martes, 25 de diciembre de 2012

Carencia



Se fue.
Pasan tantas cosas que no entiendo por qué llegaron.
Pero esto sí debió de pasar.
Por qué se fue.
No era el momento.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Navidad I

En resumen, el día de ayer alguien lanzó una oración al azar y dijo así de sencillo: No parece navidad, estas son las navidades más raras de la vida. Entonces me puse a considerar si eso es porque hace unos días medio mundo creía que era el fin de nuestra existencia, o porque los rusos se encerraron en un sótano lleno de vino o porque simplemente el sol sale horrorosamente todos los días en esta ciudad y solemos vincular la Navidad con la nieve y las fogatas. Esta casa está tan decorada y empapada del espíritu navideño que comienzo a sentir la presión de esta festividad. Pero regresando al tema principal que es el porqué esta navidad no parece navidad, otro alguien lanzó una respuesta bastante aguda: Se llama crecer. 
No dudo que es muy diferente. Hace unos años la Navidad era un fenómeno completamente diferente al que tengo hoy en día y que llegará en tan solo unas horas. Nunca lo disfruté del todo (nótese la experiencia de la Navidad 2007, el averno más memorable con pavo mal aderezado) pero ahora tiene un toque más melancólico que antes. Creo que era real. Se llama crecer.
Pronto dejaré de ir a terapia. Voy a extrañar mucho a Stefanie y el enfermero que todos los días me daba el nombre de una estrella de rock diferente. Se la pasa recorriendo los pasadizos, tarareando Janis Joplin y preguntándome si ya estoy lista para el ultrasonido. Bang.
A los 18 años la Navidad no es más que otra Navidad en donde hay toneladas de comida y una extraña paz y felicidad que está muy salida de tono. Hace mucho tiempo dejé de profundizar en el sentido cristiano de la Navidad porque (gracias profesor Crespo) llevar Teología este año cambió la situación por completo.
Lo mejor de esto es que sigo escribiendo sin los bloqueos de antes. 
Sí, creo que se llama crecer. 
(?)



B.

domingo, 23 de diciembre de 2012

3:48

Anoche después del concierto y casi a dos días del escándalo hablamos por teléfono. Se sintió mejor, me agradeció por el escrito y admitió por enésima vez que no le molestaba, a pesar de todo, que me dedicara a lanzar a flechasos sus verdades más escondidas. Después de unas cuatro horas llegamos a la misma conclusión de todas las noches pero esta vez fue diferente. 
Se nos han acabado las razones. Quizá la creatividad. 
Me dio las gracias por consolarla todo este tiempo, hace unos días y colgó el teléfono después de casi diez minutos de profundo silencio. Yo también me despedí.
Aún tenemos mucho de qué hablar.
Cada día me sorprenden más las cosas que me entero. 


sábado, 22 de diciembre de 2012

11:57

Para Apollonia. 



Y anoche, mientras se aguantaba las ganas de llorar y buscaba el rosario perdido entre los senos, mirando hacia el techo en temblores eternos, le dije que en algún momento se iba a arrepentir. Le dije, Te vas a arrepentir de desaparecer de la vida de las personas con la misma horrorosa facilidad con la que te dejaron en algún momento. Pagar a todos con la misma moneda, incluso a los que no desean ganar más. Le pregunté qué pasó, si todo parecía estar tan bien, si habían risas en el atardecer y hasta luegos tímidos bajando las escaleras ¿Qué cambió? Hipando del miedo y llorando contra las almohadas, me dijo que lo sentía, que si pudiera arreglaría las cosas con un abrazo largo y un lo siento entrecortado, taparía las fallas y los agujeros de su debilidad para hacer que todo regresara a la normalidad. Pero no puedo, me dijo, Ya no puedo con esto. Yo le recordaba, en algún momento vas a querer regresar, querrás estar de vuelta y reír a flor de labio. Entonces recuerdo que no puedes, porque tienes miedo y porque cada vez que te acarician, tu piel se hace de papel, tus huesos se rompen como ventanas, tus ojos arden y lloras por semanas enteras sin que nadie te detenga, porque nadie se da cuenta. 
Anoche, mientras se quedaba dormida con un brazo colgando fuera de la cama y los ojos adoloridos por tanto leer y tanto recordar, le acaricié los cabellos y admiré su falta de fe, su infinita desconfianza en las personas. Más así, viéndola dormir, recordé que en el fondo de su océano de espejos rotos, palabras frías y largas ausencias, seguía siendo la misma persona que se sentaba a las seis de la tarde en la plaza, y en medio de risas partidas, se echaba a llorar porque alguien la quería.
Y más que nada, ella también lo hacía. 




