le tomé unas cuantas fotografías y pasamos por la iglesia, donde un grupo de mujeres encendía velas en nombre de un sacerdote polémico y antes que me diera cuenta, mi padre hablaba frente a cámaras sobre la actualidad.
Típico de los viajes y de mis malos hábitos, tuve un romance telepático con un hombre sentado en la mesa de al lado durante la cena  y esta historia acabó cuando pagó su cuenta, prendió un cigarro y después de mirarme, desapareció por la ciudad en donde se respira aire caliente.
Dije que esta no es una ciudad alegre, pero no me imagino a nadie profundamente triste viviendo en un lugar como este. No es como Lima, la ciudad de la nostalgia, de lo visceral, la esperanza agridulce que cae en ilusión y a veces de los buenos sueños. Cualquiera puede morirse de pena en Lima, pero aquí no comprendo  qué es lo que sucede. Arrastré mi estela gris de greñas y reflexiones hasta este punto verde del país y de repente todo se desvanece, como si estar triste fuera incompatible con el espíritu de esta pequeña ciudad. 
No sé si culpar al desequilibrio químico o es que aquí hay algo que de verdad no comprendo. ¿Qué es? 
¿Podré quedarme con esta sensación de paz como recuerdo? ¿Regresaré a Lima y de repente, todo estará mejor?
Le escribo a mi querida Azul diciéndole que ella amaría este sitio, los paseos por el río Amazonas, las tribus  en medio del agua, los bares nocturnos y los precios bajos de alcohol de buena calidad. Tampoco me faltan fuerzas para relatar a Rein todas las cosas increíbles que he visto en tan solo un día. ¿Será cierto? 
¿Será que este lugar está devorando todo lo que traje de casa?



B. 


Día 1

En esta ciudad el aire se respira caliente. Mientras el sol te quema la espalda y escuchas a lo lejos el murmullo de cientos de insectos buscando tu sangre, parece como si las casas se movieran a tu alrededor, transpirando y dejando que las mesas, las sillas, los cubiertos y las paredes suden por sí solas hasta dejarte la sensación de haber caído en medio de una densa tibieza tropical.
En esta ciudad aprendí lo que es una ducha de agua helada que se lleva amargura y desacuerdos por el desagüe para darle paso al ronroneo de la vida nocturna. Dicen que aquí todo es fiesta por la noche, pero he  venido hasta acá arrastrando nudos que aún tengo que desatar y solo se me ocurre seguir escribiendo por las noches. 
Hoy estuve a tan solo unas horas de conocer el Amazonas y mientras paseábamos en bote por las aguas oscuras y frescas de los ríos de la selva, pensé en el infinito y en el abismo, recordé que probablemente pasaría un buen tiempo antes que regresase a tener a mi lado a un delfín rosado y creo que me sentí feliz. 
Aunque como suele pasar con esta clase de viajes, no todo ha sido del color de las amapolas y veo cercana el fin de mi primera noche en esta ciudad. Por más que me digan lo contrario, no la considero un lugar alegre. Tiene algo peculiar, como una boa vieja que ahora vive asustada de quienes pasan por su jaula pero sigue siendo el animal feroz que en algún momento se comió a un niño. 
Quiero regresar.  Qué parte de este laberinto de avispas negras y brisa caliente tenía el deber de derretir la Lima que quedaba en mi. 
Por qué no puedo continuar. 



B. 



lunes, 14 de enero de 2013

Nulo.

Ya han pasado más de tres semanas y todo sigue exactamente igual. Qué va a suceder si me quedo así para siempre. El tiempo se detuvo en el 2012. No avanza. No quiero salir.
Volví a jugar ajedrez después de diez años.
Y en las mañanas encuentro hojas tiradas por mi cuarto y descubro que pasé la madrugada escribiendo, pero nunca puedo recordar exactamente qué.
Qué va a suceder si me quedo así para siempre.



martes, 8 de enero de 2013

4 años.