"Decimos que amamos las flores y las arrancamos, decimos que amamos los árboles y los talamos. Y aún así la gente se pregunta por qué algunos tienen miedo cuando les dicen que son amados".


Anónimo. 

viernes, 21 de diciembre de 2012

Disiempre.

Cuando sentadas en la larga mesa de caoba de la biblioteca, inhalábamos el incienso de manzana que compré en el barrio hindú hace un par de semanas. Viendo como el humo se moldeaba a las mismas formas tristes de anécdotas pasadas, antes de desvanecerse entre mis libros, alguien comenzó a reír. Y así, con aliento a ron y ganas de sobrevivir, lamentábamos no estar lo suficientemente mal como para marcarnos las muñecas con la varilla del incienso ardiendo al rojo vivo.
Una llamada desde el otro lado y le dije debajo de las sábanas todo lo que había pasado, lo bueno y lo muy malo, lo terriblemente malo. Falta poco y nos olvidaremos de las fechas prometidas, falta mucho y falta poco. Hoy día me puse a escribir en la sala de espera y me duele la cabeza, porque estoy posponiendo penas. 
Estoy cansada porque soñé con el mar, el mismo mar de siempre, violento y frío que viene y destruye ciudades, arroja cadáveres en las orillas y nunca se calma. A veces quisiera reunirnos de nuevo, como antes, si no estuviéramos tan lejos y escuchar cómo me pregunta ¿Te acuerdas la primera vez que lo viste? Reír mucho golpeando la mesa, en ese tiempo donde prometimos cicatrizarnos los nudillos en señal de una promesa y hasta ahora las únicas marcas que tenemos han sido consecuencias de errores y masoquismo del más refinado y reprimido.
Podría dormir por semanas enteras, pero mis sueños me traicionan con imágenes en alta resolución de cosas que no quiero observar, no quiero recordar y es inútil porque las llevo a todos lados. 
Y ahora qué. 


 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Domingo

Este año fue importante porque fue el año de las catástrofes. No simplemente desgracias, si no cataclismos que eran totalmente necesarios. Es como si hasta este año, todos nos hubiéramos dedicado a arrastrar mentiras piadosas y borrones extraños y arrugados en el fondo de los bolsillos. Parece que hemos estado caminando, o más bien cojeando hasta el día de hoy y este año se acabaron las mentiras.
Va pasando el tiempo y falta poco para fin de año. 
A cada día que termina y llega, las cosas van tomando un rumbo completamente diferente. En solo unas tres semanas, los huracanes arrancaron árboles de raíz, el agua se tiñó de todos los colores bíblicos y diabólicos y después de todo, llegó el domingo. 
No sé qué mas va a suceder.
Confieso que durante todo este año, he llevado a cambo un juego siniestro de las fechas. Cada cierto tiempo me reunía con alguien en especial, solo una persona y a lo largo del año, poníamos un día lejano, uno o dos meses después en donde revisaríamos qué había cambiado, qué ocurrió, si algo más pasó. 
Nunca nos fallaron los cálculos. Siempre sucedían cosas, incluso hasta horas antes de culminarse la fecha. Bang. La cuestión continúa hasta el próximo año.
Pero tengo el ligero presentimiento que en el 2013 las cosas van a mejorar de una manera tan radical que nos va a desubicar por completo. Algunos, tan acostumbrados a los tropiezos y la sangre de una nariz rota, van a creer que es otra jugarreta y que las cosas de verdad no podrían equilibrarse de esa manera.
Pero va a suceder y me da miedo. 
Cada vez que algo bueno, agradable y amable sucede, me aterra. Pánico. Porque puede ser falso. 
Y en el peor de los casos, real.
Entonces comienzo a creer en las personas.




sábado, 15 de diciembre de 2012

10:40


 
-¡Hola! [...] ¿Qué le pasó a tu collar?
-Se fue.
-¿Segura?
-No.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Cicatrices

Observé el lago estéril de tu revolución. Las rosas abiertas de carne e historias supuraban palabras de putrefacción, alguien se apoyaba en el tronco de lo que fue un manifiesto frondoso. Yo observaba y me preguntaba a dónde había ido el hálito de vida, es mezcla de nicotina y sangre de sacrificios embarrada en el fusil. Las uñas partidas por intentar romper un féretro decorado de ingenuidades, astillas clavadas en los nudillos pálidos que alguna vez se unieron con los míos y chillaron silenciosamente "Libertad".
Pero nunca fuimos libres y aunque me quedé al otro de la jaula con las manos pudriéndose en el óxido de la conformidad, al otro lado de la promesa todo era diferente. Buscabas el aire limpio y ausente de esclavitud con una pasión tan abierta, tan fogosa que trajo todos los libros del mundo hacia una pila de ceniza triste. 
He aquí, las sobras de la revolución.
Qué poema ha quedado colgando de tus costillas, del cual me pueda coger para mantenerme despierta un amanecer más, un cuarto vacío de lo que dura nuestras pesadillas. En qué terror nocturno voy a inyectar mis deseos, con las rodillas pegadas hacia el mármol, llorando por esperanzas ajenas, extirpando el egoísmo y arrancando con él todas mis vísceras glaseadas de egocentrismo. 
Me despellejo ante nuestros sueños.
Y por respeto a lo que vivimos que fue nada y fue todo ¿Dejarás los huesos crudos de nuestra escalera maltrecha? ¿Me recordarás, allá en las mejillas arañadas y las monedas sucias, como algo más que un nombre? Una puñalada deliciosa, cuando digas que fui una buena persona, que hago falta en un mundo con el cual nunca me tomé de la mano. He aquí los silencios que te guardaste en el bolsillo, como una escena hecha polvo.
En cada hoja que escribí sobre ti, están las manchas de nuestro intercambio, ritual y eterno. 
Te dedico un soneto, un vals y tinta derramada.
A cambio me das una sonrisa. 
Y la nada.





“I really don’t know what ‘I love you’ means. 
I think it means ‘Don’t leave me here alone.’” 



 Neil Gaiman

jueves, 13 de diciembre de 2012

12:21




Noviembre

-Dicen que todos merecen una segunda oportunidad.
-Barbara, pensé que el fin de ciclo se llevaba todo.
-Pensé lo mismo. Nos hemos equivocado brutalmente.  

Calendario

Rehabilitación por la tarde y luego nos vamos a buscar intoxicación y amor falso entre botellas callejeras. ¿Razón? Ninguna en particular. Todos necesitamos animarnos un poco la vida, asumo, pienso, considero, que es momento de hacer algo al respecto.
Ayer dije "Creo que todos merecen una segunda oportunidad" y me dijeron "Eso dicen. No". 
Por alguna extraordinaria razón me levanté con el pie derecho, pero las cosas no han terminado ni tampoco han sido arregladas. Aún tengo muchos vidrios rotos en el suelo que debo de esquivar. 
Pero hay algo curioso, de todo esto. ¿De verdad? 
Hay una nueva rama existencial del ser humano resumida en ese grupo de gente que nunca ve más allá de lo que sienten. Llámese, egocéntricos o coloquialmente como estúpidos. Hablaba de eso hace unos días y descubrí que es más usual de lo que parece. Bang, ahí lo tienen, quizá podrían armar su propio país y terminarían dándose puñaladas unos a otros o en todo caso, siendo la nación más abominablemente feliz del mundo. 
Una imagen clara: Cuadrados. 
Extraño mucho a mi antigua enfermera de las terapias del año pasado. Anoche, día 12.12.12, fue merecedor de las catástrofes emocionales y la montaña rusa de litio que siempre suelen acontecer por aquí. Y bien ¿Ahora qué?  No lo sé. 
Darme una ducha, probablemente. 
Esta mañana mi madre puso uno de sus discos favoritos de Diego el Cigala. Le agradecí de pasada por no poner Villancicos, si hay algo más inadecuado para estos últimos días, eso son los villancicos y la pregunta ¿Y yo qué hice? En ambos hay demasiado cinismo. 
Y por cierto, existen las mariposas carroñeras. ¿Se imaginan que se posen frente a todos los que estamos medio muertos medio vivos?
Descuartizamiento por mariposas. 
Feliz Navidad. 
 
 




miércoles, 12 de diciembre de 2012

36


Está sucediendo
y aunque está adentro
no sé hacia donde va

Se acabaron las páginas

Y lo siento.