Hace exactamente 4 años, un irónicamente soleado 8 de Enero como es el día de hoy, comencé este blog escribiendo un esperpento que en ese momento yo consideraba un artículo sobre las Barbies y la anorexia, inspirada en los días anteriores, cuando me había puesto a jugar a las muñecas con la hermana de una amiga a quien ya no contacto. Todo esto impulsado por la resaca que me dejó haber leído Abzurdah de Cielo Latini. Me guardo mis comentarios sobre el libro porque no es el momento de discutir aquello. 
En fin. Ya han sido cuatro largos años de venir a vomitar continuamente sobre el teclado y escribir y escribir. ¿Salió algo bueno, algo malo, algún otro esperpento o algo que haya valido la pena? No sé. 
Sea cual sea el resultado, gracias a este blog he conocido a personas muy importantes y que ahora son grandes amistades, así que aunque medio mundo deteste esta página llena de confesiones, historias, sueños y críticas, gracias a este blog he ganado algo más valioso y es la amistad. Aquí fue que conocí a Hernan, a Daniel, que pude seguir los pasos cuando Sarah se perdió en el mundo de la preparación universitaria, a Oz, mi querida Trilce, Vero, Penny Lane, entre otras personas. Conocí a blogueros maravillosos como Magnolia y Alexander y en fin. Ya son cuatro años. Cuatro años, caray. 
Aunque el año pasado consideré varias veces dejar de escribir en este sitio y dedicarme a los cuadernos en el aislamiento total de la biblioteca, asumo que no puedo. 2013 y hasta ahora no puedo despegarme de esta clase de pseudo-diario que me ayuda a recordar muchas cosas que por un momento pensé se quedarían estancadas en el olvido. 
Cuatro años de noche de cristal, apaleada, resucitada, golpeada, coja o radiante, no lo sé. 
Pero fueron/son cuatro años de noche de cristal. 


B. 

PD: Siempre tuve el deseo secreto de saber quiénes son los anónimos que me mandaban mensajes durante todo el año. Aún lo tengo.

lunes, 7 de enero de 2013

Cero.

La ciudad se caía a pedazos por la ventana, el primer y último día que decidí mirar por el cristal. Estaba tejiendo unos zapatos de lana y promesas que nunca serían usados y tendría que vender poco después de haberlos terminado. Dicen que puede ser una exageración bastante enferma, pero yo creo que con su despedida, muchos de nosotros también nos perdimos en la nada. Leí en algún sitio que cuando uno muere, el alma se va a un lugar llamado Mu, que significa la nada. Y sin embargo estamos aquí, creyendo que nos reencontraremos del otro lado porque seguimos detenidos por la desesperanza de aquellos que se perdieron. Todos asumen la pérdida de una manera diferente. 
En el enero del 2013 el tiempo avanzó rápido, algunas cosas cambiaron, como los calendarios y otras quedaron en el mismo lugar de siempre, con los mismos olores de siempre, en la misma posición de siempre. Los pocos cambios que llegan, son parte de un proceso lento y doloroso que quiero ignorar. Enero del 2013 sabe a agosto y a una necesidad casi infantil de seguir escribiendo 2012 en todos lados. Es el deseo de retroceder, asumo, sabiendo que no es posible.
No tengo nada que decir. Mu. Mi casa huele a niebla, polvo y desesperanza desde hace mucho tiempo. Solo ahora me he detenido a mirar por la ventana. Estoy triste.
Y dejo que me llene los pulmones, porque en algún momento iba a suceder. 



B.

martes, 1 de enero de 2013

2013

"Entonces me bastaba con escuchar su aleteo por la ventana para saber que existían. Dejé de observar, porque siempre tuve ganas de encerrarlas en jaulas, pero aquello ya es bastante cruel. Me basta saber que están ahí ¿Sabes? Y que yo estaré ahí para ellas, en mi ventana. Pero tu sabes que las aves se van por ahí y no regresan. El peligro de todo esto, es que cada vez que las escucho, pienso que puede ser la última vez". 


Una mujer en el mercado.