Consultorio

Mi doctor tiene las fotografías de su pasado en la aviación pegadas en la pared. Está cruzado de brazos, frente a un avión color negro y alguien movió la cámara, su rostro está borroso, pero se distingue aún que está sonriendo. Me pregunta cómo me va, tiene arrugas al costado de los ojos, las manos tibias y su característico aroma a café recién preparado. "Le he traído esto" y mi doctor da las gracias por el café de Colombia que le encomendé a un amigo de la familia. Me dice que me acueste, hace sus menesteres de doctor, haciéndome preguntas que sabe que no puedo responder hasta ponerme de pie y escupir hacia un costado. La enfermera me sonríe. Recuerdo que hacía mucho tiempo, en la cirugía del año pasado, se encargó de limpiarme las lágrimas mientras acomodaba el aspirador en mi boca amarga y adormecida por la anestesia, dejando las manos de mi doctor empapadas de sangre. 
Terminamos y me pregunta que cómo me va. Le digo que ahora toco en la nueva sinfónica de la universidad, que me va muy bien, que tenía un concierto dentro de una semana y que quizá viajaría a Cuba durante enero. Sonrió, como siempre, se sacó los guantes y contó que era el cumpleaños de su nieto, le iba a regalar un teclado y alabé la decisión.
En la sala de espera una música de cuna me llamó la atención y venía de una muñeca que una niña mecía con cariño. Tenía los ojos grises, enormes, con lágrimas frescas atrapadas en las pestañas. Le sonreí, me sonrió y sentí la punzada usual que tengo cuando miro a niños pequeños. Es como si en mi vida anterior, me hubieran maldecido con infantes difuntos o una triste esterilidad. Su madre me miró y vio las ya casi invisibles marcas de mis antebrazos. No dije nada, desvié la mirada. Qué buen cuadro parecería aquel, la vida y el paseo por la muerte sentados en la misma banca de un consultorio. 
Regresé a casa. Escuché.
A las seis y media de la tarde desperté con la consciencia que no había dormido del todo, pero sí que había llorado como esta mañana, como ayer, como la noche anterior, como ya llevo varios días patéticos y silenciosos. El dolor de cabeza no se había ido por completo. Tomé mis pastillas. 
Y vine a escribir. 


B.

domingo, 9 de diciembre de 2012

7.12





-¿Vamos a poner fechas nuevas?
-Que estén lejos, para no darnos cuenta.
-Y será como hace un tiempo, revisaremos qué ocurrió.
-Sabes que no va a funcionar ¿Verdad?
-Lo sé.


Letter to Apolonia II

Yesterday morning, I received your letter. I’m glad it’s raining in London and that your mom is not sick anymore. Say hi to her, hope she’s feeling better now. My beloved Apollonia, time goes by here in my gray city and let me tell you: things went exactly as you said. I remember our old conversation in the park next to the school at four o’clock, you used to say “Sun won’t come out during those days, everything will look like winter returned from the shadows and then you are going to feel that you can’t control it anymore”. 
I still remember your freckled face laughing and pointing at me, saying in delicate whispers “You are going to end being such a wreck, my dear Barbara. We are going to fall, but you are going to fall first, since you try to be the hero all the time”. How do you do it, beloved Apollonia? How is it possible that you are always right? I’ve been taking my medication for a while. It makes me sleepy, believe me, its worse than what they told us in school, medication doesn’t taste like candy, it taste to absence, to fog. I take those blue pills before sleeping and in the morning everything looks like the same. You know what really changes? Me. 
I assume that you think about me sometimes, there in London. Do you think of me? I hope you do. Things went exactly as you said, beloved Apollonia, I’ve started to see that I can’t be the hero anymore. I guess I have limits and edges just like you, like everyone else. 
Forgive me because I’m running away from my nightmares, from the real ones, the ones that can be touched, that make us laugh and cry and take blue pills before sleeping. I miss you, Apollonia, I don’t know what to do in this “summer” that looks like a broken winter. 
I admit it, I’m afraid of what is going on, I can’t control it. You win again, freckled-face-Apollonia. I can’t control this anymore.
I've been crying for almost a week.


 
Always yours,
 Barbara. 


PS: I listened to those Daughter songs you sent me. I loved them. I really needed to listen to something like that. A little bit our style, all the time. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

1, 2, 3




Y con el paso del tiempo
todo parecerá un sueño

Si preguntan,
ayer me desperté
en una cama de sepia

Nunca sucedió
nunca nadie lloró en esa banca
a las seis de la tarde

Todo fue un sueño
¿Y ahora qué?


Av. Cuba

Le dijo al chofer que su padre había contratado que la llevara hacia la avenida Cuba. Pensaba bajarse en ese parque de forma circular con bancas abandonadas y un monumento de quién sabe quién, probablemente un héroe de la guerra. Se sentó en el asiento y comenzó a esperar. El chofer, mientras conducía hacia calles muy alejadas del destino original, solo pensaba en llevarse a la chica y violarla cuando estuvieran lo suficientemente lejos. Después de un rato ella dijo "Esta no es la calle Cuba" y el chofer le respondió "Sí, pero de Chorillos", que era un lugar muy alejado cerca al mar. 
Ella no desesperó. Ni siquiera se puso a llorar, solo miró al hombre por el retrovisor y suspiró. "No debería de hacer esto" le dijo "Si hace esto no sé qué es lo peor que le podría suceder". El chofer se puso nervioso, ella estaba tan tranquila, tan igual con su mirada triste barriendo las calles de la ciudad "Va a llevarme hacia algún lado, va a violarme ¿Y después qué, señor? ¿Matarme? No lo creo. Va a mandar al diablo su vida por el poco tiempo que pueda usarme. Luego la policía lo buscará y lo van a encontrar, créame, porque no hay forma de ocultarse en este lugar. Lo peor es que mi padre va a ir a buscarlo y después va a matar a toda su familia ¿Quiere eso, señor? ¿Quiere que mi padre mate a su anciana madre y pise su cráneo contra el suelo?" El chofer sentía lágrimas patéticas brotar de sus ojos, volteó, miró a la joven e intentó callarla, gritarle, pero ella no reaccionaba, solo lo miraba fijamente y hablaba de lo que sucedería. El hombre no aguantó más. 
Poco después estaban ambos sentados en un auto de la policía. Ella lo miró con tristeza y le dijo "Pudo haber sido mucho peor, señor, ahora solo se irá a la cárcel, pero por un tiempo corto, esperemos. De todos modos, en la cárcen van a violarlo y llenarlo de enfermedades hasta que no pueda caminar ¿Ve lo que se ha buscado, señor?" Y el chofer comenzó a llorar lágrimas de sangre y temblar compulsivamente, se arrimó al regazo de la joven y comenzó a gritar "¡Perdóname! ¡Perdón! ¡Lo siento tanto" Y ella solo le acarició el cabello con una mano, cerró los ojos y le susurró "Lo perdono": 



Y ese fue mi sueño.
Me devolvieron a casa con mis padres.
El chofer que intentó secuestrarme no volvió a aparecer. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Jueves

De nuevo en casa
Salí, compré un libro de pasta verde musgo y regresé a casa. En el camino me acordé de las memorias encuadernadas en piel de animal que me dieron por mi cumpleaños, de las manchas de sangre en las últimas páginas y de mi negación ante la mala idea de tomar cerveza dentro del cine a las once y media de la noche. Me reí, porque pasará un tiempo hasta que regresemos a ese punto en donde hay cosas que están destinadas a suceder y nunca más repetirse. 
Hoy regresé a casa, busqué en las galerías y no encontré a nadie, entonces me senté en la escalera frente a mi puerta y con las llaves oxidadas en la mano, me puse a pensar. 
"Hoy ha sido la última vez, hasta que vuelvan a fallar mis planes que ya están destinados a quebrantarse". 
No puedo contar los días para irme, porque todavía no sé cuándo será, pero probablemente sea de noche. La semana pasada dije que iba a ir a sentarme en la misma banca del parque San José a repetir mis delirios y reflexiones de seis de la tarde, pero no pude. Me faltaron, me faltan, fuerzas para regresar. 
Eso sigue sin cambiar el hecho que hoy ha sido la última vez (dicen, hasta la próxima).
De un jueves a las seis de la tarde en adelante, hay un camino que no quiero conocer. Entonces podríamos caminar juntos.
Pero déjame taparme los ojos con las manos. 
No. Nunca. Mejor no. 
No quiero ver. 



B. 



 


 

sábado, 1 de diciembre de 2012

Colgar.




Nunca ha sido necesario un gran libro de psicoanálisis ni manuales de esoterismo para darme cuenta de lo evidentes que suelen ser algunas imágenes. Vienen, se quedan, desaparecen a las semanas y regresan con una fuerza descontrolada cuando menos me los espero.
Anoche soñé que alguien colgaba su ropa detrás de mi puerta antes de irse.
El mensaje es simple.
Va a tener que regresar por ella algún día.